El pensarse ser colombiano

El pensarse ser colombiano

Es cuando se recuerda el 20 de julio y el 7 de agosto que se cree que hay un sentido de unidad, y un sentimiento que hace a todos los que habitan este territorio iguales, y que a pesar de los conflictos puede que exista algo que permita hallar a Colombia entre sus habitantes, como una búsqueda que se emprendía hace más de 500 años y que llega a estas fechas, en medio de leyendas ancestrales, mitos fundacionales e historias mal contadas; una búsqueda que abarca toda esta tierra y que hoy sigue vigente como Colombia.

Cuando pasa este efecto patrio, de ser colombiano porque si, las dudas se avienen y la realidad nubla el entendimiento, no es fortuito este suceso, porque en estos últimos años es cuando más ha sido evidente por la mayor parte de las personas que el país se encuentra en crisis, aun cuando las causas que señalen sean diferentes, hay un elemento común y unificador, y es que a todos afecta en mayor o menor medida; sin embargo, lo que sea ha vivido en estos últimos años, no es nuevo, solo es la manifestación de lo que ha sido la historia colombiana, que aún se sigue resistiendo a definirse a sí misma; permitiendo que su identidad sea establecida o definida por quienes confunden más lo que significa nacer en Colombia.

Esta crisis se manifiesta en las diferentes esferas sociales, en la que se pone en tela de juicio la confianza y legitimidad del Estado por parte de los ciudadanos, lo que ha llevado que diferentes sectores de la sociedad se opongan a toda noción de orden, e intenten hacerlo como les sea posible, en otras palabras, la sociedad ha llegado a un enfrentamiento de unos a otros por sobrevivir, llegando hacer lo que sea necesario para subsistir, sin importar que pudieran acarrear sus actos individuales a nivel colectivo; esto bien puede parecer ser exclusivo del conflicto armado, sin embargo se debe mencionar que entre estos bandos enfrentados siempre ha existido un grupo de personas que ha sido espectador de lo que sucede, preocupándose por sus propios actos, sin esperar cambiar este país.

El verdadero problema en un país no son las luchas que se libren por dos bandos enfrentados, sino por la renuncia de la posibilidad de cambio del país por un sector de la población, un grupo personas que se está negando a ser parte del país porque cree que la solución no está en sí mismos, concediendo esta posibilidad de cambio. Esto significa que las facultades políticas con las que se cuentan en esta época no son suficientes para los ciudadanos porque no son efectivas sus posibilidades de cambio, y solo queda como opción seguir las mismas practicas que mantiene el estado de cosas que hoy se vive, es decir no importa cuanto se diga sobre la participación política, porque aun hay personas que no se sienten parte de la política.

Esta falta de reconocimiento del ciudadano con su compromiso social surge por la negación de sus posibilidades individuales, lo que refleja que no hay una construcción de identidad nacional, porque no se ha estructurado ese camino de Estado-Nación que permita a todos hacerse participes de llamarse colombianos, entendiendo el significado de cada uno en crearse a sí mismos y contribuir a este país. En que ser colombianos es mas que un acto de fe.

Debe tenerse en cuenta que Colombia ha sido una aparición presurosa e improvisada en la historia, en la que no ha sido posible pensarse, y se ha mantenido en luchas y renuncias por definirse a sí misma; mientras que a su alrededor surgen figuras como Policarpa Salavarrieta, Luis Antonio Calvo, Estanislao Zuleta, Francisco José de Caldas, Rogelio Salmona, Débora Arango y entre muchísimas más, que en sus obras expresan principalmente las posibilidades del colombiano, sin conformarse con la renuncia y sin limitarse a su entorno. Aunque su huella parezca borrada e ocultada por las practicas modernas, su legado permanece indeleble para quienes creen que aún están a tiempo de pensarse a Colombia, sin renunciar a su vida y a su compromiso con esta tierra que tanto merece.

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