LAS RELACIONES ECONÓMICAS INTERNACIONALES Y LA TEORÍA ECONÓMICA EN EL ENTORNO DE LA GLOBALIZACIÓN
evemariela1625 de Julio de 2014
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LAS RELACIONES ECONÓMICAS INTERNACIONALES Y LA TEORÍA ECONÓMICA EN EL ENTORNO DE LA GLOBALIZACIÓN
I. Antecedentes para entender la Globalización
Las relaciones entre los distintos países están influidas por múltiples factores, y resulta imposible la estimación de aspectos parciales de esta realidad sin, al menos, ubicar los mismos dentro de un contexto amplio y general.
Registrada la conclusión de la Segunda Guerra Mundial, las relaciones económicas internacionales estuvieron signadas por la tensión política prevaleciente entre los Estados Unidos (EUA) y Rusia (URSS), países que emergieron vencedores de dicha conflagración e impusieron al resto del mundo sus conflictos a partir de dos esquemas antagónicos: el estadounidense, sustentado en la democracia política y la ideología capitalista liberal; y el del este, basado en el poder centralizado y el socialismo científico. Esta disputa tuvo vigencia durante casi cincuenta años, en medio de un tenebroso equilibrio armado de fuerzas, una carrera armamentista temeraria y en una expansión de sus áreas geográficas de influencia, todo lo cual intentaba asegurar la paz -en el ciclo de paz/conflicto- mediante el balance de poder de los países en el sistema internacional. Esta Guerra Fría fue el marco de las relaciones económicas internacionales hasta la década de 1990. En esta etapa histórica y desde la perspectiva capitalista, la segunda posguerra supuso una situación en la que la reconstrucción de las economías nacionales requirió del establecimiento de políticas proteccionistas, mismas que dificultaron considerablemente el desarrollo de las relaciones comerciales mundiales. El sistema de instituciones que se creó en el espacio del poder estadounidense, comenzó en 1944 con los acuerdos de Bretton Woods que dieron origen al Fondo Monetario Internacional (FMI) y al Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (Banco Mundial, BM) y que en 1947 se complementaron con la creación del Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT, por sus siglas en inglés), hoy Organización Mundial de Comercio (OMC).3 Entre tanto, en el mundo comunista y como respuesta al Plan Marshall, promovido por los EUA para favorecer la reconstrucción de los países desbastados por la segunda contienda bélica y fomentar el desarrollo económico de Europa Occidental, la URSS creó el Consejo de Asistencia Mutua Económica (CAME), más conocido como COMECON, cuyos socios fundadores además de Rusia, fueron Polonia, Checoslovaquia (hoy desaparecida), Hungría, Rumania y Bulgaria, incorporándose Cuba en 1973. Paralelamente al desarrollo de las relaciones Este-Oeste, Europa comenzó a diferenciarse y a crear un modelo propio. Así, el 25 de marzo de 1957 se suscribió en la ciudad de Roma (Italia) el Tratado Constitutivo de la Comunidad Económica Europea (hoy Unión Europea, UE), que supuso el esfuerzo de seis países, Francia, Alemania, Italia, Bélgica, Luxemburgo y Holanda, por intentar la materialización de un proceso de integración propio y ajustado a su realidad, en medio de la querella de los EUAversus Rusia. Este esfuerzo, ampliado al Reino Unido, Irlanda y Dinamarca en 1973, y a Grecia, Portugal y España en la década de los años ochenta, -más adelante se completarían todos los países que actualmente la componen-, terminó por conformar, a fines de ese decenio, el escenario internacional en el que se desarrollaron las relaciones económicas.
Desde finales de los años setenta, la sociedad mundial comenzó el camino de una serie de cambios drásticos, moldeado por tendencias políticas y económicas que habrían de transformar el mapa de las relaciones internacionales. Entonces, el mundo dio un gravitante paso hacia la distensión del clima confrontacional que mantuvo en pugna a Oriente y Occidente, mediante la firma, luego de seis años y medio de negociaciones, del Tratado de Limitación de Armas Estratégicas Salt II, suscrito por Estados Unidos y la Unión Soviética. E igualmente, se advirtió una vertiginosa metamorfosis del sistema económico mundial de fines de los años sesenta y mediados de los setenta que, consecuentemente, originó el reemplazo del fordismo por la producción y acumulación flexible, una desmaterialización de la actividad económica, un cambio cultural y de actitud frente al futuro, así como de las pautas del incremento demográfico.
Si en la década de los setenta la tendencia mundial fue instaurar economías centralizadas en las que el Estado era el encargado de programar la producción y distribuir los recursos, en los años ochenta, dicha concepción -en un paulatino retroceso-, inició su declive.
Los excesivos gastos fiscales y la necesidad de ampliar los mercados, contribuyeron a una revalorización del papel de la firma privada como promotora de la riqueza de las naciones. La economía mundial comenzaba una nueva etapa en la que el traspaso de las empresas estatales a manos de pequeños y grandes inversionistas se convirtió en la tónica. Es decir, las economías iniciaban reformas estructurales. Países que tradicionalmente habían adoptado modelos de corte socialista optaron por el esquema de la libre competencia y la expansión del sector privado, en la búsqueda de una mayor eficiencia económica. Estos lineamientos, propios de la economía ortodoxa de mercado, fueron defendidos y promovidos por la denominada revolución conservadora que tuvo sus expresiones máximas con Thatcher, en Inglaterra, y Reagan, en los EUA, y se expandió a casi todo el orbe, incluyendo los países de América Latina. Amediados de los ochenta, el bloque socialista comenzó un viraje considerable, elemento clave en la profunda transformación que tendría el mundo. En 1985, Mijail Gorbachov asumió el cargo de secretario general del Partido Comunista de la URSS, y durante su mandato introdujo la perestroika -reestructuración económica- y la glasnost -apertura informativa y reforma democrática-. Y Boris Yeltsin habría de gestar y llevar adelante la desaparición formal de la Unión Soviética, cuando 11 repúblicas firmaron un acuerdo que creó la Comunidad de Estados Independientes, en 1991, poniendo término a siete décadas de régimen comunista.
8 Y en adición, en 1989, cuando Gorbachov aún estaba al frente del gobierno ruso, fue derribado el Muro de Berlín, símbolo de la cortina de hierro, invisible separación erigida tras la Segunda Guerra Mundial, y que dividió al mundo democrático del bloque comunista.
9 El inicio de la última década del siglo XX y todo el cambio de que viene a marcar la época actual, se caracterizó por el surgimiento de un nuevo orden mundial, donde emerge Estados Unidos como potencia planetaria a consecuencia del fin de la guerra fría, en medio del derrumbe del bloque comunista, la conclusión del proteccionismo económico y el triunfo de la visión capitalista liberal sobre lo político, lo económico y lo social. Este orden significó el fin definitivo de las pautas del Estado desarrollista (protector-benefactor) y afianzó los lineamientos de la denominada revolución conservadora, promotora de la economía ortodoxa de mercado y que, con las expresiones máximas de Reagan, en los EUA, y Tatcher, en Inglaterra, se prolongó a casi todo el orbe (incluyendo los países de América Latina). Así se abrió paso a una nueva tendencia de apertura y globalización en el ordenamiento mundial. En este nuevo contexto, la política y lo social quedaron subordinados a la visión e intereses económicos;
10 y estos últimos estuvieron basados en un modelo de política económica neoliberal, apologista de los siguientes preceptos: “1) El gobierno no debe intervenir, sino aproximarse en la medida de los posible a la idea de Estado mínimo. 2) El mercado no es tan sólo un sustituto del Estado, sino la alternativa preferente, porque actúa mejor. 3) La asignación y la utilización de los recursos ha de sustentarse en los precios del mercado, que deberían ser lo más parecidos posible a los internacionales. [Y,] 4) Los objetivos de política nacional, los problemas económicos internos y las fronteras nacionales no deben actuar como obstáculos”.
11 Así, pues, a la luz de los acontecimientos anteriores, la preponderancia de la ideología neoliberal en los tiempos contemporáneos ha sido una consecuencia de diferentes hechos y circunstancias, como el derrumbe de la cortina de hierro socialista12 y un afianzamiento progresivo y continuo en la corriente democratizante en casi todos los frentes de Europa Oriental y en Latinoamérica.13 Y en este contexto, las relaciones económicas entre los países han estado condicionadas en la parte final del pasado siglo por la globalización, fenómeno que, influenciado por los elementos y coyunturas detallados, impacta de una forma directa y pronunciada el perfil económico (comercio e inversión, básicamente) de los nexos internacionales. Este proceso, no obstante, ha tenido lugar en un contexto complejo para algunas economías. En 1995 se produjo el impacto del llamado efecto Tequila, crisis que se focalizó principalmente en México y Argentina. En tanto, el año de 1997 significó para las economías asiáticas el término de un extenso período de bonanza que había comenzado en los años ochentas. Igualmente, en 1997 se inició la crisis asiática, fenómeno cuyos efectos se extendieron a otras zonas del mundo, incluida América Latina, la cual, sin reponerse todavía del tequilazo, tuvo que sortear los avatares del nuevo problema económico. Al año siguiente, en 1998, fue el turno de la debacle en Rusia (efecto Vodka), país que emitió bonos de deuda pública que terminaron siendo papeles sin valor. Entre tanto, la economía de los Estados Unidos mantuvo, a partir del año de 1992, un fuerte crecimiento económico, a un ritmo del 4%;14 la expansión continuó
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