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LOS NIÑOS QUE SE LLEVÓ EL LODO

mariaalejandra07Apuntes14 de Junio de 2018

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Universidad de San Buenaventura - Cali

Psicologia Nocturno

Viviana Oliveros Aguirre

Cod. 1110831

Crónica - entrega 3

LOS NIÑOS QUE SE LLEVÓ EL LODO

Se reveló un video en los que aparecían los niños que todavía no habían sido reclamados por los familiares sobrevivientes de la tragedia de Armero el 13 de Noviembre de 1985, en ese video, de menos de 1:00 minuto, apareció Miguel el hijo de Oliva Monje, tenía una camiseta blanca, con el cuello desgastado y su cabello largo.

Oliva sintió un frio en todo su cuerpo que no la dejaba pronunciar palabra, su cuerpo se debilitó tanto que cayó desmadejada en el sillón de su sala.

El Nevado del Ruiz había advertido sobre su feroz despertar durante todo el año de 1985, Oliva era consciente que en algún momento esta tragedia iba a pasar, ella todo el tiempo estaba dejando sus cosas arregladas, ropa limpia, zapatos a la mano y chaquetas por si las tenía que utilizar, ese 13 de noviembre de 1985 todo paso tan rápido que no pensó ensacar todas sus cosas que ya tenía listas, ese noche del 13 de noviembre, se llevó su tesoro más preciado, su hijo Miguel.

Mas de 200 niños aún siguen perdidos después de  33 años de la tragedia de Armero, el olor de aquella noche todavía lo siente Oliva Monje, sobreviviente y afectada de la tragedia del Municipio de Armero-Tolima en el año 1985, esa noche Miguel no podía dormir, eran las 7:00 de la noche ya había cenado él y su hermana Yuly, estaban listos para ir a dormir, antes que su papá llegara a ver el partido de Millonarios vs Deportivo Cali. Oliva intuitivamente les puso su pijama más cómoda y dejó debajo de sus camas las botas de ir a campo. Miguel seguía como inquieto, como si presintiera que algo malo llegara a pasar.

Ese día en la tarde, un señor que le decían “El Loco Gallego”, había estado diciendo que lo peor iba a llegar al pueblo, que había que evacuar lo más pronto posible y no llevar nada. Oliva quedó muy pensativa con todo lo que decían, pero Víctor su esposo,  siempre la tranquilizaba diciéndole que nada iba a pasar, que era una forma de alarmar a todo el pueblo y que no le pusiera cuidado a esas cosas.

“Armero, uno de los pueblos más productivos de la región andina, la ciudad blanca de Colombia y su pueblo de nacimiento, no le iba a pasar nada”; siempre decía Víctor.

Después que los niños se durmieron, Oliva terminó de limpiar en la cocina y vio cuando  llegó su cuñado a decirle a su esposo Víctor que debían de salir a lo más alto del pueblo, que la ceniza estaba muy espesa y a  él eso no le gustaba. Oliva sin dudarlo  un segundo, agarró a sus muchachos medio dormidos y empezó a gritarle a Víctor que entrara las matas del patio y salieran rápido de la casa, que cuando pasara la tormenta de ceniza “como ella pensó en su momento que era lo que pasaba” llegaban arreglar lo que quedaba por fuera de la casa.

En el momento que salieron, Oliva, sobre la misma calle oscura y con lluvia de ceniza, empezó a gritar a su hermana Olinda, que vivía a dos casas de la casa de ella que saliera con ella rápido a la parte alta del pueblo, sobre todo el borde del rio Lagunilla. Olinda nunca salió. Desesperadamente Víctor fue hasta la casa de ella, dejando sobre la calle a Miguel y Yuly con su hermano y con Oliva, todo estaba totalmente gris, la energía empezaba a fallar y titilaba como si fuera una fiesta; comenta Oliva.

Los nervios empezaron a surgir, cuando Oliva vio a todos sus vecinos correr hacia las partes más altas del pueblo, dijo: “debemos correr Víctor! ¡Déjelos que ellos ya deben de estar en la parte alta, vámonos rápido!”, en ese momento Oliva pensó que no creía que iba a regresar a su casa, sus materas y sus dos perritas criollas (Lulú y Tilín),  ya se habían quedado en la calle y que las había perdido.  

Víctor regresa con su familia para continuar el camino hacia la parte más alta, los niños ya tenían sus botas puestas y eso no les dejaba enterrarse en la ceniza que con el aguacero que caía se iba acumulando sobre las calles, cuando ya estàban llegando al final del barrio Gaitán, se escuchó un rugido “ se escuchó como si la montaña se hubiera quebrado y se estuviera cayendo la tierra”, Oliva recuerda que todo que estaba  muy oscuro, solo tenía aferradas las manos a Víctor de un lado y del otro lado cargaba a Miguel, que solo lloraba y gritaba que no podía ver nada, su cuñado Pedro, tenía cargada a Yuly.

Sus cuerpos se fueron llenando de una masa caliente y espesa que no los dejaba caminar y llegar a lo alto del pueblo, “como todo estaba tan oscuro y no se podía caminar bien, me solté de Víctor y solo me aferré a Miguelito, él estaba muy pequeño, no podía soltarlo a caminar”.  Cantidades de lodo, piedras y lava bajó sobre todo el camino que recorría la familia Monje Lozano, en ese momento llegó lo inesperado,  una corriente de lodo se llevó a Oliva, arrancándole de sus brazos a Miguelito, Oliva tuvo quemaduras de segundo grado en el 40% de su cuerpo, su frondosa cabellera, fue arrancada por la fuerza del lodo, no tenemos noticias que paso con Miguel.

Después de unas tres horas, siendo las 2:30 de la mañana aproximadamente, Oliva despierta, trata de abrir sus ojos, y sólo logra un panorama oscuro...ella pensaba que con la corriente que se la había arrastrado, había terminado en alguna caldera, su cuerpo ardía, no podía moverse, las piedras y escombros la tenían enterrada hasta la media pierna y no lograba salir rápido. En ese momento piensa: “! Miguel! Miguel!, levante las manos para verlo! ¡Levante las manos!”, angustiada Oliva logra salir de su entierro y empieza la búsqueda de Miguel.

El día empezó a aparecer, los colores empiezan a salir, el Gris...color que solo se veía de lado y lado.  Oliva recuerda que ella caminò mucho, pero no sabía hacia qué lado caminaba, ella solo gritaba a Miguel y trataba de buscar la salida y buscar más personas que la pudieran ayudar, durante ese trayecto, Oliva se encontró con su hermana Olinda, su esposo y su hija, Olinda después de verla en el estado que estaba Oliva se la llevo donde los voluntarios de la Cruz Roja, Oliva solo gritaba que buscara a Miguel, ella lo tenía cargado en brazos y no logró sostenerlo en la avalancha.

Oliva fue llevada al Municipio de Mariquita para que fuera atendida en el hospital, por la gravedad de sus heridas, fue remitida a Bogotá a unos 169 km de Armero, donde después de un mes y medio, se encontró con Víctor, su hija Yuli y su cuñado Pedro. “No tenemos noticias del paradero de Miguel”.

Oliva, se fue recuperando de sus heridas en Bogotá, paso tres meses en el Hospital San Juan de Dios, todo lo habían perdido no tenían para dónde ir, su esposo Víctor tenía un primo que vivía en Bogotá y con ellos lograron quedarse después de que le dieron salida del hospital a Oliva.

Oliva después de dos meses de depresión profunda volvía a pronunciar palabra, lo primero que dijo fue: “me voy a buscar a mi muchacho”, con esto Oliva inicia, como lo nombra ella, su calvario en vida, “parecía que estuviera muerta en vida, no lograba dormir, no quería moverme, no podía hablar, yo solo podía tener en mis pensamientos el momento que Miguel se me soltó de las manos y yo no pude hacer nada para salvarlo”,

La familia Monje Lozano regresa al Tolima, esta vez se fueron para el municipio de Mariquita, uno de los  lugares en donde estaban todos los sobrevivientes de la tragedia, la Defensa Civil, la Cruz Roja, los hogares que fueron destinados por Bienestar Familiar y todos los entes que ayudaron al rescate de los sobrevivientes todavía estaban en la población.  Oliva a todos fue preguntando sobre el paradero de su hijo Miguel, ninguno tenía respuesta, en cada uno dejaba registrado el nombre de Miguel, que tenía 5 años, que su color de cabello era castaño claro, que era flaco pero muy alto, que llevaba puesto esa noche una pijama de color azul, pantalón con carritos y unas botas de color azul rey, eran los datos que tenía que repetir una y otra vez con cada persona que hablaba y que le ayudaba a la búsqueda de Miguel.

En este ir y venir, pasó el tiempo, por dos años consecutivos,  Oliva recorrió todos los lugares cercanos a su pueblo desaparecido, ninguno daba razón, los comentarios eran: “a los niños que no estaban lastimados se los llevaron en unos helicópteros para Bogotá y después para el extranjero”.  “los niños los regalaban en las ciudades grandes”.  “a otros niños los van dejando tirados en las carreteras a su suerte”, Oliva sentía morir cada vez que escuchaba esto, ella imaginaba a su muchacho aguantando hambre y frío en las calles o que una persona mala lo tuviera en su poder y lo pusiera a trabajar.

Noviembre de 1990, cinco años después de la tragedia de Armero, Oliva recuerda como todas las noches, la angustia de haber perdido a su hijo Miguel de 5 años. Los noticieros nacionales trasmitían el quinto aniversario de la tragedia, testimonios de los sobrevivientes, imágenes de lo que quedaba del Municipio, era la principal noticia.

En la emision de las 7.00 de la noche, el noticiero Noticias 1, revela un video de los niños que estaban en custodia del Bienestar Familiar y que sus familiares, muchos sobrevivientes de la tragedia no habían reclamado. En ese video, Oliva junto con su familia, detenidamente buscan una cara conocida, esperan ansiosos ver el rostro de Miguel en alguna parte.

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