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Evolución del concepto de ciudadanía


Enviado por   •  3 de Febrero de 2019  •  Ensayos  •  1.476 Palabras (6 Páginas)  •  507 Visitas

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“EVOLUCIÓN DE LA CIUDADANÍA”:

La ciudadanía en nuestros días, es considerada como un derecho fundamental para las personas, trae consigo privilegios, ya que no cualquier persona es considerada ciudadano; los sistemas de gobierno establecen los mecanismos para otorgarle a una persona la ciudadanía y esto se debe, a la evolución de nuestra sociedad. Para reforzar esta idea, Gloria Amparo nos menciona que la evolución del concepto de ciudadanía se debe a: “Una pluralidad de hechos políticos y cambios sociales: la crisis de los Estados modernos, la violencia social, la emergencia de la migración indiscriminada, el multiculturalismo, la incidencia de la economía de mercado, el neoliberalismo, y muchas más”[1].

En el análisis sobre la evolución del concepto de la ciudadanía en Occidente, la autora menciona que se han formado dos conceptos, el de la ciudadanía como “actividad” y como “condición”. La primera es definida como una forma de vida, los pueblos sólo son importantes cuando son ciudadanos y participan en la vida política de sus países. La segunda concepción nace y se desarrolla con el pensamiento liberal, en los tiempos de las revoluciones del siglo XVII y el nacimiento de las repúblicas en el siglo XVIII.

El concepto de ciudadanía nace de Aristóteles, en su obra “La Política” señala que ciudadano es aquel que gobierna y a la vez es gobernado; se refiere a la persona como un zoon politikon, es decir, un animal cívico o político, que tiene la capacidad de socializar y relacionarse en sociedad. Para ello Lydia López nos menciona que: “De acuerdo con Aristóteles, el hombre es un ser que vive en la ciudad, la cual estaba conformada por una unidad política (Estado) y un conjunto de personas que en ella vivían, a quienes se les denominaba polites (un concepto similar al de ciudadanos”[2].

Para la época de la Edad Media el concepto desaparece y reaparece en el Renacimiento, en las ciudades-repúblicas italianas, las cuales eran independientes, desvinculadas de los Estados pontificios y de los modelos feudales reinantes y muchas de ellas llegaron a adoptar regímenes republicanos. Para el siglo XVIII, surge un nuevo lenguaje político, con énfasis en los derechos humanos, que se plasmaron en dos hechos históricos, la revolución americana y la revolución francesa, dando como resultados la Declaración de Independencia de los Estados Unidos y la Declaración Francesa de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.

Para el siglo XX, surge la idea de los Estados de bienestar, en donde se incluían la universalización de los derechos socioeconómicos y su incorporación al concepto de ciudadanía. En esta época surge el planteamiento del sociólogo Thomas Marshall, define a la ciudadanía como un estatus que se concede a los miembros de pleno derecho de una comunidad, integrándose en tres tipos de ciudadanía: civil, política y social.

Para retomar lo que plantea Marshal, Concepción Delgado Parra menciona que “La ciudadanía civil, incluye los derechos necesarios para la libertad individual sintetizados en la libertad de expresión, de pensamiento, de tránsito, de asociación, de acceso a la justicia. La ciudadanía política, se refiere al derecho de elegir y ser elegido (derecho de sufragio y de participar en parlamentos soberanos). Y, la ciudadanía social, alude a todo un abanico de derechos que van desde el mínimo bienestar económico y de seguridad, hasta el acceso a un patrimonio y una herencia común, que abarcan todo el espectro social destinados a permitir una porción de bienestar económico y seguridad para participar plenamente del patrimonio social y para vivir la vida de un ser civilizado, conforme los estándares prevalentes en la sociedad”[3].

En la actualidad, algunos autores como Fernando Quesada mencionan que el concepto actual de ciudadanía comprende tres dimensiones: “La primera es la titularidad, en ella, la ciudadanía implica ser titular de derechos y deberes; la segunda es la condición política, define al ciudadano por su capacidad de participar e intervenir en los procesos políticos y formar parte de las instituciones públicas de gobierno de la sociedad; y la tercera es la identidad o pertenencia, en ella, la ciudadanía se entiende como pertenencia a una comunidad determinada, con una historia y unos rasgos étnicos o culturales propios”[4].

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