Desarrollo Sustentable
yeseniaismael17 de Febrero de 2013
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Sobre el origen,
el uso y el contenido
del término “sostenible”
José Manuel Naredo
Introducción
Tras la aparición del Informe sobre Nuestro futuro común (1987-
1988)1 coordinado por Gro Harlem Brundtland en el marco de las
Naciones Unidas, se fue poniendo de moda el objetivo del “desarrollo
sostenible”, entendiendo por tal aquel que permite “satisfacer
nuestras necesidades actuales sin comprometer la capacidad de las
generaciones futuras para satisfacer las suyas”. A la vez que se
extendía la preocupación por la “sostenibilidad” se subrayaba
implícitamente con ello la insostenibilidad del modelo económico
hacia el que nos ha conducido la civilización industrial. Sin embargo,
tal preocupación no se ha traducido en la reconsideración y
reconversión operativa de este modelo hacia el nuevo propósito.
Ello no es ajeno al hecho de que el éxito de la nueva terminología
se debió en buena medida al halo de ambigüedad que la acompaña:
se trata de enunciar un deseo tan general como el antes indicado sin
precisar mucho su contenido ni el modo de llevarlo a la práctica.
Anticipemos, pues, que no es tanto su novedad como su controlada
dosis de ambigüedad lo que explica la buena acogida que tuvo el
propósito del “desarrollo sostenible”, en un momento en el que la
propia fuerza de los hechos exigía más que nunca ligar la reflexión
económica al medio físico en el que ha de tomar cuerpo. Sin
embargo, la falta de resultados inherente a la ambigüedad que
48 nº 3
*Este artículo ha sido extractado
del publicado en el nº 102 de la
revista Documentación Social,
Cáritas, Madrid, Ene-Mar de 1996.
Agradecemos a José Manuel
Naredo haber revisado este resumen
y autorizado su publicación.
1. G. H. Brundtland, Our common
Future, Oxford, Oxford University
Press, 1987. (Trad. en castellano,
Nuestro futuro común, Madrid,
Alianza Ed., 1988).
exige el uso meramente retórico del término, se está prolongando
demasiado, hasta el punto de minar el éxito político que acompañó
a su aplicación inicial. La insatisfacción creciente entre técnicos y
gestores que ha originado esta situación está multiplicando últimamente
las críticas a la mencionada ambigüedad conceptual y solicitando
cada vez con más fuerza la búsqueda de precisiones que
hagan operativo su uso.
Sobre el origen y el uso del término “sostenible”
La aceptación generalizada del propósito de hacer más “sostenible”
el desarrollo económico es, sin duda, ambivalente. Por una parte
evidencia una mayor preocupación por la salud de los ecosistemas
que mantienen la vida en la tierra, desplazando esta preocupación
hacia el campo de la gestión económica. Por otra, la grave indefinición
con la que se maneja este término empuja a hacer que las buenas
intenciones que lo informan se queden en meros gestos en el
vacío, sin que apenas contribuyan a reconvertir la sociedad industrial
sobre bases más sostenibles. Reflexionemos sobre el origen de
este término para hacerlo luego sobre su contenido.
El extendido uso del epíteto “sostenible” en la literatura económico-
ambiental se inscribe en la inflación que acusan las ciencias
sociales de términos de moda cuya ambigüedad induce a utilizarlos
más como conjuros que como conceptos útiles para comprender y
solucionar los problemas del mundo real. Cuando, a principios de
la década de los setenta, el Primer Informe del Club de Roma sobre
Los límites del crecimiento, junto con otras publicaciones y acontecimientos,
pusieron en tela de juicio la viabilidad del crecimiento
como objetivo económico planetario, Ignacy Sachs propuso la
palabra “ecodesarrollo” como término de compromiso que buscaba
conciliar el aumento de la producción, que tan perentoriamente
reclamaban los países del Tercer Mundo, con el respeto a los ecosistemas
necesario para mantener las condiciones de habitabilidad
de la tierra. La negativa estadounidense, explicitada por Henry
Kissinger, a aceptar el término en los documentos de las Naciones
Unidas provocó el cambio de vocabulario.
El término “ecodesarrollo” quedó así vetado. Lo sustituyó más
tarde aquel otro del “desarrollo sostenible”, que los economistas
más convencionales podían aceptar sin recelo, al confundirse con
el “desarrollo autosostenible” introducido tiempo atrás por Rostow
y barajado profusamente por los economistas que se ocupaban del
desarrollo. Sostenido (sustained) o sostenible (sustainable), se trataba
de seguir promoviendo el desarrollo tal y como lo venía
La preocupación
por la
'sostenibilidad'
subrayaba
implícitamente
la
'insostenibilidad'
del modelo
económico hacia
el que nos ha
conducido la
civilización
industrial
CdG 49
José Manuel Naredo
entendiendo la comunidad de los economistas. Poco importa que
algún autor, como Daly, matizara que para él “desarrollo sostenible”
es “desarrollo sin crecimiento”, contradiciendo la acepción
común de desarrollo que figura en los diccionarios estrechamente
vinculada al crecimiento.
Predominó así la función retórica del término “desarrollo sostenible”
subrayada por algunos autores2, que explica su aceptación
generalizada: “la sostenibilidad parece ser aceptada como un término
mediador diseñado para tender un puente sobre el golfo que
separa a los “desarrollistas” de los “ambientalistas”. La engañosa
simplicidad del término y su significado aparentemente manifiesto
ayudaron a extender una cortina de humo sobre su inherente
ambigüedad”3. En fin, parece que lo que más contribuyó a sostener
la nueva idea de la “sostenibilidad” fueron las viejas ideas del “crecimiento”
y el “desarrollo” económico, que tras la avalancha crítica
de los setenta necesitaban ser apuntaladas.
De esta manera, 20 años después de que el I Informe del Club de
Roma, preparado por Meadows, pusiera en entredicho las nociones
de crecimiento y desarrollo utilizadas en economía, estamos asistiendo
ahora a un renovado afán de hacerlas “sostenibles” asumiendo
acríticamente esas nociones que se habían afianzado abandonando
las preocupaciones que originariamente las vinculaban al
medio físico en el que se encuadraban. La forma en la que se ha
redactado y presentado en 1992 un nuevo Informe Meadows, titulado
Más allá de los límites4, constituye un buen exponente de la
fuerza con la que soplan los vientos del conformismo conceptual
en el discurso económico. El deterioro planetario y las perspectivas
de enderezarlo son peores que las de hace veinte años, pero los
autores, para evitar que se les tilde de catastrofistas, se sienten obligados
a estas alturas a escudarse en la confusa distinción entre crecimiento
y desarrollo económico, para advertir que, “pese a existir
límites al crecimiento, no tiene por qué haberlos al desarrollo”5.
Sin embargo, a la vez que se extendió la utilización banalmente
retórica del término “desarrollo sostenible”, se consiguió también
hacer que la idea misma de “sostenibilidad” cobrara vida propia y
que la reflexión sobre la viabilidad a largo plazo de los sistemas
agrarios, industriales... o urbanos tuviera cabida en las reuniones y
proyectos de administraciones y universidades, dando lugar a textos
como el que estamos elaborando que pretenden avanzar en la
clarificación y aplicación de esta idea.
Con todo, frente a la tendencia todavía imperante entre políticos y
No es tanto su
novedad como
su controlada
dosis de
ambigüedad lo
que explica la
buena acogida
que tuvo el
propósito del
'desarrollo
sostenible'
50 nº 3
...el término sostenible
2. J. A. Dixon y L. A. Fallon,
El concepto de sustentabilidad:
sus orígenes, alcance y utilidad en
la formulación de políticas.
(Comp.) J. Vidal, Desarrollo y
medio ambiente, CIEPLAN,
Santiago de Chile, 1991.
3. T. O'Riordan,
The politics of sustainability,
en Sustainable Management:
Principle and Practice,
Londres, 1988.
4. D. H. y D. L. Meadows,
Beyond the Limits. (Hay traducción
en castellano de El País-Aguilar,
Madrid, 1992.)
5. Ibídem, pág. 25.
economistas a asumir acríticamente la meta del crecimiento (o
desarrollo) económico, se acusa también la aparición reciente de
algunos textos marcadamente críticos y clarificadores del propósito
de moda del desarrollo sostenible. Llegándose incluso a calificar a
la “cultura del silencio” sobre estos temas que propició la retórica
...