El racismo en el Perú actual: ¿vigencia o declive?

Tema: El racismo en el Perú actual: ¿vigencia o declive?

El racismo discreto en el Perú

La cultura, su diversidad, el modo en que la gente vive, trabaja, se relaciona, ama, sueña y crea son reconocidos en el mundo entero como pilares del desarrollo humano. Ya no es posible sostener una idea de civilización que no valore los aportes de pueblos o situar al margen tradiciones, saberes y memorias. Ahora con la globalización, las diferencias entre las culturas se muestran en todo su esplendor, nutriendo nuestras sociedades y los proyectos que estas guardan. El Perú ha tenido una convivencia conflictiva con su diversidad, la cual la ha negado por un largo tiempo, ocasionando situaciones de exclusión que cuestan superar. El racismo en el Perú es un tema que genera diversas posiciones. Resulta común encontrar conversaciones sobre el tema que termina en un cruce de opiniones, experiencias, recuerdos y vivencias de alguna situación de maltrato o discriminación racial. Algunos dicen que desapareció debido a las medidas que se han usado para combatirlo como revalorar las lenguas, proteger los derechos colectivos, promover el enfoque intercultural y resaltar lo que antes fue poco valorado. Otros dicen que aún permanece escondido entre muchos de nosotros ya que es algo que está desde la conquista del Tahuantinsuyo y se desarrolló con la ayuda de los españoles que tenían un sentimiento de superioridad sobre los indios americanos, lo cual resulta muy difícil que desaparezca algún día. Da la sensación de que el racismo en el Perú ya no existe, pero se siguen usando términos como “cholo” y siempre aparece un comentario sumamente racista en las redes sociales o de algún famoso o político. A continuación, se argumentará por qué el racismo en el Perú sigue en vigencia.

¿Es tan importante el racismo en el Perú? Desde el momento de la conquista, el racismo ha jugado un rol importante en el Perú, un país en el que las brechas sociales y la incapacidad de las élites para observar y aceptar a la mayoría han impedido la creación de un proyecto nacional. No obstante, es normal escuchar que no existe racismo en el Perú, que todos somos mestizos y el factor racial no influye en nuestra vida cotidiana. Es cierto que las cosas ya no son como antes, pero sí perduran los valores sociales que jerarquizaron los atributos culturales y el color de piel de la población. Estos persisten a través de distintos términos (cholo, zambo, moreno, chino, etc.) que aún se utilizan para identificar a los diversos grupos de la sociedad limeña. El racismo es una manera de mirar al otro, pero también es una forma de mirarse a uno mismo. Muchos peruanos lo han vivido y lo han disimulado, evitado, enfrentado, sufrido, utilizado, ejercido, desviado, etc. Por lo que el uso de estos términos da alusión que el racismo aún permanece, pero de una manera discreta.

El racismo y la discriminación racial sí son factores cotidianos en la sociedad limeña, aunque no siempre se reconozca. Hay mucha discriminación, no se hace pública, la gente hipócrita lo trata de cubrir. Pero hay discriminación en todos los niveles. Indistintamente de raza a raza; es decir, no necesariamente blancos a negros, sino, por ejemplo, gente de raza negra a gente de raza china. Algunas pruebas de que el racismo aún perdura entre nosotros son los videos y audios de famosos o políticos lanzando frases o comentarios racistas, ya sea un reconocido actor o un congresista. Además, ¿Quién no ha vista a una señora cruza la pista porque si sigue caminando en esa vereda se va a topar con una persona de raza negra? ¿Por qué no hacen lo mismo con una persona blanca? Porque aún existen esos estereotipos de que, porque es negro, es malo o es un delincuente.

Portocarrero menciona la frase “El que no tiene de inga tiene de mandinga”, frase atribuida a Ricardo Palma. El autor alude que esta frase pretende definir al peruano como un occidental que no solo tiene de indio, sino también de negro, lo que le daría una importancia mayor, un valor de sabor y belleza. Sin embargo, la frase menosprecia lo negro y lo indígena. Es una contaminación que felizmente no compromete la esfera del ser en todo caso se refiere a la relación del peruano consigo mismo. Una idea que se pretende de orgullo, pero que lamentablemente la vergüenza permanece. Portocarrero también menciona que “la resistencia contra el racismo es profundamente ambigua y esto crea la posibilidad de un sujeto colectivo (criollo) supuestamente nacional, pero es un sujeto escindido, que no mira hacia su espalda, hacia su pasado, hacia su “mancha” indígena-negra”. De manera que la ideología del criollo, que el color no importa y que el peruano tiene un poco de todo, esconde la verdadera realidad de una idea de dominación étnica donde el color de la piel es una de las principales características que diferencian y jerarquizan. Un claro ejemplo es el mismo Ricardo Palma, él es hijo de gente con ascendencia negra, pero en todas sus fotos aparece como si fuera blanco. Esto ocurrió porque en los retratos fotográficos peruanos del siglo XIX y principios del siglo XX hay una tendencia a blanquear a los personajes destacados e importantes, ya que, según la lógica del siglo XIX, alguien importante tenía que ser blanco. Gracias al talento y a la figura de Ricardo Palma, el Perú era un país honrado por lo que, siguiendo la lógica del siglo XIX, tenía que ser blanqueado. Su naturaleza de mulato se le podía “pasar por alto” haciendo que pasara lo menos notorio posible. Este “blanqueamiento” aún perdura en estos años, por ejemplo, a Ricardo Palma lo siguen mostrando como si fuera blanco; también la mayoría de los peruanos usan filtros en sus fotos de las redes sociales para verse más blancos, esto demuestra de que la idea de ser blanco es ser superior aún perdura hasta la actualidad.

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