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LA SOCIEDAD FEUDAL FUENTES Y FRAGMENTOS Los pueblos germánicos


Enviado por   •  19 de Marzo de 2019  •  Documentos de Investigación  •  2.155 Palabras (9 Páginas)  •  213 Visitas

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HISTORIA DEL PENSAMIENTO ECONÓMICO Y SOCIAL Y TP

PROF. ANA LAURA SOFIA

LA SOCIEDAD FEUDAL

FUENTES Y FRAGMENTOS

Los pueblos germánicos

“Eligen a los reyes de entre la nobleza y a los jefes por su valor. El poder para los reyes no es ilimitado ni arbitrario. Los jefes, más con el ejemplo que con la autoridad, si toman una decisión, si atraen las miradas, si combaten delante de todos, ejercen el mando por la admiración que producen…

…En los banquetes los guerreros deliberan sobre la elección de los jefes, sobre la paz y la guerra…”

Tácito. La Germania. (Tácito fue un historiador romano que escribió en el siglo I. Conoció a los pueblos germanos que, en ese momento, habitaban en las fronteras del Imperio).

Los reinos romano-germánicos

[pic 1]

“En aquel tiempo el rey Clodoveo permanecía aún en el error del paganismo y fue a la guerra contra los alemanes […]. Cuando el rey vio la matanza de su pueblo y la dureza de sus enemigos, temió la derrota antes que la victoria. Alzó su vista al cielo y dijo ’Dios todopoderoso, al que mi reina Clotilde adora con corazón y alma, te ofrezco mi perpetuo servicio a tu fe si me das la victoria sobre mis enemigos’. Instantáneamente sus hombres se llenaron de un ardiente valor y un gran miedo atacó a sus enemigos y huyeron de la batalla y la victoria quedó del lado del rey y de los francos”.

Crónica de San Denis, siglo xiv.

“Como es de todos sabido que no tengo con qué alimentarme ni vestirme, he solicitado de vuestra piedad, y vuestra voluntad me lo ha concedido, poder entregarme o confiarme a vuestra protección. Lo hago con las condiciones siguientes: debéis ayudarme y sostenerme, tanto para el alimento como para el vestido, según yo pueda serviros y merecerlo. Mientras viva, os deberé el servicio y la obediencia compatibles con la libertad, y no tendré en toda mi vida el derecho de sustraerme a vuestro poder o protección.”

La aristocracia feudal

“Los grandes poseen amplias porciones del espacio alimenticio; la mayor parte de los esclavos les pertenecen; un gran número de campesinos libres les deben el recinto en el que viven, los campos que cultivan y el derecho de recorrer los bosques. Esto permite a la aristocracia apropiarse de una gran parte de las fuerzas de esta población famélica y extraer para su uso una porción de los escasos excedentes de las pequeñas explotaciones. A través de los derechos sobre la tierra, los reyes, sus amigos, los nobles, el clero de las catedrales y los monasterios acumulan en sus graneros, en sus bodegas una proporción considerable de lo que produce este campo salvaje e ingrato y este campesinado despojado.”

Georges Duby, Guerreros y campesinos, Madrid, Siglo XXI, 1999.

 

“La primera función de los grandes dominios de la época carolingia era permitir a unos pocos hombres vivir en la ociosidad y la abundancia, sustentar la magnificencia de una elite muy restringida de “grandes”. En una civilización primitiva y en una época de penuria alimenticia generalizada, el poderoso es en primer lugar aquel que puede comer tanto como quiere. Es también, sobre todo, el que puede dar de comer a otros, el “generoso”, y su autoridad se mide por el número de hombres a quienes mantiene, por la importancia de su “casa”. En torno a los señores laicos y religiosos vivía una pléyade de comensales: sus parientes, sus amigos, los huéspedes y finalmente una multitud de servidores.

No hay que imaginar, sin embargo, que la actitud de señores y administradores estaba dictada por un deseo de desarrollar la explotación y aumentar los beneficios; esta mentalidad era ajena a la época. No se trataba de acumular riquezas, sino de tener siempre medios de distribuir limosnas a su alrededor, de extender siempre su familia e incrementar el número de protegidos. En esta época, el valor fundamental era la adhesión personal y el servicio”.  

Georges Duby, Economía rural y vida campesina en el Occidente medieval, Barcelona, Altaya, 1999.

El derecho de ban

“Permitía a quienes lo tenían tomar cuanto podía ser cogido en las casas campesinas: moneda, cosechas, ganado e incluso trabajo por medio de requisas para la reconstrucción del castillo o para el transporte de productos. Era en la práctica una especie de saqueo, legitimado, organizado, moderado sólo por la nueva moral de la paz y por la resistencia de la solidaridad campesina.

Georges Duby, Guerreros y campesinos, Madrid, Siglo XXI, 1999.

El señorío

[pic 2]

Los tributos

“Por San Juan los campesinos deben segar los prados del señor y llevar los frutos al castillo. Después deben limpiar los fosos. En agosto deben llevar a la granja la cosecha del trigo, A comienzos del invierno deben trabajar la tierra del señor para prepararla y sembrarla. Por Navidad, los pollos buenos. El Domingo de Ramos, los corderos. Después deben trabajar en la herrería, ir al monte y cortar la leña para el señor y hacer con su carreta todos los transportes del señor. Añadid además, que el molinero del castillo, por moler el trigo del campesino, se queda con una parte del grano y otra de la harina; que para cocer el pan también hay que pagar.”

Cuento del siglo XIII

El rol de la Iglesia católica

Un campesino del pueblo de Chatillon, perteneciente a la abadía de Saint-Benoit-sur-Loire, decide no respetar la fiesta del santo patrono y llevar la carreta de heno a su casa en lugar de entregarlo como tributo. No fue una feliz idea, pues los rayos celestes le abrasaron el cargamento y, al no tener ya nada de qué tirar, los bueyes se perdieron por los campos. El labrador prometió no volver a reincidir y con esta condición el bienaventurado San Benito le siguió protegiendo.

Anécdota de los Milagros de San Benito, capítulo XII libro V, escrito por el monje André de Fleury hacia el año 1050.

“El orden eclesiástico no compone sino un solo cuerpo. En cambio la sociedad está dividida en tres órdenes. Aparte del ya citado, la ley reconoce otras dos condiciones: el noble y el siervo que no se rigen por la misma ley. Los nobles son los guerreros, los protectores de las iglesias. Defienden a todo el pueblo, a los grandes lo mismo que a los pequeños y al mismo tiempo se protegen a ellos mismos. La otra clase es la de los siervos. Esta raza de desgraciados no posee nada sin sufrimiento. Provisiones y vestidos son suministradas a todos por ellos, pues los hombres libres no pueden valerse sin ellos. Así pues la ciudad de Dios que es tenida como una, en realidad es triple. Unos rezan, otros luchan y otros trabajan. Los servicios de cada uno de estos órdenes permiten los trabajos de los otros dos.”

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