El Respeto En La Educacion Fisica
KrolSanchez19 de Abril de 2015
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Introducción
En algún momento de nuestra vida hemos presenciado cómo otras personas hacían trampas, engañaban a otros o intentaban aprovecharse de alguien más débil. Estos hechos se dan cotidianamente en la sociedad. Pero estos hechos son verdaderamente preocupantes cuando se observan en futuros docentes durante la formación universitaria.
Es entonces cuando nos debemos preguntar cómo estas personas, que serán futuros docentes, podrán educar a sus alumnos/as. Debemos plantearnos si éstos/as son realmente conscientes de lo que significa educar y de las repercusiones que esta tarea acarrea, tanto positivas como negativas, en el desarrollo de cada una de las “personitas” que llegarán a ser “educadas” por estos/as docentes.
El currículo educativo español prescribe que se deben desarrollar los valores en el alumnado a través de las materias escolares. Sin embargo, dejando la teoría a un lado y profundizando en la práctica docente, entendemos que esto no es tan sencillo como enseñar un contenido conceptual o procedimental. ¿A qué se debe esta complejidad?
Es evidente que para enseñar un concepto, primero se ha de conocer ese concepto, o para enseñar un procedimiento es importante conocer ese procedimiento. De la misma manera, y continuando con este razonamiento lógico, para que un docente desarrolle un valor en su alumnado, debe conocer ese valor, profundizando en el mismo para que su desarrollo sea positivo, tanto para el individuo como para la sociedad en la que se desenvuelve.
Pero, ¿hasta qué punto los docentes son conscientes de esta afirmación? ¿El problema radica en esta falta de conocimiento de los docentes acerca de cómo desarrollar una serie de valores en su alumnado? Si es así, ¿qué provoca ese desconocimiento? Estas preguntas nos surgen de, tras la observación de la práctica de varios docentes de Educación Física, la comprobación de que éstos/as (los que observamos) eludían el desarrollo de valores en sus discentes y que incluso alguno de ellos (de los docentes) se pronunciaban con una terminología irrespetuosa y peyorativa hacia algunos/as de sus alumnos/as.
A lo largo de nuestra vida aprendemos cómo debemos actuar en cada uno de los contextos en los que nos desenvolvemos. Así vamos aprendiendo unos “esquemas de acción” que pondremos en práctica en los diferentes ámbitos en los que nos encontremos. Estas concepciones de cómo actuar las aprendemos de aquellas personas que en algún momento de nuestra vida han sido un referente para nosotros. Así, nuestros padres, nuestros mejores amigos, algunos de nuestros profesores, nuestros ídolos, etc., marcarán nuestra forma de pensar, de actuar o incluso de vestirnos.
Si los docentes, desde la escuela, actúan como meros trasmisores de contendidos conceptuales y procedimentales, sin dar importancia al desarrollo moral de sus alumnos/as, se les debe hacer reflexionar sobre la necesidad de llevar a cabo una verdadera educación con ellos/as para que se adapten a la sociedad multicultural y globalizada en la que les ha tocado vivir, lo que repercutirá positivamente en su desarrollo personal y social.
Deporte y respeto: conceptualizaciones
Creemos necesario definir los términos sobre los que gira el artículo para concretar cada uno de ellos debido a las distintas concepciones que se tienen de éstos: el deporte y el respeto. En primer lugar, el término “deporte” tiene muchas acepciones debido a la dificultad que implica definir este concepto cambiante (Cagigal, 1981, en Hernández Mendo, 1999). Sin embargo, nosotros vamos a concretar y situar el deporte al que nos vamos a referir en este artículo. Este deporte es el que se debe ofrecer en los centros escolares, es decir, el que se debe utilizar como un medio (y no como un fin en sí mismo) para educar al alumnado.
Nuestro artículo se centrará en la enseñanza del deporte que ofrecen los docentes de Educación Física a su alumnado dentro del ámbito escolar. Con éste, el docente debe realizar una educación deportiva, concepto que ya ha sido definido por Velázquez Buendía (2004:72) cuando expone que “cabe decir que la educación deportiva ha de tener por objeto intencional la formación de los alumnos y las alumnas como miembros de una ciudadanía capaz tanto de vivir con autonomía y responsabilidad en el ámbito de la cultura deportiva y de participar plenamente de ella, como de comprometerse de forma activa y crítica en la construcción y desarrollo de dicha cultura, dentro del marco de la sociedad democrática y del de los valores que ella comporta”.
Como hemos precisado anteriormente, esta educación deportiva es la que debe realizar el docente de Educación Física en sus sesiones deportivas. No obstante, para conseguir tal propósito, se necesitan docentes cualificados para tal fin, que sean capaces de asumir esta función social que requiere su profesión para la que, como expone Gutiérrez Sanmartín (2003), muchos de ellos no están preparados.
En segundo lugar, queremos concretar el valor “respeto”, otro de los conceptos sobre el que se basa este estudio. Éste es uno de los valores a desarrollar dentro del ámbito escolar según establece el currículo educativo español (artículo 1.c. del Título preliminar de la LOE). Pero el respeto puede desarrollarse como un valor personal (la imagen social de uno mismo que es respetada) o como un valor social (en el que prevalece el respeto a los demás - Gutiérrez Sanmartín, 1995). Este segundo caso es el que consideraremos en nuestro estudio.
La educación en valores, dentro del ámbito escolar, y por ende la educación en el respeto hacia los demás, está amparada actualmente por diversas leyes nacionales e internacionales (LOE, 2006; Constitución Española, 1978; Declaración Universal de los Derechos Humanos, 1948). Ésta fue incluida en el sistema educativo español por medio de la Ley Orgánica de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE), en 1990 (Quintana, 1997). Su inclusión en el currículo (la de la educación en valores) fue una propuesta ambiciosa que pretendía que se formase al alumnado integralmente desde la escuela, de manera que esto favoreciese su desarrollo personal y social. La Constitución Española (1978), en su artículo 27.2 recoge que “la educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales”. Desde entonces, las leyes educativas en España recogen este principio constitucional.
La reforma educativa de 1990 provocó un cambio conceptual respecto a los planteamientos conductistas de la Ley General de Educación de 1970” (Pérez Pueyo, 2008). Desde entonces, y hasta la actualidad, se ha considerado al alumno como una potencialidad que el docente debe explotar en todos sus ámbitos en función de las capacidades del primero (Pérez Pueyo, 2008).
Actualmente, la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación (LOE), en su preámbulo, expone que la educación es “el medio más adecuado para construir la personalidad del alumno, desarrollando al máximo sus capacidades, conformando su propia identidad personal y configurando su comprensión de la realidad, integrando la dimensión cognoscitiva, la afectiva y la axiológica”. Esta educación, como bien se refleja en la LOE, debe incluir la de los valores.
En este sentido, llevando esta idea al ámbito de la Educación Física, hay autores que defienden que los docentes de esta materia deben llevar a cabo una educación en valores con su alumnado para, no sólo desarrollar el ámbito motor del mismo (Pérez Pueyo, 2008), sino la totalidad de la persona, incluyendo el ámbito moral (Barba Martín y Muriarte Solana, 2003). Esta materia es ideal, por sus características (interacción entre alumnos/as, situaciones reales de la vida, etc.), para educar en el respeto al alumnado, apoyándose en una de las corrientes más de moda en la sociedad actual y que está incluida dentro de dicha asignatura: el deporte.
El respeto, pilar educativo de la práctica deportiva
A lo largo de la historia, el deporte ha sido considerado en función del papel que se le otorgaba socialmente en cada sociedad y época histórica. El deporte, como un elemento cultural, ha influido a su vez en la propia cultura. Partiendo de dos realidades actuales, por un lado, la del deporte como un aspecto profundamente integrado (Velázquez Buendía, 2001) e influyente (Velázquez Buendía, 2000) dentro de nuestra sociedad y, por otro lado, la de educar a la persona de manera integral en todos los ámbitos, incluido el moral, es necesario que dentro de la escuela se exprima al máximo la función educativa del deporte (Velázquez Buendía, 2000) para, aprovechando la certeza de la primera realidad social, conseguir la segunda a través del ámbito escolar.
En este sentido, el docente puede intervenir desde la dirección de la práctica deportiva para conseguir una reproducción ideológica de los valores sociales predominantes o para establecer nuevas expectativas que lleven hacia una transformación social (Devís Devís, 1996). Por lo tanto, partiendo del deporte como un medio con una función educativa, podemos seguir dos caminos: utilizarlo como agente de reproducción social o transformador social.
El deporte en las primeras edades, dentro y fuera del ámbito escolar, no debe tener un fin en sí mismo sino ser un medio para educar (Gutiérrez Sanmartín, 1998), teniendo en cuenta su alta función
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