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GUERRA DE IRAK

luluycokito19 de Noviembre de 2013

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Una guerra de desgaste

Para Irak, la peor consecuencia de la guerra con Irán fue el empobrecimiento del país: el inmenso coste financiero de la guerra había dejado su economía tan débil y las infraestructuras tan dañadas que apenas podía servirse de su disminuida producción de petróleo para sufragar la inmensa deuda de guerra.

Hasta 1980 Irak tenía superávit gracias a las exportaciones de petróleo. Durante el conflicto se gastó un 150 % de sus ingresos por la venta de crudo en sufragar la guerra, y suscribió préstamos multimillonarios. Sólo a sus vecinos del Golfo Pérsico les adeudaba 30.000 millones de dólares y 17.000 a Kuwait.

Prisioneros de guerra iraquíes vuelven a casa doce años después acabar la guerra. En 2000, Irán liberó cientos de prisioneros como acto de buena voluntad. REUTERS

Por si fuera poco, los países occidentales cortan las líneas de crédito y sus acreedores en el Golfo, que le reclaman el pago de la deuda, incrementan su producción de crudo para abaratar los precios. Kuwait se hizo con parte de la cuota de producción que la OPEP había designado a Irak. Era imposible devolver los préstamos.

La asfixia económica condujo a Sadam Hussein a dar un desesperado paso adelante en 1991: invadir Kuwait.

Enormes pérdidas humanas

Aunque las cifras de la guerra entre Irak e Irán son imprecisas, se estima que 1.100.000 personas perdieron la vida, aunque otras fuentes elevan la cifra a dos millones. Cada uno de los ejércitos perdió 200.00 soldados. El resto, en su mayoría mujeres y niños, fueron civiles.

En el capítulo de los heridos, se calcula que fueron aproximadamente dos millones, muchos de ellos mutilados. Los que sobrevivieron a los ataques con armas químicas padecieron tremendas consecuencias. Se estimó en varios millones los refugiados y en 60.000 los prisioneros que ambas partes siguen, todavía hoy, intercambiándose.

El alto el fuego se limitó a poner fin a la lucha y a devolver la situación territorial al statu quo anterior a la guerra. A pesar de que la Resolución 598 de la ONU establecía que debían resolverse todos los asuntos pendientes, las negociaciones permanecieron bloqueadas por ambas partes durante dos años.

Hace ocho años, el 20 de marzo de 2003, el ex presidente George W. Bush declaró la guerra al Irak de Saddam Hussein. Los cielos se abrieron, una lluvia de bombas y balas. La guerra parecía haber terminado muy pronto. La gente se alegró, Saddam se había ido, pero aún no se encuentran y Bush declaró misión cumplida. Sin embargo, los meses y años después de este discurso de la victoria contó una historia diferente. La violencia sectaria entre chiíes y Sunnies y todo el mundo contra las fuerzas aliadas convertido a Irak en una zona de guerra civil. 8 Años de lucha, miles de muertos, cientos de miles de heridos y la generación de niños que crecen en un ambiente hostil se ha traducido en un país de Saddam Hussein libre, pero es Irak un lugar más seguro para ello?

Irak ha jugado desde siempre un papel central en el mercado petrolero del Medio Oriente y de hecho fue la fuente original del petróleo de la región. Un documento de 1947 de la planeación gubernamental de los Estados Unidos intitulado "United States Petroleum Policy" establece: los Estados Unidos deben de buscar la "eliminación o modificación de las barreras existentes a la expansión de las operaciones petroleras Americanas en el extranjero" y "...promover...la entrada de nuevas firmas Americanas en todas las fases de las operaciones petrolíferas extranjeras". Hasta mediados de los años 50 la mayor "barrera" en Irak era la Gran Bretaña, para quienes el petróleo fue la principal recompensa por su colonización temprana en gran parte de la región. De hecho, cuando la Standard Oil de California aseguró la primera concesión occidental en Arabia Saudita en 1932, un consorcio mucho más grande y poderoso estaba ahí para impedir el trato, la "Iraq Petroleum Company" (IPC). La IPC, de dominio Británico, no pensaba que se harían descubrimientos de nuevos mantos petrolíferos en Arabia Saudita (opinión general de aquella época), y ya contaban con más petróleo del que podían manejar en Irak, así que permitieron a los Estados Unidos hacerse de un pequeño nicho en la península Arábiga. La IPC, precursora de compañías como la BP (British Petrol), Shell, Total (de Francia) y Exxon, suprimió por muchos años las noticias de descubrimientos de mantos petrolíferos en Irak y a través de varios mecanismos mantuvo una baja producción con objeto de mantener precios altos. Estas prácticas restrictivas comenzaron en los años 30 y continuaron hasta los 60’s, como habría de descubrir el Subcomité del Senado Norteamericano sobre Corporaciones Multinacionales en el año de 1974. Un documento interno de la IPC de 1967 demuestra que la compañía descubrió vastos depósitos de petróleo, pero "impidió su explotación y no los clasificó en forma alguna porque la apertura de dicha información habría provocado que las compañías" complicaran su posición negociadora con el gobierno Iraquí.

Sin embargo, los intereses petroleros extranjeros tienen un gran enemigo: el nacionalismo; es decir, las tendencias de los líderes o el pueblo de querer beneficiarse por ellos mismos de sus propios recursos. Por algunos años los nacionalistas árabes fueron liderados por el presidente Egipcio Nasser, quien por mucho tiempo fue máximo inspirador en el mundo árabe por sus desafíos al neocolonialismo occidental. Libia fue el primer país en convertirse en enemigo de los Estados Unidos en 1969. Compañías occidentales en Libia suministraban entonces a Europa con petróleo que era valioso por su cercanía y por su bajo contenido en sulfuro.

La IPC estaba administrando su producción de acuerdo a los intereses mundiales de las Compañías participantes y no solamente según los intereses del pueblo iraquí. Andreas Lowenfeld notó que "Esto, por supuesto, ha sido una de las principales imputaciones del gobierno de Irak en contra de la IPC". El conflicto entre las corporaciones y el gobierno Iraquí comenzó en 1972, cuando el gobierno decidió nacionalizar las propiedades de la IPC. Después de la dolorosa batalla, la IPC finalmente firmó el acuerdo de nacionalización el 28 de febrero de 1973, recibiendo compensaciones económicas de Bagdad, pero sin compensaciones de compra (esto es, compensaciones en las cuales las compañías petroleras tienen el derecho a comprar grandes cantidades de petróleo a precios preferenciales) ni para las compañías británicas ni para las americanas (aunque si para Francia). El movimiento fue inmensamente popular: el vicepresidente Saddam Hussein los resumió como: "Nuestra riqueza ha vuelto a nosotros". Ahora, los miembros sobrevivientes del cartel de la IPC, tres de las compañías públicas más grandes del mundo, BP, Shell y ExxonMobil, han manifestado su interés en explotar la caída de Saddam Hussein para recuperar sus viejas posesiones en Irak, argumentando que el acuerdo de nacionalización-compensación fue firmado bajo presión. El profesor Thomas Walde, antiguamente el principal consejero interregional sobre la legislación del gas y petróleo, ha observado con respecto a las empresas petroleras, que, "Si yo fuera su asesor, convertiría esto en carta de negociación con el nuevo gobierno. Podría jugar un importante papel en la carrera por obtener contratos". Así que tenemos que hay grandes ganancias en juego, todas en términos de contratos para reconstruir la industriapetrolera Iraquí y para desarrollar nuevas concesiones; con grandes beneficios en el horizonte.

Ésta segunda guerra entre Estados Unidos e Irak será también la culminación de un proceso que comenzó hace medio siglo, cuando los Estados Unidos por primera vez emplearon a su "Central Intelligence Agency" (CIA) de forma secreta e ilegal para derrocar a un gobierno electo democráticamente. El Golpe de Estado maquinado por la CIA en contra del Primer Ministro de Irán, Mohammad Mossadeq, comenzó una cadena de eventos que incluyeron la revolución del Ayatollah khoemeini en 1979 en contra del entonces Sha y su mandamás los Estados Unidos. Esta revolución destruyó uno de los "pilares gemelos" de la estrategia americana en el Golfo: el cultivo de estados-cliente autoritarios y antidemocráticos en Arabia Saudita e Irán como fuente de petróleo y bastiones en contra de la Unión Sovietica. La revolución islámica de Irán demandó entonces una reestructuración mayor de la política exterior Norteamericana de la zona. En el mismo año, la Unión Sovietica invadió Afganistán y los Estados Unidos secretamente comenzaron a armar la resistencia afgana antisoviética, así como también a Osama Bin Laden. Esto puso en movimiento una serie de intrincadas series de realineamientos que en última instancia condujo a los veteranos de la resistencia afgana antisoviética a organizar los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 en contra de Nueva York y Washington.

Después de la revolución de 1979 en Irán, los Estados Unidos decidieron respaldar al entonces jurado enemigo de los Clérigos Islámicos: el tiránico presidente Saddam Hussein. En septiembre de 1980, Saddam invadió Irán. Cuando parecía que Irán derrocaría a Saddam, la administración Reagan secretamente comenzó a proveerle con imágenes de inteligenciasatelital y armamento, incluidos los precursores para el desarrollo de armas biológicas y los ingredientes básicos para los agentes químicos que utilizó, en palabras del presidente Bush, "para gasear a su propia gente". La guerra de Irán e Irak terminó con una terrible

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