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EL EFECTO DE LA GLOBALIZACIÓN PARA LAS MYPES PERUANAS

JUDITHCALZADA10 de Enero de 2012

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La prescencia en Perú

La inversión directa de Estados Unidos en el Perú se mantuvo más o menos sin ninguna variación en plena Segunda Guerra Mundial para luego elevarse considerablemente una vez terminando este conflicto. Por ese entonces en el Perú se produce un mayor repliegue de los intereses europeos como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial, lo cual posibilitó un notable avance del capital norteamericano en la economía peruana manteniendo sus tradicionales formas de comportamiento.

En los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos y una parte de los países industrializados del viejo continente tienden a establecer en América Latina un nuevo esquema de dominación interna se hizo inicialmente presente en los países más industrializados de América Latina, como Argentina, Brasil y México, para posteriormente desarrollarse en Colombia, Chile y Perú.

Este nuevo esquema consistió en que el capital extranjero tendió a orientarse de manera preferencial a las industrias productoras de bienes intermedios y bienes de capital y dentro de éstas se dirigió a las industrias más dinámicas y de vanguardia tecnológica, entre las cuales podemos mencionar: papel, productos de caucho, productos químicos, petroquímica, metalurgia, maquinaria eléctrica y no eléctrica, construcción de vehículos y automóviles, etc.

Actualmente, se encuentran en funcionamiento dos instancias de coordinación: una para las acciones en el plano universal y otra para el plano focalizado. No se cuenta, por lo tanto, con una instancia coordinadora del conjunto de la política social que integre ambos planos.

En el plano universal, se define como instancia coordinadora a la Comisión Interministerial de Asuntos Sociales (CIAS) formada por representantes de los ministerios de Economía y Finanzas, Educación, Salud, Justicia y de la Presidencia. El CIAS se reúne periódicamente y coordina la ejecución del Plan de Mejora del Gasto Social Básico. Cabe resaltar que los responsables del Plan son el Ministerio de Economía y Finanzas y la Presidencia del Consejo de Ministros y lo ejecutan los propios ministerios sociales, es decir Educación, Salud, Justicia y el Poder Judicial.

En el plano focalizado, la Estrategia Focalizada de Lucha contra la Pobreza Extrema, está a cargo del Ministerio de la Presidencia el cual coordina el accionar de la red de instituciones sociales a cargo: Programa Nacional de Asistencia Alimentaria (PRONAA), Instituto Nacional de Bienestar Familiar (Inabif), Instituto Nacional de Infraestructura Educativa y de Salud (Infes), Instituto Nacional de Desarrollo (Inade), Programa de Cooperación Popular (Coopop), Fondo Nacional de Compensación y Desarrollo Social (Foncodes), Fondo Nacional para la Vivienda (Fonavi), entre otros.

Para la coordinación entre estas instituciones -al interior del Ministerio- y con otros sectores, se creó el Equipo Técnico para la Inversión Social (ETIS) conformado por los asesores del Despacho Ministerial, el cual está encargado de la coordinación interinstitucional e intersectorial, así como del análisis, programación, diseño, monitoreo y evaluación de la inversión social de las instituciones del Ministerio para la implementación de la mencionada estrategia.

Panorama de la economía Peruana

La economía del país culminó en 1982 una fase de crecimiento ininterrumpido iniciada en 1950, en 1983 después de cinco lustros se presenta una crisis recesiva que se repetirá en 1988 de modo más intenso y prolongado. Actualmente, la recesión del aparato productivo es significativa a pesar que el Producto Bruto Interno (PBI) está creciendo desde 1993 por tercer año consecutivo. El PBI per cápita en 1981 alcanzó su record histórico, para caer en picada desde 1988 sin llegar a recuperarse de manera importante en el trienio último. Para que el PBI per cápita alcance el año 2000 el nivel logrado en 1981 la economía peruana tendría que crecer desde 1995 hasta el inicio del tercer milenio a un ritmo de 7.3% anual, tasa que para este año es considerada recalentadora por el carácter contradictorio de la economía peruana. Ademas, estudios recientes realizados por CEPAL muestran que el crecimiento expansivo del producto en los países latinoamericanos genera empleo a tasas muy inferiores a las obtenidas en la fase recuperativa.

Por el lado de los ingresos, su distribución funcional muestra un comportamiento inverso entre las remuneraciones y las utilidades de las empresas. Mientras las primeras pasaron de 51.4% a 41.1% entre 1972 y 1983, para ubicarse en 20.1% en 1992, las segundas representaron 17.3%, 30.4% y 39.7% para los mismos años respectivamente, habiéndose incrementado de modo significativo los ingresos por rentas de propiedad que alcanzaron el 13.3% en 1992. Los trabajadores independientes conservaron relativamente constante su participación en el ingreso nacional aunque ellos aumentaron, contribuyendo, así, al crecimiento del sector informal de la economía.

La situación del empleo sufrió importantes cambios en las dos últimas décadas acentuándose a finales de los años ochenta y sucesivos, siendo las economías urbanas más desarrolladas las más impactadas. El censo de 1993 registra una población de 22.639.443 habitantes, de los cuales 13.885.740 constituyen la fuerza laboral mayor de 15 años y 7.110.000 forman la Población Económicamente Activa (PEA). De estos últimos, los Trabajadores Adecuadamente Empleados (TAE) alcanzaron el 12.7% de la PEA, los subempleados el 67.7% y los desempleados el 19.6% (7.1% abierto y 12.5% oculto).

Lima metropolitana ilustra lo afirmado, entre 1980 y 1993 los TAE pasan del 66.9% al 12.7% proceso que se acentúa en 1989. Paralelamente, el subempleo pasa de 26% en 1980 a 73.5% en 1989 para ubicarse en 1993 en 77.4%, y el desempleo en 9.9%. La calidad del empleo fue afectada sustantivamente desde 1989, en tanto que la cantidad del mismo lo es, muy severamente, durante los noventa.

Una economía regida por una tasa de crecimiento decreciente que concluyó en una prolongada recesión no superada aún, una distribución funcional del ingreso nacional regresiva para los trabajadores dependientes e independientes y progresiva para quienes reciben rentas de propiedad y utilidades del capital y un mercado de trabajo que se redujo en cantidad y calidad es la escenografía en la que se mueven los actores económicos, políticos y sociales, incluido el Estado.

El Estado es administrado transitoriamente por los gobiernos, y éstos son los que elaboran, autónomamente o no, las políticas económicas que luego aplican. Desde mediados de la década de los setenta hasta la actualidad, dos han sido las opciones plasmadas en las políticas económicas de ajuste. La primera, optó por el financiamiento de los déficits fiscales utilizando su capacidad de endeudamiento, sin recortar el gasto público destinado a los sectores sociales; la segunda, se propuso reducir o cerrar la brecha fiscal restringiéndolo y con ello el gasto social. A modo de ilustración veamos el caso del sector salud.

Entre 1970 y 1981 el gasto público real en salud tuvo una tasa de crecimiento de 5.6%, en tanto que durante 1981-1991 decreció anualmente en promedio en -12.5%, produciéndose a partir de 1988 una caída drástica. El índice de gasto per cápita, con base en 1979, se ubicó en 88.1 en 1970, alcanzando la cúspide en 1980 con 117.4, para luego caer a 58.2 en 1988 y seguir cayendo hasta 1991 ubicándose en 23.9.

En conclusión, por parte del Estado el gasto publico en salud desde inicios de la década de los 80 ha ido reduciéndose paulatinamente hasta 1987 y luego en una proporción mayor que la del PBI, afectando negativamente la calidad y cantidad de los servicios de salud.

La principal fuente de financiamiento de los servicios de salud, el tesoro público, se contrajo. Además, en su composición en términos relativos, las remuneraciones crecieron de 44.1% a 66.3% entre 1980 y 1983, para ubicarse en 40.8% en 1990. A inicios de los noventa no sólo la participación relativa de las remuneraciones fue menor, sino que su monto absoluto también lo fue. Los trabajadores del sector salud fueron los que más rápidamente respondieron al llamado de renuncias voluntarias con incentivos que se produjeron a partir de 1991, apartándose del sector profesionales con amplia experiencia.

Es el Ministerio de Salud (MINSAL) quien tiene la mayor infraestructura para la prestación de los servicios de salud, la cual está distribuida en todos los departamentos del país. Este es el ámbito que se ve directamente perjudicado con la contracción del gasto en salud por parte del Estado.

Los servicios de salud también son brindados por el Instituto Peruano de Seguridad Social (IPSS) y el sector privado. En lo que respecta al IPSS, los asegurados aportantes, en miles, pasaron de 2611 en 1984 a 3790 en 1992 para luego decrecer a 2891 en 1993. Su cobertura, por demás restringida respecto a la PEA, se ha reducido y será difícil de revertirla por dos razones: la persistente crisis recesiva y el nuevo marco jurídico que rige las relaciones laborales.

La salud y la enfermedad abarca un ámbito que trasciende con creces el de la medicina. La concepción fisiológica de salud y enfermedad considera que el estar-sano tanto como el estar-enfermo es una situación natural propia del proceso dinámico que es la vida. El equilibrio perfecto expresa la salud y su perturbación la enfermedad.

Que las políticas de ajuste macroeconómico o estructural han afectado el equilibrio perfecto que expresa la salud del cuerpo humano es un hecho comprobable empíricamente, el problema consiste en determinar cómo, y a través de qué, dichas las políticas

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