ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

El Futuro Del Periodismo


Enviado por   •  6 de Diciembre de 2014  •  3.117 Palabras (13 Páginas)  •  168 Visitas

Página 1 de 13

EL FUTURO DEL PERIODISMO

Julio de 2009

POR GIDEON LICHFIELD*

Internet ha provocado severos problemas en la actividad de los diarios: caída de las ventas, desgaste de la autoridad de los viejos periodistas, crisis del reportaje de investigación. Esto puede ser bueno o no, afirma Gideon Lichfield; lo cierto es que nos obligará a ser inventivos y buscar nuevos modelos.

Dejé hace poco el cargo de corresponsal extranjero que he ejercido durante once años, y me pregunté si el propio oficio, en caso de que quisiera retomarlo algún día, seguiría existiendo. “Estamos viviendo el final de la época dorada”, me comentó un colega de The New York Times que llevaba unos treinta años mandando sus reportes desde todos los continentes. Se acordaba de cuando la redacción ni siquiera cuestionaba sus gastos por más extravagantes que fueran; ahora tenía que justificar sus viajes, y los lujosos almuerzos que desde el inicio del periodismo han sido herramienta básica para aflojar la lengua de los entrevistados se estaban volviendo nada más que una sabrosa memoria.

Me fui del lado editorial de la revista donde trabajo, The Economist, al lado del manejo de su sitio de internet –de la creación del periodismo a laborar en las entrañas de sus medios de producción. Lo hice porque quería entender el cambio que internet está ocasionando en estos medios de producción; un cambio que amenaza con alterar por completo el oficio del periodismo como lo conocemos hoy.

Y es que hoy, como en los tiempos del comunismo, los medios de producción ya pertenecen al pueblo. En marzo de este año Jay Rosen, profesor en la facultad de periodismo de la New York University, publicó en su blog personal lo que llamó un “seminario volante”: una colección de artículos de varios comentaristas que describe con claridad aterradora la crisis que está enfrentando la profesión.**

El hecho de que haya podido hacerlo es muestra de la razón básica de la crisis. Hace unos cuantos años habría sido inconcebible que él pudiera reunir, publicar y difundir en todo el mundo las opiniones de los expertos líderes en el tema, y hacerlo solo y sin costo. Pero lo que facilita tanto la enseñanza para él (y la investigación para mí) es lo mismo que dificulta la vida de sus jóvenes alumnos. Si en el pasado podían esperar una competencia feroz para los puestos de trabajo en la prensa, hoy se les enseña a no soñar con un trabajo fijo, a mantenerse siempre adaptables a un mercado cuyas facciones cambian como la superficie del mar en una tormenta.

Como escribió Abbott Joseph Liebling, cronista norteamericano, en 1960, “la libertad de prensa se garantiza solamente a quienes tienen una prensa”. Muchos periódicos fueron creados como negocios no rentables por movimientos políticos o dueños ricos que deseaban influir en el poder a través de la opinión pública. El modelo comercial del periódico moderno, que apareció en los siglos XIX y XX, fue una solución ingeniosa al problema de cómo vender algo cuyos costos de producción rebasaban, y por mucho, el precio que los clientes estaban dispuestos a pagar. Un papel que miles de personas leían a diario resultó ser la manera más efectiva para hacer que ciertos mensajes comerciales llegaran a esas mismas personas. Así que en lugar de simplemente vender periódicos a sus lectores, los gerentes de las casas editoriales empezaron a vender sus lectores a los anunciantes. En la mayoría de los casos, la publicidad llegó a ser su principal fuente de ingresos.

Pasó otro siglo; llegó otra innovación, y los periódicos lanzaron sus ediciones digitales. Al principio trataron de cobrar por ellas. Sin embargo, al ver que los lectores eran renuentes a pagar por leer en línea, dudaron poco en quitar los cobros para ampliar su audiencia, creyendo que los ingresos de publicidad aumentarían en la misma proporción.

A ese error se refieren ahora como el “pecado original”. Fue catastrófico para los medios. Sus suscripciones impresas comenzaron a bajar, porque ya no era necesario comprar el periódico para leerlo. Los anunciantes, como era de esperar, siguieron a los lectores y se llevaron su publicidad del papel para transferirla a internet. Y los anuncios en línea resultaron mucho menos rentables para los medios, porque muy pronto aparecieron “agregadores”, sitios que juntaban vínculos a muchos artículos de publicaciones distintas y los agrupaban por temas de interés, cosa muy cómoda para el lector. Habiendo capturado así a la audiencia, esos sitios, cuyos gastos de operación eran mínimos, pudieron ofrecer a los anunciantes precios más bajos. (Uno de los más exitosos ha sido The Huffington Post, que a sus noticias añade artículos de opinión escritos por comentaristas conocidos.) Además, había una sobreoferta de espacios para publicidad en el mercado, ya que miles de otros sitios ahora competían por esos mismos anuncios. Los avisos clasificados, otra gallina de huevos de oro para los periódicos, se habían desvanecido ya desde antes, gracias a sitios de anuncios libres como Craigslist. El precio de la publicidad en línea cayó dramáticamente. Los ingresos de los periódicos desaparecieron. Y una vez acostumbrados a tener todo sin pagar nada, es difícil convencer a los lectores de dar un paso atrás.

La crisis está en su momento más agudo en Estados Unidos, y no sólo porque ahí es donde internet tiene su más alta penetración, sino también por un accidente de geografía. Por ser un país muy grande, los diarios principales de Estados Unidos sirven principalmente a una sola ciudad y sus alrededores. En tales condiciones, aun cuando varios periódicos compiten en la misma ciudad, uno de ellos tiende a ser el dominante. Al tener cualquier ventaja pequeña, atrae a más lectores, que en su turno atraen a más anunciantes, lo que enriquece al periódico, lo que le permite invertir más recursos, lo que amplía su ventaja, y así en un círculo virtuoso. Por lo tanto, muchos de los diarios metropolitanos eran, en efecto, monopolios, y gozaban consistentemente de márgenes de rentabilidad de más allá del veinte por ciento.

Pero internet arrasó con su dominio. Cuando tanto la publicación como la lectura son completamente libres y gratuitas, los diarios “metro” no tienen ninguna ventaja. Los sitios de los grandes periódicos, como The New York Times o The Washington Post, ofrecen una mejor cobertura de temas nacionales e internacionales. La información local es más abundante y especializada en las televisoras locales y en nuevas fuentes digitales como los blogs, medios que

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (19.7 Kb)  
Leer 12 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com