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Desarrollo Sustentable


Enviado por   •  17 de Febrero de 2013  •  3.535 Palabras (15 Páginas)  •  354 Visitas

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Sobre el origen,

el uso y el contenido

del término “sostenible”

José Manuel Naredo

Introducción

Tras la aparición del Informe sobre Nuestro futuro común (1987-

1988)1 coordinado por Gro Harlem Brundtland en el marco de las

Naciones Unidas, se fue poniendo de moda el objetivo del “desarrollo

sostenible”, entendiendo por tal aquel que permite “satisfacer

nuestras necesidades actuales sin comprometer la capacidad de las

generaciones futuras para satisfacer las suyas”. A la vez que se

extendía la preocupación por la “sostenibilidad” se subrayaba

implícitamente con ello la insostenibilidad del modelo económico

hacia el que nos ha conducido la civilización industrial. Sin embargo,

tal preocupación no se ha traducido en la reconsideración y

reconversión operativa de este modelo hacia el nuevo propósito.

Ello no es ajeno al hecho de que el éxito de la nueva terminología

se debió en buena medida al halo de ambigüedad que la acompaña:

se trata de enunciar un deseo tan general como el antes indicado sin

precisar mucho su contenido ni el modo de llevarlo a la práctica.

Anticipemos, pues, que no es tanto su novedad como su controlada

dosis de ambigüedad lo que explica la buena acogida que tuvo el

propósito del “desarrollo sostenible”, en un momento en el que la

propia fuerza de los hechos exigía más que nunca ligar la reflexión

económica al medio físico en el que ha de tomar cuerpo. Sin

embargo, la falta de resultados inherente a la ambigüedad que

48 nº 3

*Este artículo ha sido extractado

del publicado en el nº 102 de la

revista Documentación Social,

Cáritas, Madrid, Ene-Mar de 1996.

Agradecemos a José Manuel

Naredo haber revisado este resumen

y autorizado su publicación.

1. G. H. Brundtland, Our common

Future, Oxford, Oxford University

Press, 1987. (Trad. en castellano,

Nuestro futuro común, Madrid,

Alianza Ed., 1988).

exige el uso meramente retórico del término, se está prolongando

demasiado, hasta el punto de minar el éxito político que acompañó

a su aplicación inicial. La insatisfacción creciente entre técnicos y

gestores que ha originado esta situación está multiplicando últimamente

las críticas a la mencionada ambigüedad conceptual y solicitando

cada vez con más fuerza la búsqueda de precisiones que

hagan operativo su uso.

Sobre el origen y el uso del término “sostenible”

La aceptación generalizada del propósito de hacer más “sostenible”

el desarrollo económico es, sin duda, ambivalente. Por una parte

evidencia una mayor preocupación por la salud de los ecosistemas

que mantienen la vida en la tierra, desplazando esta preocupación

hacia el campo de la gestión económica. Por otra, la grave indefinición

con la que se maneja este término empuja a hacer que las buenas

intenciones que lo informan se queden en meros gestos en el

vacío, sin que apenas contribuyan a reconvertir la sociedad industrial

sobre bases más sostenibles. Reflexionemos sobre el origen de

este término para hacerlo luego sobre su contenido.

El extendido uso del epíteto “sostenible” en la literatura económico-

ambiental se inscribe en la inflación que acusan las ciencias

sociales de términos de moda cuya ambigüedad induce a utilizarlos

más como conjuros que como conceptos útiles para comprender y

solucionar los problemas del mundo real. Cuando, a principios de

la década de los setenta, el Primer Informe del Club de Roma sobre

Los límites del crecimiento, junto con otras publicaciones y acontecimientos,

pusieron en tela de juicio la viabilidad del crecimiento

como objetivo económico planetario, Ignacy Sachs propuso la

palabra “ecodesarrollo” como término de compromiso que buscaba

conciliar el aumento de la producción, que tan perentoriamente

reclamaban los países del Tercer Mundo, con el respeto a los ecosistemas

necesario para mantener las condiciones de habitabilidad

de la tierra. La negativa estadounidense, explicitada por Henry

Kissinger, a aceptar el término en los documentos de las Naciones

Unidas provocó el cambio de vocabulario.

El término “ecodesarrollo” quedó así vetado. Lo sustituyó más

tarde aquel otro del “desarrollo sostenible”, que los economistas

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