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LO PERMANENTE EN EL ESTADO


Enviado por   •  11 de Julio de 2017  •  Ensayos  •  5.436 Palabras (22 Páginas)  •  221 Visitas

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LO PERMANENTE EN EL ESTADO

Curso de Formación de Jóvenes Dirigentes.

15 de Septiembre de 2016

Silvano A. Penna

  1. La naturaleza social del hombre

Lo social es un fenómeno de innegable existencia: el hombre vive en activa interrelación con otros hombres. Esta situación supone una efectiva pluralidad de individuos (multiplicidad)  y, por otro lado, el reconocimiento de una cierta unidad entre ellos, que no es de orden físico. Tampoco es una unidad de razón. Es una unidad real de múltiples individuos, de orden moral, que llamamos sociedad.

Hablar de sociedad, entonces, supone una reunión de hombres, más o menos estable y con propósitos comunes. Destacamos ambas notas: estabilidad y objetivos comunes. Toda sociedad supone la existencia de una multiplicidad unida por algo. Determinar ese “algo” es el quid de la cuestión

Entre estos elementos, para definir el orden social y para descubrir su naturaleza, la unidad de las partes es más decisiva que la pluralidad. La unidad determina la forma de la sociedad (lo que hace se sea eso) y la pluralidad está dada en la materia que la compone (la pluralidad de hombres que la forman).

Precisemos la pregunta ¿Qué es lo que determina que una pluralidad de personas sea una unidad social? La respuesta es clara: un fin común. Eso los relaciona. Para que haya comunidad, debe haber unidad en un fin común.

La sociedad es la unidad accidental formada por la acción mancomunada de muchas personas en torno a un fin común. En lo social, entonces, la pluralidad de personas es la materia y el orden entre ellas en torno a fines comunes, es la formalidad. Lo que hace sociedad a la sociedad, no son sólo los muchos hombres, sino su disposición a trabajar ordenados para lograr fines en común.

Toda concepción de lo social tiene una imagen de hombre subyacente, que la sustenta. Los colectivismos ponen el acento en lo social; los liberalismos en lo individual. Desde una antropología realista, la unidad substancial está dada por la persona; la asociación entre ellos es accidental. El hombre es una substancia compuesta de cuerpo material y forma espiritual: cada hombre existe por sí mismo y en sí mismo. La asociación entre varios hombres es un accidente. Por ello la sociedad no existe por sí y en sí: existe en tanto y en cuanto hay dos o más hombres que se relacionan entre ellos.

Dicho de todo esto de otro modo: el orden social, entitativamente es un accidente pues no existe en sí mismo sino en los hombres. Pero es una cualidad que le conviene a la substancia persona, en tanto que ésta posee una potencia racional que lo vincula y lo ordena con otros.

Por eso lo social es un accidente, pero un accidente propio del hombre, que surge y depende de su propia naturaleza racional que lo vincula con los otros hombres; la maravilla del lenguaje humano es una prueba concluyente de esta inclinación.

En el caso del hombre existe una tendencia o disposición hacia el otro. Esta disposición se funda en la esencia misma del hombre. La referencia a otros constituye una disposición natural del hombre y por ello, es un accidente propio, como el color naranja a la substancia naranja.

En la persona individual esta disposición o tendencia está como potencia perfectiva, es decir como una posibilidad de alcanzar una mayor perfección en su propio ser, como la naranja madura alcanza el color naranja. Cuando el hombre entra en relación con otros hombres, actualiza esta disposición.

Precisemos esto: el hombre tiende a encontrar con otros hombres bienes que les son comunes a todas las partes de la relación. La relación se da precisamente por esta tendencia común de los miembros de una asociación a un bien supraindividual y a ordenarse a su consecución. Pero, además, ese bien común, no es ajeno a cada parte: cada individuo lo persigue como propio, porque es a la vez un bien para cada persona.

Y ese bien es común y ´perfectivo de la persona y no se reduce a la sumatoria de bienes particulares, como veremos más adelante.

Lo normal (en cuanto norma, que emana de la propia naturaleza humana) es la tendencia a relacionarnos con otros desde el intercambio mutuo de bienes. Entonces, citando al gran maestro Calderón Bouchet, definiremos lo social como “la unidad de relación (forma) entre muchos hombres (materia) y se fundamenta sobre una acción recíproca (eficiencia) orientada a hacia un bien común (fin)”.

La causa que pone en acto a la potencia (que perfecciona la disposición relacional del hombre), que da origen a esta relación específica que llamamos “sociedad” es la búsqueda de una finalidad común racionalmente buscada y libremente aceptada.

Lo social será la acción del hombre que busca fines comunes con otros hombres. Por eso en una comunidad es más importante lo uno que lo múltiple: los animales forman agrupaciones  con múltiples individuos (y los hombres también) Pero la sociedad humana se caracteriza por lo que la une, por la relaciones dadas entre individuos en torno al fin común. Me dirán, pero los pájaros también forman colectividades para fines comunes como alimentarse. ¡Correcto! Por eso la sociedad humana solo puede caracterizarse específicamente por finalidades propiamente humanas a las que se tiende a modo humano. Pero los fines propiamente humanos son los que devienen de nuestra racionalidad libre y de la natural tendencia a la sociabilidad.

  1. Patria, Nación y Estado
  • Patria.

La expresión “patria”, como bien Uds. lo saben, reconoce su origen en la voz latina “patris”; de allí vienen también las palabras castellanas “padre” y “patrimonio”, entre otras. En una primera aproximación, entonces, patria pareciera referirse a un cierto patrimonio que proviene de los padres. De allí la expresión latina más conocida: “terra patrum” o “tierra de los padres”.

Es claro que no hace falta ser universitario para saber qué es la patria y sentir una patria. Y está bien que así sea: la patria es, en primer lugar, una realidad vivencial.

Alberto Boixadós, en “La Argentina como misterio”, hace referencia a la intervención del misterio de Dios en el nacimiento y en la identidad de la Patria. Víctor Massuh, en “La Argentina como sentimiento”, se centra en la dimensión afectiva: las cosas que amamos de ser argentinos. Mariano Grondona, en “La Argentina como vocación”, se refiere a los desafíos que los argentinos debemos asumir. José Isaacson, en “La Argentina como pensamiento”, estudia las ideas que dieron forma a la Argentina. Para Eduardo Mallea, la Argentina es “una pasión”, y estudia los fundamentos y los valores de la nacionalidad.

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