ENSAYO SOBRE LA REVOLUCION CIENTIFICA

Universidad Rafael Landívar

Filosofía del mundo y de la ciencia.

19 de de febrero de 2018.

“El mundo actúa sobre nosotros como una máquina que no para de darnos lecciones, reforzando nuestras buenas ideas con momentos de satisfacción” (Weinberg, Explicar el mundo, pág.247) El mundo es más grande         que nuestras concepciones, de tal modo que la historia de los hombres sobre la Tierra está sujeta inevitablemente a cambios, movimientos, transformaciones y evidentemente revoluciones.

Así la revolución científica marco un antes y un después para la historia de los hombres. En este sentido, quisiéramos ahondar un poco sobre 2 hitos en particular que a nuestro criterio son elementos imprescindibles para la asimilación de la revolución de la ciencia en efecto, el primero se refiere a lo que significó el desafío a la sabiduría convencional y un segundo momento sería el problema que significó la Iglesia para el desarrollo integral de la ciencia.

Como ya lo mencionamos, el primer hito, se refiere al desafío de varios hombres para la sabiduría convencional que imperaba por aquellos años, aquí nos encontramos con ese punto de quiebre en el que la ideología de “la centralización del hombre y de la Tierra” se desplomaron y dieron paso a nuevas ideologías y concepciones.

El primero en lanzar una piedra al templo de lo inamovible fue Copérnico, nos atreveríamos a decir que se le puede considerar como el fundador de esta banda de rebeldes contra el sistema caducado. La concepción del Mundo de Nicolás Copernico sugería cambiar de visión sobre la Tierra en medio de los astros, de tal forma que era un reto al aristotelismo geocéntrico establecido casi como un dogma universal. Así el cosmos del universo será la primera gran reforma en la ciencia, quizás porque los problemas del cielo no podían ser palpablemente demostrados en reducciones comunes, en tanto que los problemas temporales de los hombres supondrán un camino más amplio para las pruebas y demostraciones.

Decir que la Tierra –que por años se consideró el centro aislado del universo- era una esfera más con otras, que transitaba alrededor de otra esfera mucho más grande, llena de luminosidad tumbó al suelo el ideal jerárquico del hombre sobre todas las cosas existentes, tenemos entonces un gravísimo desafío a los valores intelectuales que reinaban por ese entonces. Así “el lugar del hombre, la Tierra, había quedado degradado a un simple planeta más entre los otros cinco”(Weinberg, Explicar el Mundo, pág. 153)

El problema que surge en torno a su desafiante teoría heliocéntrica se deriva de su escaza forma de evidenciarla, así mismo colocaría en riesgo la tradición de concepción universal. De todas formas, en el ocaso de su vida se publicará De Revolutionibus. Ahora pasemos a  reflexionar la propuesta de un proclamado científico, el colosal Galileo.

En esa época sonaba bello escuchar por todos los rincones del Globo, que la Tierra era el centro del universo, tal visión comenzó a caerse, pedazo a pedazo y uno de los causantes sería Galileo Galilei. Es ya bien sonado el “caso Galileo” al que me nos referiremos más adelante.

Frente a una tradición milenaria que defendía las verdades aristotélicas, Galileo propuso reavivar la llama que Copérnico había encendido, en este sentido Galileo no cree que los cuerpos se muevan por deseo sino que argumenta un proceso matemático. Sus demostraciones sobre el estudio de los cuerpos cósmicos quedan ejemplificadas en sus numerosos experimentos como por ejemplo, el de la caída de los cuerpos.

Sin embargo sus propuestas revolucionarias se presentan en un momento en el que precisamente se castigaba las ideas contra la tradición, se trataba de la Inquisición. En este sentido las teorías de Galileo y de Copérnico según los criterios de la Iglesia contradecían en muchas formas a las enseñanzas de la Sagradas Escrituras por lo que era posible considerar tales especulaciones como herejía.

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