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GUERRA EN IRAK

rocioromeromtz2 de Marzo de 2013

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Persia antes de la conquista

Desde el siglo I a. C., el río Éufrates había servido de frontera, aunque continuamente flanqueado, entre el Imperio Romano (más tarde Imperio Bizantino) y el Imperio Parto (más tarde Sasánida). La inmensa mayoría de las batallas, y también de las fortificaciones, se concentraban en las regiones de colinas del norte y en Armenia. Al sur, romanos y persas estaban separados por vastos desiertos, donde no los amenazaba más que las ocasionales incursiones de las tribus árabes. Ambos imperios concluyeron alianzas con pequeños principados árabes semi-independientes, que servían de estados tapón y protegían a Bizancio y Persia de los ataques beduinos. Los clientes de los bizantinos eran los Gasánidas de Jabiyah, y los de los persas, los Lajmíes de Al-Hira, clanes que estaban constantemente ocupados luchando entre sí, con lo que no afectaban considerablemente a la seguridad de los bizantinos ni de los persas.

En el siglo VI y siglo VII, ciertos factores echaron por tierra este equilibrio de fuerzas multisecular.

[editar] El equilibrio entre Bizancio y Persia amenazado

A poco de subir al trono, el Shahanshah (Rey de Reyes) ó Shah (Rey) persa Cosroes II venció (con el apoyo del emperador bizantino Mauricio) una rebelión peligrosa en el seno de su propio imperio (ver la rebelión del general Bahrâm Chubin). Luego dedicó sus esfuerzos a los problemas exteriores, en particular con los bizantinos, que habían vuelto a ser sus enemigos tradicionales del Imperio tras la deposicion y asesinato de sus amigo Mauricio a manos del general Focas (602-610); y durante algunos años el shah tuvo cierto éxito. Sus tropas, al mando del general Sharvaraz, saquearon y ocuparon Siria y Asia Menor, logrando avanzar hasta Calcedonia en 608. Entre 613 y 614, Sharvaraz extendió las fronteras occidentales persas hasta las ciudades de Antioquía, Damasco y Jerusalén y hasta Egipto. En esos momentos, Constantinopla (capital bizantina) estaba sitiada por los ávaros y se esperaba la llegada persa, pero dicho peligro se conjuró.

Los bizantinos, al mando de su nuevo emperador, el general armenio Heraclio (610-641), se reagruparon y rechazaron a los persas, tras desembarcar en Isos y atacar a las fuerzas iranies por la retaguardia. Aparte de esto surgieron desavenencias en el campo persa y el general Sharvaraz se apartó del mando persa. El ejército del shah Cosroes, al mando del general Rhahzadh, fue derrotado en la batalla de Nínive en 627 por el emperador Heraclio; los bizantinos recuperaron toda Siria y penetraron en las provincias de Mesopotamia, amagando la capital persa, Ctesifonte. A pesar de eso se le intentó pedir la paz al shah, pero Cosroes la rechazó de forma altiva.

[editar] Asesinato de Cosroes II y sucesión de monarcas débiles

En vista de esto, estalló en Ctesifonte una revuelta nobiliaria-militar encabezada por el principe Kavad, hijo del shah. Cosroes fue asesinado en el año 628, después de ver como degollaban a dieciocho de sus hijos. Kavad II asumió el poder, firmo la paz con Heraclio y fue asesinado poco después. Luego de estos hechos, los pretendientes al trono fueron numerosos: entre 628 y 632 hubo nueve reyes de Persia (Ardacher III, el general Sharvaraz, la princesa Boran, la princesa Azarmedukht, Ormuz VI, Cosroes IV, Cosroes V, Boran II). El último, Yazdgerd III (632-651), era nieto de Cosroes II y lo que se sabe de él es que era hijo único. Su fecha de nacimiento es desconocida.

[editar] Revueltas de los Estados vasallos árabes

Los clientes de los bizantinos, los árabes gasánidas, se convirtieron al cristianismo monofisita, considerado como herejía por la Iglesia ortodoxa. Los bizantinos trataron de suprimir la herejía, debilitando a los gasánidas y alimentando rebeliones en las fronteras del desierto.

A su vez, los lajmíes se rebelaron también contra el shah persa Cosroes II. Al-Nu‘man III (hijo de Al-Mundhir IV), primer rey lajmí cristiano nestoriano, fue derrocado y muerto por Cosroes II, porque había tratado de librarse de la tutela persa. Después del asesinato de Cosroes, el Imperio Persa se fragmentó, y los lajmíes consiguieron una independencia de hecho.

Es probable que el debilitamiento del tapón que constituían gasánidas y lajmíes facilitara la invasión árabe-musulmana por Irak y Baréin.1

[editar] Ascensión del Imperio islámico

Al morir el profeta Mahoma en 632, la inmensa mayoría de la actual Arabia había sido unificada bajo la bandera de la nueva religión, el Islam. Pero también había grupos de beduinos y aldeanos arabo hablantes instalados en los confines de la estepa siria,2 por lo que todo régimen que pretendiese unificar a los árabes debía conquistar la estepa siria. Bajo el mando de Abu Bakr, primer califa y sucesor de Mahoma, los musulmanes restablecieron su dominio de Arabia ( Guerras Ridda ) y lanzaron después campañas contra los árabes restantes en Siria y en Palestina.

Sin embargo, se produjo una colisión con los imperios bizantino y sasánida, que se disputaban sus territorios desde hace siglos. Pronto, las guerras dejaron de tener por objetivo la consolidación de las tribus árabes para transformarse en operación de conquista.

[editar] Conquista islámica de la Mesopotamia persa

La crisis política sasánida posterior a la muerte de Cosroes II dejó a los iraníes en posición de debilidad frente a los invasores árabes. En un principio, los musulmanes trataron de afianzar su control de las lindes del desierto y el reino de los lajmíes. La ciudad fronteriza de Al-Hira (antigua capital de los lajmíes) cayó en sus manos en 633.

Los sasánidas, reorganizados bajo la égida del shah Yazdgerd III, contraatacaron, y obtuvieron una importante victoria en la Batalla del Puente en octubre de 634.

Tras una victoria decisiva de los musulmanes del general Jalid ibn al-Walid contra los bizantinos en la Batalla de Yarmuk (Siria, 636), el segundo califa Omar, pudo desplazar tropas hacia el este y retomar la ofensiva contra los sasánidas.

[editar] La batalla de Qādisiyya

En torno al año 636, Rostam Farrojzād, consejero y general de Yazdgerd III, hizo atravesar al lado occidental del Éufrates a un ejército de 100.000 hombres para batirse en la batalla de Qādisiyya, junto a la actual ciudad de Hilla, en Irak. Algunos han criticado la decisión del general de enfrentarse a los árabes en su propio terreno, al borde del desierto, arguyendo que los persas habrían podido resistir luchando en la orilla oriental del Éufrates.

El califa Omar decidió reemplazar al general Jalid ibn al-Walid por un miembro importante de la tribu Quraysh, y desplegó una caballería de 30.000 jinetes, a las órdenes del famoso Sahaba Sa`d ibn Abī Waqqās, contra las tropas persas. En la batalla que siguió, dominaron inicialmente los iraníes, gracias a sus elefantes, pero al tercer día de combate, los musulmanes tomaron ventaja por la velocidad de su caballería. El general persa cayó preso y fue decapitado. Según las fuentes islámicas, las pérdidas de los iraníes fueron inmensas, mientras los árabes no perdieron más que 7.500 hombres. El tamaño de las tropas presentes y la disparidad de las pérdidas pueden ser exageraciones posteriores, pero la victoria aplastante de los árabes es indiscutible.

Tras la batalla, las tropas árabes musulmanas de Sa`d ibn Abī Waqqās se abrieron camino hasta la capital persa, Ctesifonte (en árabe, Madā’in), que tras un breve asedio, fue evacuada por el shah Yazdgerd III. Después de la toma y saqueo de la ciudad, los árabes prosiguieron hacia el este, persiguiendo a Yazdgerd y a los restos de su tropa. En poco tiempo, los ejércitos árabes rechazaron un gran contraataque de los sasánidas en la batalla de Jalūlā’, y salieron vencedores de otros enfrentamientos en Qasr-e Shirin y Masabadhan. Desde Siria y del centro de Mesopotamia se destacaron dos contigentes árabes que ocuparon el norte de Mesopatamia y se dispusieron a atacar Armenia. Para el año 640, los árabes controlaban toda Mesopotamia, incluyendo la actual provincia iraní de Juzestán.

Para asegurar sus nuevas conquistas, los árabes fundaron dos campamentos militares, Kufa y Basora, que pronto se transformaron en florecientes ciudades y centros de difusión de su cultura. En estas ciudades nacerían las escuelas de gramatica que habrían de sistematizar el idioma árabe.

[editar] Conquista del altiplano iraní

Se dice que el califa Omar no tenía intención de enviar sus tropas más allá de los montes Zagros ni al Altiplano Iraní. Este hecho se explica tradicionalmente porque quería conservar una barrera entre árabes y persas. Comentarios posteriores justifican el buen sentido de dicha estrategia por la necesidad de evitar un despliegue excesivo de las fuerzas árabes. Éstas, efectivamente, acababan de conquistar vastos territorios que aún necesitaban administración y tropas de pacificación.

Los generales y guerreros de Omar querían más acción. Alegaban que el shah Yazdgerd III podía aún convertirse en una amenaza si se lo dejaba reunir tropas con calma. La persistencia del estado persa era una incitación a la revuelta en los territorios conquistados. Por último, aquellos árabes que se sentían perjudicados en la distribución de tierras y botín obtenidos en las conquistas de Mesopotamia insistían para organizar nuevas expediciones.

Omar cedió, y las tropas árabes que atravesaron

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