Crisis De Los Profesionales

La Crisis de los Profesionales en la Sociedad del Conocimiento…

¿Importa el Conocimiento, más que la Burocracia?

La lectura del artículo de Jesús Martín Barbero, “Crisis de las profesiones en la sociedad del conocimiento” hace un planteamiento que va desde la academia, en el sentido de qué tan preparada o especializada por así decirlo, esta en el marco educativo, pedagógico, y social, hasta los espacios laborales donde el profesional se verá enfrentado dado los cambios de tecnología, información, y comunicación, que la sociedad trae consigo mismo, es decir, la relación entre el aprendizaje (saberes) en la sociedad del conocimiento, y el desarrollo profesional (trabajo) en una sociedad del mercado.

“Las instituciones educativas deben diseñar estrategias pedagógicas que conduzcan a un aprendizaje significativo, en virtud a la correspondencia positiva del cambio y la crisis de los profesionales en esta nueva era del conocimiento, esencial para el desarrollo personal y social” (Carreras, 2008). Es de aceptar la falta de competencias transversales a la formación educativa, dando lugar a la crisis y a la no respuesta de exigencias laborales, pues la empresa de hoy, requiere de profesionales con capacidades sobre creatividad, iniciativa, innovación, comunicación efectiva, y trabajo en equipo. (Soto, 2013)

La crisis de identidad profesional, esta enmarcada desde la modalidad de contratación que le niega estabilidad laboral, generándole incertidumbre, inseguridad y estrés, enmarcada también en el afán por adquirir experiencia, a costa de una remuneración económica poco significativa. Así mismo, “la posibilidad de competir mejor frente a una figura profesional de los grupos/proyectos, los” círculos de calidad” en los que cada individuo compite con los otros individuos del grupo, y cada grupo compite con otros grupos, no solo fuera, sino aún dentro de la misma empresa” (Barbero, 2002).

Es claro que existe un fenómeno burocrático bien demarcado en las instituciones públicas, en reconocimiento a respuestas políticas de los gobernantes, que por acuerdos gerenciales despiden funcionarios, dando paso al pago de las llamadas cuotas políticas, boletín político, o clientela, (como se les quiera llamar), no sin antes considerar la importancia de contar con funcionarios idóneos, entrenados y con gran sentido de pertenencia, pero que finalmente no importa. No importa el conocimiento, ni la experiencia, no importa una nómina inflada porque se ha empleado a los de corbata que llegan a devengar salarios superiores a los de un profesional especializado de la empresa, sin tener el conocimiento o el perfil requerido.

No obstante, funcionarios que por gracia de Dios, tienen la suerte de contar con estabilidad laboral por meritocracia, a la luz de la Carrera Administrativa reglamentada por la Comisión Nacional del Servicio Civil, se ven abocados a asumir además de, funciones que venían realizando los que se supone, son reemplazados.

Por qué entonces, si la Carrera Administrativa, esta fundamentada en el desarrollo del conocimiento que precisa empleos por meritocracia, mediante un proceso de selección idónea de profesionales, salta, “la connotación contraria, a los sistemas de botín político o de clientela, donde no se surten estos procesos…de una institución regulada por el derecho, y no por los caprichos del gobernante de turno” (Ramírez, 2011).

Por todo lo anterior, el nuevo lugar de la Universidad en la sociedad de hoy y a futuro, es aquel donde se creen espacios que respondan esencialmente a los contextos sociales, culturales, y tecnológicos, que respondan a las necesidades de individuos o sujetos en todas sus dimensiones, haciendo del profesional un ser competente (saber hacer en contexto) y competitivo (capacidad emprendedora) dando mejor respuesta a las demandas de un mercado globalizado. Exige

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