Dormir Contigo
Enviado por sandy26b • 9 de Octubre de 2014 • 2.076 Palabras (9 Páginas) • 199 Visitas
Voy a empezar a escribir un relato erótico y lo voy
a hacer a mi manera, que es inventar las cosas que
me han pasado, inventarme la verdad. Lo hago, claro,
para ganar dinero, porque la tipa de las “Cincuenta
sombras de Grey” se ha forrado y yo en su libro no
me reconozco, ni a mí ni a nadie, y tampoco
encuentro piel ni literatura. No encuentro vida.
El caso es que he decidido hacerlo así, con la
verdad y la autobiografía por delante, para que la
gente que me tiene manía (que es mucha) se
descargue el libro en masa, intentando descubrirme
en alguna posición humillante. Chicos, aquí, al final del
segundo párrafo, os lo aclaro para que no os
esforcéis: seguro que sí.
Os cuento quien soy, para que no haya
confusiones. Me llamo Andrea, tengo 37 años. Soy
periodista y escritora. Nada de eso me da de comer.
Vivo de la publicidad, de inventarme anuncios para
productos que la gente antes no necesitaba y ahora
ni siquiera compra. Hace un par de años escribí una
novela y me fue bien. Bastante bien. O sea, regular.
No he ganado suficiente dinero para pagar la
hipoteca, pero sí se me ha visto lo justo para
despertar envidias en el curro.
Tampoco me he convertido en una guay. No me
reconocen demasiado por la calle, pero he tenido
pretendientes y acosadores, y en la oficina hay gente
que no me habla y que sé, fehacientemente, que
desea verme en el suelo.
Y a voy, ya me caigo, tranquilos.
El hombre por el que escribo esto, o para el que
escribo esto, o con el que escribo esto, está en todas
esas categorías. Pretendiente y acosador, le gusta
verme en el suelo. Me ha regalado este MacAir tan
aparente para que escriba y, sobre todo, para que
pueda ir donde él me cite. Ahora os dejo, me llama el
deber.
Esta historia empezó como una broma y siguió
como algo muy serio. Borja es el presidente de una
gran agencia de publicidad, la que sería “la” agencia
de publicidad si no fuera porque ahora todas
pertenecen al mismo gran grupo. GGP. Gran Grupo de
la Publicidad. Grandes Grandísimos Pretenciosos. O
algo parecido. Tres consonantes y dos de ellas
repetidas.
A Borja lo conocí a los veinte años, veintidós,
pero él nunca ha querido sumar y darse cuenta de los
muchos que ya tengo. Lo que pasa es que Borja y yo
no nos acostamos hasta hace relativamente poco.
Muy poco. Casi nada.
Cuando nos conocimos, yo era becaria y él ya era
presidente. Ahora que lo pienso, debe ser
aburridísimo llevar casi dos décadas haciendo lo mismo,
pero, claro, si lo pienso más, me doy cuenta de que a
Borja lo que le gusta es el poder: hablar y hacer,
conseguir para él y para otros, ser importante, ser
influyente, ser querido... Y eso es como la droga:
nunca tienes suficiente. O, mejor dicho, cuando
tomas suficiente te mueres de sobredosis y de éxito.
El caso es que yo a Borja me lo encontré después
de publicar la novela. Me llamó, emocionado.
-Sabía que ibas a llegar lejos, Andrea. Quedamos
y me la dedicas.
Y una no es inmune a los halagos de quien tienen
cuatro casas y seis coches más de los que yo tendré
nunca.
Cuando Borja me llamó, mi jefa de la agencia ya
había dejado de hablarme, porque hay mujeres que
no quieren ser cuota y, sin embargo, saben que lo
son, así que no quieren tener cerca (ni debajo, ni al
lado) a otras tías que les puedan hacer sombra.
-A ver, Pilar, relájate, que yo soy directora
creativa y tú eres directora general. No pasa nada. T ú
a gestionar, yo a crear. T ú a ir vestida guay, yo a ir
vestida como puedo. En serio, relax, que estoy
vendiendo libros pero tu jefe, el consejero delegado,
no me va a subir el sueldo ni me va a dar tu puesto.
De hecho, lo que va a hacer es lo mismo que tú,
sospechar que estoy escribiendo mis cosas en el curro
y ponerme todas las cámaras del mundo cuando os
puedo decir ya que no, que no lo hago, que no lo
haré.
Da igual.
El caso es que tuve mis razones para agradecer
sus halagos, quedar con él y firmarle la dedicatoria.
...