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Informe al príncipe de Fobos


Enviado por   •  25 de Marzo de 2022  •  Reseñas  •  3.371 Palabras (14 Páginas)  •  42 Visitas

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Informe al príncipe de Fobos

Querido príncipe: Llevo unos días infiltrado en el planeta azul, el tercero a partir del sol y esto es lo que he observado:

Hay, muy cerca del lugar en que aterricé sin que me vieran, tres recintos, lo suficientemente grandes para albergar a decenas de personas. En uno de ellos entran unas fibras que salen convertidas en hilos. Al segundo llevan los hilos, que salen hechos telas, que llevan al tercer lugar, del cual salen abrigos. Después de haber hecho la transformación correspondiente,  las personas,  extenuadas, salen de los recintos. Les he oído hablar. "Soy hilandera”, "soy textil" o "soy sastre". Eso dicen de sí mismos. Dicen que son lo que hacen. Pero también, y esto es lo raro, hay en cada uno de esos lugares alguien que dice: "Hago hilos", "hago telas" o "hago abrigos". Y lo raro es que no los he visto tocar una bobina, un rollo de tela o sentarse a una máquina de coser.

Hasta aquí lo que he podido averiguar. Demás está decirle que me resulta muy asombroso que alguien diga "yo hago", cuando no hace y, más aun, que lo diga convencido y no con intención de engaño. Y todavía me produce más asombro que los que verdaderamente logran las transformaciones, no puedan ver que son ellos quienes las hacen. Seguiré indagando y espero en mi próximo informe poder explicar la razón de estos raros comportamientos.

Segundo informe al Príncipe de Fobos

Querido príncipe: Otra cosa extraña he notado en el planeta azul. Recordará, Su Alteza, que hay aquí recintos en los cuáles las personas se reúnen para realizar transformaciones (de fibras a hilos, de hilos a telas, de telas a abrigos). La novedad que habré de informarle tiene que ver con otros recintos, más pequeños, en los que no se realiza ninguna transformación. Si les llegan abrigos, por ejemplo, de allí salen abrigos. La diferencia es que salen en poca cantidad, la mayoría de las veces de a uno, y en manos de una persona. Son evidentemente centros de distribución como los que tenemos en Fobos. Pero noto una diferencia con los nuestros que todavía no he llegado a comprender. Para recibir los abrigos, las personas entregan unos papeles numerados con imágenes, a veces muchos, a veces menos. Esos papeles tienen distintos números 1, 5, 10 y distintas imágenes y he notado que hay una equivalencia entre unos y otros. Diez de algunos equivalen a uno de otro número 1 e imagen. Porque las personas del planeta usan el sistema numérico de base diez 10, probablemente porque sus extremidades terminan en cinco dedos cada una de las dos manos. Otros tienen una equivalencia de cinco a uno y otros de dos a uno. Me resulta evidente que los abrigos son mucho más valiosos que los papeles que entregan por ellos. Difícilmente estos papeles puedan cubrir a las personas del frío. Sin embargo, y esto es lo más curioso, las personas entregan estos papeles con gran pesar mientras que los que los reciben lo hacen con gran alegría. Seguiré investigando, pero arriesgo una hipótesis: los papeles tienen un valor simbólico en base a ideales tan fuertemente arraigados que hacen olvidar el hecho de que el abrigo vale mucho más porque protege del frío que, aunque no es tanto como en nuestro amado Fobos, se cobra bastantes víctimas en ciertas épocas, por lo general entre personas que no tienen casas ni papeles para intercambiar por abrigos y que usan los que otros descartan. En esto se nota el valor exagerado que le dan a esos papeles, ya que no entregan abrigos a una persona que morirá por no tener uno, si no es a cambio de ellos. Vale decir, querido Príncipe, que las personas del planeta azul le dan más valor a un puñado de esos papeles que a la vida de un semejante. Por mucho que lo pienso, no lo puedo entender.

Tercer informe al Príncipe de Fobos

No dejan de asombrarme las costumbres en el planeta azul. Ya me habían sorprendido los hechos de que los que nada hacen digan "yo hago", de que los que hacen no vean que son ellos los agentes de transformación y que cambien lo que hacen, cosas muy útiles, por papeles completamente inútiles. Ahora que me puse analizar el valor expresado en esos papeles llegué a una conclusión mucho más sorprendente. Descubrí que si se suman las cantidades que representan los papeles entregados por toda la producción de abrigos, el valor supera en mucho al entregado por los recintos pequeños a los grandes. La diferencia es retenida por los distribuidores en parte y entregada en una proporción mayor a los productores de abrigos. Lo mismo sucede con el valor de estos con respecto al valor de las telas empleadas para hacerlos. En los recintos que hacen abrigos queda retenida una buena parte del valor de lo n producido y otra mayor va a los recintos que entregan telas y allí la operación es la misma con respecto a los que producen hilos. El resultado final es que cada recinto productor queda retenida una cantidad. Vi algo de lógica en esto cuando noté que ese excedente se reparte entre los productores. No es esto lo que me sorprendió.

Estos papeles no sólo producen alguna satisfacción a quienes los reciben, sino que ellos los cambian a su vez por cosas útiles. Lo que me resultó y sigue resultando completamente irracional es la proporción en la que se reparte, porque el que nada hace, salvo este reparto, se queda con una parte muy superior a la que se reparte entre todos los demás, que son los que hacen la transformación. El resultado es que estos canjean todos sus papeles por las cosas que necesitan y aún les quedan muchas necesidades por cubrir, en tanto que el repartidor nunca termina de gastar los suyos aun cuando tiene satisfechas todas sus necesidades. ¿No es este un modo muy injusto de repartir? Ruego a su Alteza que si los sabios de Fobos encuentran alguna explicación, me la haga saber, ya que este asunto me quita el sueño.

Cuarto informe al Príncipe de Fobos

Su Alteza ya habrá comprendido, sin que yo haya incluido una palabra al respecto en informes anteriores, que el mismo proceso que siguen las fibras para llegar a ser abrigos lo siguen muchos otros productos de la naturaleza del planeta azul, que por cierto es extremadamente generosa. Los árboles terminan convertidos en muebles y una gran cantidad de otros productos, los minerales en aceros, que a su vez usan para construir máquinas, las rocas en cemento y así con todo lo que extraen, tal como hacemos en Fobos, pero de un modo bastante descuidado, que según mis cálculos, terminará por destruir bien pronto muchas de las fuentes que generan esos insumos.

Amado Príncipe, es probable que tú sabiduría te permita entender estos desatinos que cometen los habitantes del Planeta Azul. Yo no llego a hacerlo. Me animo, sin embargo a formular una hipótesis: su escasa comprensión de ellos se debe a su corta existencia. Muy pocos de ellos llegan a cien de sus años que, como se sabe y para peor, duran menos que los  nuestros. La mayoría apenas pasa de los ochenta y no en óptimas condiciones, de modo que mucho antes dejan de ser recibidos en los recintos de transformación y otros más jóvenes toman su lugar. Si su Alteza cree que estos ancianos son colocados en un lugar de privilegio, en razón de los muchos servicios que han dado, como hacemos en Fobos, se equivoca. Son tratados como estorbos, tienen muchas carencias y rara vez puede vérselos satisfechos. Aquellos de quienes les hablé en otros informes, los que reciben los papeles símbolo a cambio de las transformaciones que realizan, con todo lo injusto que es el trato que reciben, están en mejores condiciones que ellos. Y también sus hijos. Pero pronto pasan a la situación de no productividad y sus hijos toman sus puestos. Y otro tanto sucede con los zánganos que se llevan la mayor parte, que envejecen y dejan el lugar a sus hijos y así la injusticia se perpetúa.

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