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Interpelarse desde el privilegio, nunca tan difícil y tan necesario


Enviado por   •  22 de Junio de 2020  •  Prácticas o problemas  •  1.405 Palabras (6 Páginas)  •  107 Visitas

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Interpelarse desde el privilegio, nunca tan difícil y tan necesario.

Agustín Alvarez Vega

Los días 2 y 3 de noviembre fueron los elegidos para realizar un plan, el Encuentro Provincial de Masculinidades Antipatriarcales (EPMA). Un intento de Encuentro Nacional de Mujeres, pero en Mendoza, sin historia previa, sin su masividad y protagonizado por varones y masculinidades diversas. Un plan que fue un éxito desde el punto de vista operativo y de convocatoria, pero dudo, por lo menos desde mi persona y teniendo en cuenta que fui organizador, que haya cumplido expectativas no solo mías, sino de personas que protagonizan estos espacios dedicados a la construcción de una alternativa al patriarcado y que lo combaten desde su principal trinchera, desde el cuerpo. Pero esa es mi versión.

De todas formas, no quito la importancia de la creación del antecedente y la formación de un grupo… Que haya resonado la palabra “organización” me genera esperanza y poco a poco veo que, si las masculinidades nos dedicamos a encerrarnos más de 24 horas en un espacio reducido, incomodes, cercanes, algo puede generarse, algún rayito de luz puede verse. Pero solo después de esa instancia, solo después de salirnos de nuestra cotidianeidad privilegiada, solo después de ver a alguno que intenta acomodarse las partes de su subjetividad, todo herido, luego de que lo revolcó el “tsunami verde” e intentar sonreírle en una suerte de empatía y abrazarlo, intentar cuidarlo. Solo después de volver a verme como un ser violento y volver a reinterpretar el consentimiento.

Resumidamente, el EPMA constaba de distintas áreas de encuentro entre todos los participantes. Una primera instancia a la mañana, fue para reflexionarnos e introducirnos en el ambiente, un grupo desde lo “rosquero”, desde el dialogo y otro interpelándose desde el cuerpo y dinámicas lúdicas. Luego del almuerzo, comenzaron los talleres: Infancias y crianzas, a cargo de la agrupación Ubuntu, Salud Sexual, Diversidad y Disidencias y Biodanza - Afectividad. Durante toda esta etapa, el caudal de personas se incrementó y así también la incomodidad. Como nos cuesta estar incomodos. Así debe ser.

Luego, se hizo un taller que encaraba: Violencia y Privilegio, con el disparador ¿Cuál es el límite? Éste nos interpeló a todos y nos encontró a todos de una forma muy distinta a la que manejábamos anteriormente y por eso fue bastante rico, pero como con todas las instancias humanas que concentran muchas personas, las interpretaciones sobre el lugar y de un mismo hecho, son demasiado diversas y, a veces, desafortunadas. El principal aprendizaje es sobre nuestra normalización como varones de muchas violencias específicas, por ejemplo, la mirada. El sostener la mirada, el increpar con la mirada, el atenernos a una consigna de “mirarse” ya genera el plano competitivo, ya provoca el desafío. Ansiamos que la otra persona se sienta transgredida por nuestra mirada. Todo el discurso progre y feministoide se cae en ese momento. Allí, es cuando lo violento, lo manipulador y lo invasivo se manifiesta y se hace carne, así como nos agrede. Luego de la reflexión en clave a esto que quedó explicito, se pasó a tratar de crear, grupalmente, algunas reflexiones en torno a esto que vivenciamos y lo que entendíamos como violencia. Pareciera que a través de lo discursivo (donde más cintura tenemos las masculinidades) es desde donde le escapamos al hecho de que corporalmente nos incomodamos la mayoría en la instancia anterior. Esta parte no fue de mayor profundidad, y así fue como terminó el primer día.

El domingo empezó con todos esperando a que les panelistas llegaran. Alejandra Ciriza, reconocida feminista y activista por los derechos humanos. Eugenia Figueroa, integrante de la comunidad coya, antirracista y feminista. Ricardo Quiroga, psicólogo social que forma parte del colectivo LGBTIQ+. Esas fueron sus presentaciones. No podríamos haber pedido mejor panel para interpelar a varones blancos, clase media, heterosexuales que ni se imaginaban lo que les esperaba cuando estas furias soltaran la lengua.

Emocionalmente me superó la intensidad de sus discursos, de sus palabras, de sus vivencias, del compromiso político, de las imágenes que se formaban en mi cabeza, de sus lágrimas, de su racconto permanente de la situación de vulneración histórica y sistemática de las comunidades racializadas, de las mujeres, las disidencias argentinas. Impecables en sus militancias y en sus reclamos. Su cuerpo, Su trinchera, y Alejandra fue la que así lo manifestó, “Soy bien mujer, mi cuerpa está marcada de esta forma”. Lu, una persona no binarie fue la gran ausencia de esa instancia, pero su poema y su ansia de hacer carne y palabra su deseo no hegemónico, retrató la única forma de crear y recrear conceptos y sentí/pensares que trascienden la norma de nuestro lenguaje sexista. La poesía y su función liberadora para los feminismos y las disidencias que Audre Lorde defendía. “¿A qué tiranías os sometéis día tras día, tratando de hacerlas vuestras, hasta que por su culpa enfermáis y morís, todavía en silencio?”, decía el texto de “La extranjera, la hermana” de esta poeta negra y lesbiana. Entre lágrimas y regalos, sólo pudimos agradecerles por tanta intensidad y alma puesta, y seguirlas teniendo como ejemplo en nuestra lucha y nuestro horizonte de activismo y liberación. Este sería un breve resumen de lo que ocurrió durante toda esta experiencia, por lo menos desde mi perspectiva.

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