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El escenario permanece a oscuras por breves momentos


Enviado por   •  11 de Mayo de 2018  •  Tareas  •  1.630 Palabras (7 Páginas)  •  101 Visitas

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El escenario permanece a oscuras por breves momentos.

Oyense los ruidos habituales de la ciudad, en un barrio

populoso y superpoblado: micros, troles, buses, camiones,

automóviles que pasan rápidos y trepidantes por la calle Chacabuco.

Súmanse de vez en cuando, especialmente al mediodía,

el traqueteo y los bocinazos de los trenes que llegan y parten

de la Estación Central. Pregones de vendedores callejeros.

Duraznos, flores, claveles baratos. Y por la mañana temprano

(o también al finalizar la tarde) agréganse las campanas de

la Iglesia Parroquial del Sagrado Corazón, próxima por la

Alameda.

El escenario se ilumina con extrema lentitud y, paralelamente

a la iluminación, óyese una lánguida melodía estival

tocada en un organillo callejero. Al iluminarse el escenario en

su totalidad, la melodía se diluye y con suavidad. El mediodía

es luminoso, traslúcido.

En casa de Ana, ésta barre lentamente el comedor y luego

se desplaza hacia el balcón, en el que se apoya y atisba hacia

la calle por un momento. En el taller, Daniel trabaja afanosamente

en un neumático que desarma. Después de atisbar

la calle, Ana vuelve al comedor y cogiendo un trapo que hay

sobre la mesa, empieza a limpiar los muebles sin mayor entusiasmo.

De súbito, parece acordarse de algo y va hacia la

radio, encendiéndola. Busca rápida un programa de música «colérica»*: ubícalo y, feliz, canturreando ahora, continua

limpiando con mayor rapidez. Por el fondo, aparece la patota,

chacoteando y riendo. Alberto trae bajo el brazo un atado de

revistas. Muy rápidos, acércandose todos al taller.

DANIEL (saliendo a la calle): Hola, ¿qué tal?

JUAN (alegre): ¡Del uno!

DANIEL: ¿Y? ¿Qué se cuenta?

JUAN: Nada de especial. Lo de siempre. Preparándonos para

la pichanga del domingo.

ALBERTO: ¿Tú no vas?

DANIEL: ¡Cómo voy a ir si no me invitan!

JUAN:¡Chi! ¿Querí invitación

por escrito?

DANIEL (riendo): ¡Qué menos!

JUAN: ¡Ah! ¡No hay caso con los mateos, digo yo!

DANIEL (riendo): ¡Estás hablando de pura envidia, eh!

JUAN: ¡Ah, seguro, ¿Se imaginan?!¡Yo, estudiando! ¡A

mí me dicen el pulmones vírgenes!

DANIEL (a Alberto): ¿Y esas revistas?

JUAN (riendo): ¡Ah! ¡Te aviso, eh! ¡Para que veas que soy puro

amigo, nomás! ¡Cuidadito con éste!

ALBERTO: ¡Ya! ¡Cállate, oh!

DANIEL (sonriente): ¿Y por qué tengo que tener cuidado?

ALBERTO (a Juan): ¡Chitas que soy tú, ah!

JUAN: ¡Bah! ¿Y pa’ qué te poní colorado?

ALBERTO (azorado): ¡Cuándo, oh!

JUAN: ¡Sí! ¡Cuándo! ¡Cínico! ¡Cuándo! ¡Y parecí semáforo!

DANIEL: Bueno, pues... ¿qué es lo que pasa?

JUAN: ¿No te habí fijado, entonces?

ALBERTO: ¡Ya, pues! ¡Córtala!

JUAN: Hace ratito... Desde que comenzaron las vacaciones,

éste anda a las vueltas de tu vecina.

DANIEL: ¿Anita?

ALBERTO (Azoradísimo): ¡Pucha la cuestión, que soy mentiroso!

LUCHO (por las revistas): Y esto, ¿pa’ quién son las revistas,

ah?

ALBERTO: ¡Suelta, oh! ¡Soy más pesado! (Al girar se le caen

las revistas y todos empiezan a cogerlas,

Por fin logra reunirlas y, sentado al borde de la acera,

empieza a ordenarlas y limpiarlas).

JUAN (A Daniel): ¿Ves? Todas son para la Anita.

ALBERTO (en confusa explicación): Es que... Es que le gusta

leer estas cuestiones de cine... y... y como don René es

tan apretado pa’ darle plata... yo... ¿ves?

JUAN: ¡Hola, papi...!

DANIEL (en voz alta a Juan): Bueno... ¿y en qué quedamos,

pues?

JUAN (dejando de leer): vamos al partido po’

DANIEL: ¡Hecho!

ALBERTO (que ha terminado de ordenar las revistas, a Daniel):

Daniel... (Juan torna a seguir leyendo).

DANIEL (acércasele): ¿Qué?

ALBERTO: ¿No... No te enojas... por ... por...?

DANIEL: ¿Por qué cosa?

ALBERTO: (Indica las revistas). Por esto.

DANIEL (riendo): ¿Por qué habría de enojarme?

ALBERTO (confuso): Bueno... Como parece que tú... (Ríe

nervioso).

DANIEL: ¿Yo qué?

ALBERTO: Que tú le gustas a la Anita.

DANIEL (sonríe tímido, pero esperanzado): ¿Te ha dicho

algo?

ALBERTO: No... Pero estas cosas se notan, pues.

DANIEL: ¿Ah sí? ¿Y en qué?

ALBERTO (encogiéndose de hombros): ¡Se notan!

DANIEL: ¡Bien clara la explicación, ah!

ALBERTO: Es encachá la Anita... y harto paletiá.

(Por el fondo de la calle aparece Gaby. Rápida y cimbrante,

avanza hacia la casa de Anita).

GABY (al ver a Daniel, acércasele sonriente): Hola...

DANIEL: Hola, Gaby...

ALBERTO (arrebolándose, vuelve a dejar caer las revistas):

¿Cómo... Cómo te va?

GABY: Mejor que nunca. ¿Han visto a la Anita?

DANIEL: En la casa debe estar.

GABY: Menos mal. Chao. (Avanza hacia la casa de ana).

ALBERTO (corre frente al balcón y llama): ¡Anita!

ANA (acude al balcón): ¿Qué?

ALBERTO (por las revistas): ¡Mira!

ANA: ¡Estupendo...!

ALBERTO (a Gaby): Oye... ¿se las llevas tú?

GABY: Claro...

ANA: ¿Gaby?

ALBERTO: Sí.

(Ana sonríe feliz, cruza rápida el comedor y baja corriendo

por la escalera hacia la calle).

ANA (ríe y besa a Gaby): Vienes tarde, eh...

GABY: Y casi no vengo, te diré.

...

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