ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Cuentos Y Refranes

cecyliar22 de Agosto de 2013

3.437 Palabras (14 Páginas)330 Visitas

Página 1 de 14

La vida en la granja

Había una vez un señor que se llamaba Juan y tenía una mujer que se llamaba Celia.

Tenían una niña y un niño. El chico se llamaba Rodrigo y tenia 8 años. La chica se llamaba María y tenía 10 años.

Toda la familia vivía en una enorme granja.

En la granja había muchos animales: tres , cuatro cerdos, ocho gallinas, once , nueve patos y dos colmenas llenas de abejas. Los niños todos los días esperaban a que las abejas hicieran miel para comérsela porque les encantaba.

Una mañana los padres de María y Rodrigo vieron que se habían ido muchas abejas y cinco vacas. Los niños se fueron a buscarles al bosque sin pedir permiso a sus padres, menos mal que su perro les acompañaba porque se les hizo de noche y si no fuera por el perro no hubiesen sabido volver. Cuando llegaron a casa su padre había encontrado a las vacas y, las abejas estaban de nuevo en la colmena.

Al día siguiente, al despertar, María y Rodrigo se encontraron con una desagradable sorpresa: los animales habían vuelto a desaparecer. Corrieron a la habitación de sus padres a contarles la noticia:

— ¡Papá! ¡Mamá! Esto es un misterio.

María, Rodrigo y sus padres desayunaron y se vistieron muy rápido. Seguidamente salieron de la casa camino del bosque.

— ¡Estoy preocupado!- exclamó Rodrigo.

— ¡Es muy raro!- dijo María.

Los pajarillos piaban sin cesar

— ¡Parece que quieren decirnos algo!- señaló el padre.

— ¿Qué ruido es ese?. Parece un tintineo- dijo Rodrigo.

María se echó para atrás y de repente sintió una piel muy suave ¡Es mi vaca Lucerna!

— ¡Mamá, papá, Rodrigo! ¡venid ,vamos a seguirla!

Tras caminar unos minutos toda la familia quedó asombrada al descubrir un hermoso prado donde se encontraban sus animales perdidos

— Un momento- dijo María -Vamos a observar qué pasa.

— Mira qué prado más bonito- dijo Rodrigo.

Empezaron a ver mariposas que volaban, pájaros que con sus cánticos hacían bailar a los animales.

La familia se alegró de ver a sus animales tan felices.¿Qué estaba ocurriendo en el prado?

Y de repente… aparece un pony cerca del arroyo que se acerca al grupo de animales.

— ¡Mirad, un pony! ¿nos le podemos quedar?- pregunta Rodrigo.

Mientras que los animales se alegran de ver al pony, los padres lo pensaron y dijeron:

— Os lo podéis quedar con la condición de que lo cuidéis vosotros mismos.

Los niños de pusieron muy contentos y se lo llevaron a su casa. Decidieron hacerle la cama en el patio que era muy grande. De repente… se quedaron pensativos ¿ y cómo le llamaremos?

Comenzaron a decir varios nombres, Polea, Turbo, Kadin, Bambi y Tamagochi. Le empezaron a observar y como tenía un blanco intenso decidieron llamarle "Copito de nieve". Y los dos se alegraron de la decisión.

Al volver del colegio Rodrigo y María ayudaban a sus padres a coger huevos y a poner la comida y el agua para los animales. Cuando llegaron a las conejeras había ocho conejitos pequeños.

— ¡Papá corre que han nacido ocho conejitos!- decían los niños.

Eran blancos como la nieve, excepto uno que era negro como el carbón.

Siguiendo con su tarea llegaron al redil donde estaban las ovejas con sus corderitos, a uno le alimentaban con biberón. Y, precisamente éste había desaparecido.

Los niños asustados fueron a dar la noticia a sus padres.

Los papás al ver a sus hijos tan asustados les dijeron:

— No os preocupéis- luego iremos a buscarle.

Al atardecer salieron en busca de él. Según pasaban las horas vieron que era inútil, entonces decidieron regresar a casa. El pequeño se extravió y gritó:

— ¡Papá, un lobo!

De repente de una cueva salió una manada de lobos y les rodearon y mordieron un brazo a Juan. Rodrigo, María y Celia, cogieron a Juan y fueron a casa y los lobos les perseguían. Pero, Celia cerró la puerta y entonces…

La manada de lobos seguían aullando, querían romper la puerta. Cuando se tranquilizaron volvieron a su cueva.

Celia, la madre, curó a Juan, el cual le dio las gracias por haberle curado.

Más tarde los cuatro, Celia, Juan, Rodrigo y María montaron a caballo y se fueron a buscar a los lobos para cazarlos para que no volvieran a la granja a comerse a los corderos y a las gallinas.

Anduvieron mucho en el monte y no pudieron encontrar a los lobos y se volvieron a la granja sin nada.

Y Rodrigo se fue a la cama y soñó que estaba en la selva y se encontraba con un león y gritó todo asustado. Su hermano le despertó y le dijo:

— No tengas miedo, todo ha sido un sueño. Tómate este vaso de leche de nuestra vaca y se te pasará.

María y Rodrigo regresaron juntos a la casa con el pequeño corderito que había desaparecido. Sus padres al verlos volver se pusieron tan contentos que decidieron celebrarlo todos juntos con una gran fiesta en la granja.

Al día siguiente, Celia preparó la comida, mientras el resto de la familia adornaba la granja y limpiaba a los animales para la ocasión, ya que cada uno de ellos tendría su comida preferida y… algún que otro regalo.

Todos estaban entusiasmados con la fiesta, pues hacía mucho tiempo que no se reunían la familia y amigos.

A las siete empezaron a llegar todos los invitados, entre ellos dos buenos amigos de María y Rodrigo, se llamaban Marta y Pablo y traían un regalo para el corderito, se trataba de un collar de cascabeles para que el corderito no se volviera a perder. Se lo pusieron y el corderito saltó de alegría, paseaban por el campo y de repente desapareció y se dieron un gran susto ¡Se había escondido! Lo encontraron, se pusieron a bailar, a cantar y a jugar, sus padres le dieron una sorpresa al llegar a casa.

— ¡Muchas gracias, papá y mamá! - Es una sorpresa muy agradable

— Papá ¡mira que le han regalado al corderito, un cascabel!

A los padres les gustó mucho el cascabel y como habían visto un anuncio del circo decidieron ir los cuatro niños y el corderito.

Los niños, se pusieron muy contentos con la noticia. Se montaron en el coche y se fueron al circo. El padre fue a comprar las entradas y se pusieron en la cola que era muy larga.

Allí, vieron elefantes, leones, serpientes, trapecistas,...lo que más les gustó fueron los payasos que hacían tonterías con el agua, lo que no les gustó fueron los dromedarios. Cuando acabaron las actuaciones fueron a ver a los animales. Estaban impresionados por la gran diferencia con los animales de la granja y los de la selva. En el coche fueron contando cosas que habían visto en el circo, al llegar a casa cenaron y se acostaron.

Al día siguiente se fueron al colegio y al volver se encontraron con un nuevo animal, era una tortuga y se pusieron muy contentos.

LA HOJITA DE OTOÑO

Un día de mucho viento, la hojita más pequeña de un árbol del patio se cayó.

Muchos niños la pisaron, pero un pajarito la cogió en su pico y se la llevó por el aire.

Se la llevó lejos, muy lejos, a otra ciudad.

Allí un barrendero la barrió y la tiró a la basura.

¡Qué triste estaba la hojita!; pero apareció el hada del otoño y sacó a la hojita de aquel lugar tan feo.

Una mariposa le dijo que era muy bonita.

Salió el viento y esta vez se llevó la hojita hasta el mar.

Allí la vieron todos los peces, pero… un tiburón se la tragó.

—"¡Hay que salvarla!" - gritó un pez chiquitito.

Entonces, el pez espada, muy rápido, pinchó al tiburón y sacó a la hojita de la tripa del tiburón.

Volvió a aparecer el hada y con su varita, a la hojita en un precioso niño convirtió.

El niño nadó hasta la playa y luego caminó por la orilla.

Mientras iba a su casa fue recogiendo todas las hojitas que encontraba. Con ellas hizo un cuadro muy bonito y…

El lapicero y la goma

Hace unos cuantos años, en la habitación de una niña bastante pobre, había como único mobiliario una cama, una estantería y la mesa con su sillita para estudiar.

Sobre la mesa reposaban algunos papeles y sobre ellos un lapicero y una goma de borrar verde. Estaban muy orgullosos porque dominaban la escritura y a menudo hablaban:

- Buenos días, amigo. Hoy es lunes y la jovencita nos llevará al colegio a escribir sus trabajos.

- Oye, también se equivocará en sus cuentas y yo la ayudaré a rectificar.

- Es cierto ¡somos indispensables!

- Los instrumentos necesarios para la escritura.

Mientras, la niña los metió en su bolsillo y al llegar a la escuela los sacó.

- Libres y ¡listos para comenzar!- decía orgulloso el lápiz.

- Mira, parece que llega el maestro.

- Fíjate y lo sabrás- dijo la goma al tiempo que señalaba una larga cola de niños- mira todos los que llegan tarde.

- ¡Uf! No me gustaría ser el lápiz del profe y tener que apuntar todo eso.

- Pues menos mal que muy pocas veces llega tarde nuestra niña, que sino yo tendría que borrar todo su cuaderno y tú volverlo a empezar

Así pasaban los días, hasta que un viernes:

- Guau, qué pequeñito te has quedado.

- Esa maldita niña me ha gastado mucho, aprieta tanto

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (21 Kb)
Leer 13 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com