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El colombiano avispado


Enviado por   •  12 de Junio de 2022  •  Ensayos  •  2.118 Palabras (9 Páginas)  •  75 Visitas

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EL COLOMBIANO AVISPADO

La trampa ha sido un concepto construido a través del tiempo. Se define como el engaño disfrazado o disimulado que se hace a una ley, una regla o un acuerdo. Por lo cual, la trampa es considerada como un acto que cometen los individuos de forma deliberada, en la cual, al querer sacar ventaja de alguna situación específica, termina produciendo daños a otras personas. Con lo anterior, queda claro que la trampa es algo reprochable; sin embargo, en el contexto colombiano la trampa aparece como un fenómeno que ha sido naturalizado y se ha dado con la figura del “colombiano avispado”, pues la sociedad a través de diferentes dinámicas y contextos lo ha legitimado y lo ha hecho ver como algo que es aceptable.

La sociedad colombiana legitima la trampa en contextos familiares y escolares desde edades muy tempranas. En el caso de la familia, los padres constantemente están inculcando a sus hijos la importancia de aprovechar cada oportunidad para hacer que las cosas sean más fáciles, no importa las consecuencias. Ser “vivo” es algo que está bien, pues esto es visto como el mecanismo de defensa ante un contexto complejo.

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FIGURA 1: Primer plano de estudiante haciendo trampas en clase.

La imagen anterior muestra la trampa como una posibilidad de recurrir a la vía fácil, en este caso el niño encuentra la oportunidad de responder a lo que le piden a través de la trampa, por esta razón en la imagen se ve como lo hace de manera sigilosa para que nadie lo vea, podría decirse que logra burlarse del profesor y quizás de sus compañeros ¿acaso buscar la manera fácil de las cosas, en este caso la trampa en un examen no es una buena opción? La trampa permite que todo se consiga de una manera más fácil y rápida. De hecho, cuando el infante por alguna razón no acude al camino fácil los padres acuden a la frase: “no sea bobo, aproveche cuando pueda” para hacerle ver al chico que la trampa es inevitable y a la vez necesaria para hacer la vida más fácil. Cabe aclarar que esta cultura del “colombiano avispado” sigue promoviéndose a medida que crecen las personas y es posible utilizarla de adulto en diversas situaciones de la vida cotidiana, lo cual resulta de gran ayuda para salir abantes ante cualquier contexto diario. Por ejemplo: Cuando un colombiano compra en un establecimiento algunos productos y el cajero por equivocación no facturó alguno, generalmente es habitual ver que se aleje diciéndose a si mismo: “Mucho pendejo este cajero que no me cobró este producto”. Otra situación habitual donde el ciudadano se beneficia es cuando se va en un transporte público y piensa: “Como voy sentado, me hago el dormido en el bus para no cederle el puesto a una mujer en estado de embarazo o a un adulto mayor y así podré descansar e ir cómodo durante todo el camino”. Esta entre las muchas cosas que se pueden hacer utilizando la cultura del “colombiano avispado” permitiendo hacer a los habitantes una vida más llevadera.

Por otro lado, en contextos más amplios, la sociedad ve la trampa como algo inevitable, algo de lo cual los colombianos no podemos escapar. Sacar provecho de cada situación es algo a lo que se esta sometido y hay que aceptarlo. En contextos sociales como la política colombiana, la trampa se ve en el momento de elegir a sus dirigentes, pues la consigna es elegir a los que menos roben. Tal es el caso de Julio César Turbay Ayala quien en su campaña presidencial de 1978 lanza la siguiente frase: “Tenemos que reducir la corrupción a sus justas proporciones” en pocas palabras, es válido robar, pero poquito. Pues el hecho de utilizar la palabra “reducir” y no eliminar está mostrando el verdadero interés de la nación en seguir llevando a cabo actos tramposos, pero en menor medida. Los ciudadanos de este país están convencidos de esto ya que para ellos un dirigente en el gobierno colombiano que no robe no existe. El pueblo valora a todos aquellos con campañas innovadoras, en las cuales no falta la comida, el billete de 20 o de 50 mil pesos y los materiales de construcción que permitirán la terminación de la casa o la elaboración de un nuevo parque. La trampa hace parte de la política colombiana y en el subconsciente de la gente esta configurada como algo que debe darse siempre y cuando se obtengan beneficios de ella.

Un caso concreto en el que la trampa atenta contra los derechos y se materializa el mito del “colombiano avispado” es en la siguiente situación: En una resiente noticia de la revista semana (2020) se afirma que los Char y 53 familias más que gobiernan Colombia se han dividido en élites nacionales y regionales para aprovecharse de la corrupción y vulnerabilidad de los pueblos para establecer su autoritarismo burocrático. Esta noticia evidencia que existen en el país unas pocas familias controlando todo el país. No es una situación dada hasta hace poco, por el contrario, es algo que ha venido ocurriendo desde años atrás y ha sido aprobado por la sociedad a pesar de lo oculto en estas dinámicas como la violencia y la muerte de personas inocentes. Sin embargo, en el subconsciente de la sociedad prevalece el hecho de que estas familias han permitido el desarrollo de algunos proyectos en la comunidad. Sumado a esto, la gente les demuestra cariño, pues la compra de votos es otra de las acciones valorada positivamente. Por esta razón, la población lo ha visto como algo natural desde hace muchísimo tiempo. La trampa en este caso es llamada corrupción y es aceptada bajo el precepto de que estas familias han robado, pero han hecho también muchas cosas buenas por la población.

Con lo anterior, se puede evidenciar que “el colombiano avispado” es un mito que se naturaliza en la sociedad colombiana, porque toda forma de trampa para la población encuentra siempre una justificación que permite desdibujar este acto y convertirlo en algo bueno. Es por esta razón que los avispados han logrado una fuerza enorme dentro de las dinámicas sociales, pues logran burlarse de la ley y las normas establecidas, en todo ven una oportunidad de aprovecharse del más “bobo” y sacar ventaja. Hacer las cosas de manera correcta es sinónimo de ser tonto, de no despertar ante las oportunidades que se le dan para hacerse la vida más fácil. Por otra parte, no se pueden dejar a un lado aquellos ciudadanos honestos, lo cuales propenden por hacer las cosas correctamente, y a pesar de ello, por estar la trampa tan arraigada a su cultura, en muchas ocasiones al ver este tipo de actos tramposos prefieren callar, pues saben el poco respaldo dado por la mayoría.

La mayor parte de la sociedad colombiana se encuentra inmersa en el mito del “colombiano avispado” puesto que, es una practica promovida dentro de la familia desde muy temprana edad, a su vez es un recurso utilizado para hacerse la vida más fácil y en esa medida ¿Quién no querría beneficiarse? Al estar tan arraigada, son muy pocos los individuos que se dan cuenta o reprueban este tipo de conductas y, por ende, a pesar de estar en desacuerdo no lo expresan abiertamente, lo que genera una constante reproducción del fenómeno. Ahora bien, no quiere decir por esto que sean acciones ético y moralmente correctas que deban seguirse promoviendo.

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