El fracaso de la guerra contra las drogas

El fracaso de la guerra contra las drogas

En Colombia desde los años 80´s se ha llevado a cabo una ineficiente guerra contra las drogas, que a pesar de haber generado un sinfín de males en términos económicos y sociales nos ha demostrado que la solución a esta problemática no está en la prohibición sino en la legalización total de las drogas. Este no es un caso exclusivo de nuestro país, desde la creación del tratado internacional contra la manufactura y el tráfico ilícito de drogas (Convención Única sobre Estupefacientes) se ha declarado mundialmente el rechazo a la producción, comercialización y consumo de todo tipo de droga. Muchos países se han dado cuenta de lo desastroso que resulta esta política y han decidido unirse a la vanguardia de la legalización, la cual traería muchos más beneficios económicos si todos los países optaran por seguir esta vía, pues se fomentaría así las relaciones de importación y exportación alrededor de este mercado y se dejaría en el pasado las obsoletas ideas que se desprenden de este tratado.

La sociedad colombiana ha sufrido fuertemente las consecuencias de conflictos asociados a la droga y al narcotráfico, los cuales no han tenido una solución eficaz en términos de creación de políticas públicas. A pesar de que Colombia ha sido uno de los países más afectados por la guerra contra las drogas, la gran burocracia existente en el país impide que este imite la tendencia global a legalizarlas. Si bien es cierto que los proyectos de ley para legalizar la marihuana medicinal y mejor aún para despenalizarla para fines recreativos, propuestas por el senador Juan Manuel Galán y  el senador del partido de la U Roy Barreras respectivamente, han marcado un hito en la historia de nuestro país, la coyuntura económica actual requiere un cambio drástico en la legislación colombiana para poder obtener resultados eficientes.

La abolición de las leyes que prohíben el consumo de drogas podría ser el ansiado desenlace a una guerra sin fin en Colombia. Con la legalización no solo se podría crear un mercado regulado que aporte al desarrollo económico y a aumentar el bienestar de los ciudadanos sino que también se acabaría el inmenso poder que poseen las bandas criminales y guerrilleras dedicadas a la venta y comercialización de drogas. Por esto, es necesario que el debate sobre la legalización de las drogas este basado en hechos y evidencias empíricas las cuales pueden observarse de las experiencias de otros países, y no fundamentado en prejuicios morales y éticos que son totalmente subjetivos.  

El contexto y la estructura específica de Colombia se ha prestado para la creación de un negocio ilícito de droga, especialmente de la marihuana y la cocaína. No es solamente las grandes ganancias que deja este negocio lo que ha convertido a este país en el mayor productor de coca en el mundo y en uno de los principales productores de amapola y heroína en América, sino también la falta de presencia estatal en algunos sectores, la incapacidad para hacer cumplir la ley y las condiciones geográficas propicias para el cultivo. Si la producción de drogas dependiera únicamente de la rentabilidad que esta ofrece, habrían muchísimos países dedicados a este negocio y Colombia sería acaso un actor menor dentro de este comercio internacional; la facilidad con que se evaden las leyes y normas del Estado y la ausencia de este en zonas principalmente rurales, donde guerrillas y narcotraficantes han asumido este rol, hacen que esta actividad económica ilegal y rentable sea tan poderosa en el país (Thoumi, 2005). La racionalidad de un criminal es igual a la de un agente económico, en donde luego de realizar un análisis de costo-beneficio decide cual va a ser su curso de acción, para el caso colombiano quebrantar la institucionalidad es un costo que vale la pena asumir pues las ventajas de cometer el crimen, específicamente de vender, consumir o producir droga, son bajos en comparación con los beneficios que de esto se obtienen. Es por esto que al hablar de legalización también se debe incluir reformas en sectores diferentes al económico y se tendría que fortalecer la rama judicial.

Según (Thoumi, 2005), antes de la prohibición Colombia no era exportadora de coca, cuando esta droga era legal y rentable nuestro país no era un productor significativo como lo es actualmente. La prohibición de las drogas ha tenido consecuencias que contradicen los propósitos fundamentales para los que fue creada; volvió el narcotráfico uno de los negocios más rentables del país en donde figuras públicas y políticas se han lucrado y beneficiado de este, no se ve una reducción en la demanda de drogas sino por el contrario la tendencia a consumir es creciente, se han alcanzado grandes índices de criminalidad e inseguridad dentro del país afectando el desarrollo económico y se han diversificado las clases de drogas ofrecidas (Restrepo Parra, 2013).

Al existir una demanda por drogas se va a crear un mercado alrededor de esta, sea legal o no. El problema radica en que cuando es ilegal no existe una libre competencia en el mercado, esto implica que los costos asociados a entrar en el negocio son demasiado altos pues los que se dedican a esto buscan a toda costa mantener su poder de mercado o monopolio, incluso mediante la violencia y la intimidación, y  al no estar amparado bajo la constitución la única forma que encuentran los narcotraficantes de eliminar la competencia es mediante las guerras. Además, las drogas han sido el motor que ha impulsado y empoderado a los grupos insurgentes como las FARC y los paramilitares, donde estos se han unido junto con los narcotraficantes. Las disputas entre estos grupos han generado una violencia generalizada dentro del país en donde el verdadero afectado es el ciudadano del común, esto ha provocado un aumento en las tasas de criminalidad y de mortalidad lo que implica una destrucción en el capital humano y físico y por consiguiente una disminución en la productividad. Ahora bien, debido a la incertidumbre existente por la violencia el costo de invertir dentro del país se eleva en comparación al de los otros países y a los inversores les resulto más ventajoso poner sus capitales donde hay un menor riesgo. Todos estos efectos en conjunto disminuyen el crecimiento económico.

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