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Corrupción Y Derechos Humanos

raymound6 de Febrero de 2014

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Corromper significa alterar y trastocar la forma de alguna cosa; echar a perder, depravar, dañar, podrir; sobornar o cohechar al juez o a cualquier perso¬na, con dádivas o de otra manera; pervertir o seducir a una mujer; estragar, viciar; degradar las costumbres, el habla, la literatura; incomodar, fastidiar, irritar.

A continuación algunas definiciones: "La corrupción se da cuando alguien que detenta el poder encargado de hacer ciertas cosas... es inducido mediante recompensas monetarias o de otro tipo... a realizar acciones que favorecen a quien ofrece la recompensa y en consecuencia dañan al grupo o a la organiza¬ción a la que el funcionario pertenece". Otra definición señala: "La corrupción son actos mediante los cuales un funcionario público es impulsado a actuar en modo distinto a los estándares normativos del sistema para favorecer a intere¬ses particulares a cambio de una recompensa".

He querido juntar estas dos definiciones porque ambas se dan desde la perspectiva de un funcionario público, "blanca paloma", linda virgencita que riega las flores, que es inducido y desviado del cumplimiento del deber por el Pedro Navajas del particular. El funcionario siempre parece el pasivo y el ciudadano el activo e instigador. Se pasa por alto la circunstancia opuesta, cuando el funcionario público presiona al particular, lo extorsiona, para obtener bienes. En esta situación el burócrata amenaza con hacer caso omiso de la ley o aplicarla, pero en sentido contrario al interés de la víctima. En la extorsión la actitud del funcionario es tan activa, que Herbert Hart no duda en llamarle "la situación del asaltante".

Otra definición: "La trasgresión que hace el funcionario público de la ley para obtener un beneficio personal." El problema de la corrupción, como lo vimos al analizar las diferentes significaciones del sustantivo, es que en muchas ocasiones el funcionario corrupto no necesita ni siquiera romper una norma para cometer el delito. Es frecuente que simplemente acelere el pago de una deuda del Estado con el particular y, sin necesidad de violentar ninguna norma, obtenga una ganancia, lo que no le resta corrupción al acto. Tampoco es indis¬pensable que reciba el beneficio material, basta con que actúe estimulado por la promesa o la esperanza del beneficio para incurrir en un acto corrupto.

El Banco Mundial adoptó una definición estricta, lo que ha auspiciado que sea la de mayor divulgación: "Es el abuso del poder público para el beneficio privado". La Convención de las Naciones Unidas, aprobada por la Asamblea General, firmada en Mérida y ya ratificada por el Senado de la República, representa un parte aguas en la definición de la corrupción al tipificarla como una actividad ilegal también del sector privado. Anteriormente la corrupción era un ámbito exclusivo del Estado y los funcionarlos públicos, ahora la Convención integra a los empresarios. La Convención consideró que no era posible definir la corrupción, pues era un concepto fluido que significaba diferentes cosas de acuerdo al lugar y a las personas. Efectivamente, el acto de corrupción está ligado a los valores, es decir, a lo que es o no aceptado por una sociedad. La corrupción tiene un referente esencialmente histórico y cultural, lo que significa que la noción de corrupción cambia de acuerdo al lugar, al tiempo y a la sociedad. Es un fenómeno universal con manifestaciones particulares en cada época y en cada nación. No en balde, como en el caso de la magia, se habla de una corrupción negra y de una corrupción blanca. La negra comprende las acciones que palmariamente trasgreden la ley y unánimemente se reconocen como ilegales. La corrupción blanca son las prácticas y usos que lejos de ser mal vistos son justificados por unos y presumidos por los infractores. Por ejemplo, un vigilante nos permite el acceso a un museo después del horario oficial, nadie se escandalizaría si se le entrega una propina. También se hace referencia a la "corrupción gris", que son conductas acerca de las cuales los mismos ciudadanos discrepan sobre si son o no corruptas. Un agente de tránsito, que estaría para infraccionar, le deposita al parquímetro las monedas, cuando llegamos por el coche nos exige el costo y una propina. Este hecho divide las opiniones, algunos lo consideran un acto de corrupción y otros no.

Todo lo anterior debemos tomarlo en consideración al reflexionar sobre las soluciones. La corrupción es evidentemente un problema de leyes, pero sobre todo humano, de paradigmas, de interpretación y observancia de la ley. La ley puede nacer defectuosa, con lagunas, prestarse a error o confusión, pero no puede apartarse en el animus del legislador del principio de justicia y equidad; tampoco de la convicción por parte del ciudadano de cumplirla. El sustrato, el cimiento del Estado de Derecho, enemigo principal de la corrupción, es una cultura ética común de gobernantes y gobernados.

Ante la dificultad de alcanzar una definición por consenso, la Convención adoptó un enfoque descriptivo, es decir, se decidió por un concepto que incluyera las diversas formas de corrupción y dejó al arbitrio de cada Estado el definir y encuadrar los tipos de corrupción que puedan surgir en un mundo más cambiante y dinámico que nunca.

La Convención clasifica y describe los siguientes delitos: 1) Soborno de funcionarlos públicos nacionales. 2) Soborno de funcionarlos públicos extranjeros y de funcionarlos de organizaciones internacionales públicas. 3) Malversación o peculado, apropiación indebida u otras formas de desviación de bienes públicos por un funcionario público. 4) Tráfico de Influencias. 5) Abuso de funciones. 6) Enriquecimiento ilícito. 7) Soborno en el sector privado. 8) Malversación o peculado de bienes en el sector privado. 9) Blanqueo del Producto del delito.10) Encubrimiento. 11) Obstrucción de la justicia.

La Convención también consideró extender la responsabilidad más allá de las personas físicas, a las morales privadas y prever sanciones civiles, administrativas y penales. Consideración congruente, al no restringirse la corrupción a la función pública sino también incluir el sector privado, el siguiente paso fue ampliar su responsabilidad.

I. CAUSAS DE LA CORRUPCIÓN POLÍTICA

1. LA CONDICIÓN HUMANA

No sé si la corrupción somos todos, lo que sí puedo asegurar es que todos tenemos inclinación a la corrupción. No quiero meterme a los duros trasiegos de la especulación teológica y afirmar que el ser humano está mal desde sus orígenes. Después de todo, Dios no puso procuraduría del consumidor y no hay con quien quejarse. Tampoco me interesa incursionar en los laberintos de la psicología y afirmar que la consciencia moral o el "súper yo", no tiene nada de "súper" ante las pasiones. La cuestión es más simple, de la misma forma que la cabra tira al monte, el humano tiende a obedecer el mandato de su naturaleza, aunque tenga que saltar la cerca de la sociedad.

El egoísmo lo traemos pegado a la piel; "lleno de mi, sitiado en mi epidermis", como tan bellamente escribe José Gorostiza en Muerte sin fin. La moral es algo por adquirir. Lo más natural de la vida, por lo tanto, lo más omnipresente y tenaz, después del silencio, es la corrupción. El problema, además, es que en la corrupción el bien dañado es fundamentalmente el colectivo, cuya abstracción y vaguedad también son propicias para que el corrupto no se tiente el corazón con ningún escrúpulo. En síntesis, nuestra alma imperfecta, sumada a una libertad pletórica de tentaciones, son las causas originales de la corrupción. Hay otras.

2. EL PODER

De la misma forma que la maldad es consustancial a la pasta humana, el abuso lo es al poder. No es de extrañarse, entonces, que el origen de la corrupción vaya de la mano con el nacimiento de las sociedades organizadas y jerárquicas. Se le asocia con la balanza que viene a simbolizar la idea del juicio objetivo. Bastó que existiera la primera ley, el primer deber y el primer juez para que apareciera el primer sobornador. Adán desobedeció la norma y le dio la primera mordida a la manzana, las siguientes mordidas ya tendrían otra connotación.

En el caso de México, esta esencia corruptora del poder se multiplicó especialmente, pues la política se convirtió en el camino más fácil y directo hacia las ganancias ilícitas y al ascenso social. La vocación de imponer la voluntad más allá de los límites otorgados por la responsabilidad del cargo, en nuestro país estuvo asociada permanentemente a la extorsión, al soborno y al saqueo.

Durante nuestra evolución histórica esta unión entre la función pública y el mercado se ha ampliado. El roce del lucro de lo privado y el bien común de lo público es tan cotidiano como trascendental, con todos los peligros consiguientes. Por todo esto, quien diga que acabará con la corrupción es tan falso como aquél que afirma que cambiará el sentido de la rotación de la Tierra. El deber del Estado y de la sociedad es mantener la guardia siempre en alto, ante un vicio que está en la naturaleza de sus miembros y en el ejercicio mismo de todo poder.

3. El SISTEMA DE PRODUCCIÓN Y CONSUMO

Estos elementos consustanciales del ser humano y del poder requieren de una circunstancia para desarrollarse en su oscuro esplendor. Exigen de toda una estructura cultural, económica, política y legal. La corrupción es el síntoma, la llaga purulenta de una enfermedad que invade todo el orden de convivencia. No es un hecho aislado, no brota como una palomita de maíz, requiere de todo un contexto que la auspicie. Su mayor cómplice es el sistema económico y de producción.

Recordemos

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