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La Comunicación Y Sus Enemigos

Biridianaparati19 de Diciembre de 2013

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La comunicación y sus enemigos

Hable de comunicación, se convertirá en sospechoso. Esta inversión, reciente, menos de una generación, es preocupante. Los adelantos técnicos y el auge de los mercados de la comunicación han acelerado ese giro. Ayer la comunicación era un valor, ciertamente menos glorioso que la libertad, la igualdad y la fraternidad, pero al menos era un valor, una aspiración, una búsqueda. Hoy, aparentemente más fácil, omnipresente, se ha convertido en una suerte de ideología, por no decir una caricatura de la modernidad, que a menudo se vuelve más caricaturesca por obra y gracia de los profesionales mismos que la practican. Defender la comunicación equivale a erigirse en defensor de un valor falso, de comercio, de desprecio del otro. Hablar de comunicación significa ubicarse prácticamente del lado de lo que no es auténtico. Los medios, que son la punta visible de la comunicación, se convierten entonces en aquello a lo que hay que oponerse. Si uno habla de comunicación, rápidamente se le responde con el tema de la televisión y el paquete de críticas que siempre suscita. Pues la televisión, desde ese punto de vista, tiene la misma condición

Que la comunicación. Todo el mundo la utiliza, nadie puede no tenerla, y todo el mundo la crítica. Del mismo modo, la victoria de la comunicación conduce a su desvalorización. Por ello, insisto en que esa victoria es aparente y engañosa. En realidad, desconfiamos de ella hoy más que ayer. Los que denuncian su omnipotencia y su tiranía contribuyen a ampliar un fenómeno de deslegitimación y de críticas larvadas. Conocer mejor los argumentos que apuntan a criticarla, desnaturalizarla o deslegitimarla es indispensable si se quiere salvar el concepto de comunicación.

La sociedad del espectáculo

Los excesos de la comunicación son conocidos, ya que son el fundamento de la crítica que se le hace. En esas derivas, deben distinguirse dos fenómenos. En primer lugar, el hecho de que, en una economía capitalista, es comprensible que la información y la comunicación se hayan convertido en mercancías y, por lo tanto, en el objeto de gigantescas batallas económicas, como son hoy también la salud, la educación, la investigación... Al igual que para esos ámbitos, el problema consiste en saber hasta dónde se respeta el ideal, las normas, y a partir de cuándo, inversamente,

Es instrumentalizado, trastocado incluso. En segundo lugar, debe tenerse en cuenta el hecho de que, con frecuencia, la ideología de la comunicación es sostenida por quienes «hacen» comunicación. Los periodistas, los políticos, los publicitarios y personalidades mediáticas a menudo dan la sensación de no saber guardar sus distancias con respecto a la «corrí» y de no resistir ante ésta. Sobre todo porque, en general, son siempre los mismos los que se ven... Los medios también tienen, casi involuntariamente, una responsabilidad en esa desvalorización de la comunicación. Se convierten en la lupa de ese proceso de espectacularización; como son indisociables de la sociedad de masas, deben llegar a todos los públicos y hacer comprensibles los grandes retos de la sociedad y del mundo. Ello supone una simplificación. Los actores de ese proceso (periodistas, presentadores de programas...), al erigirse en guardianes del templo de esa comunicación para el público en general, tienden a ampliar ese movimiento. La consecuencia de ese proceso sin director de orquesta es una forma de despotismo mediático con un estilo, «estilo de los medios», y una simplificación que se impone a todos. Con el pretexto de la claridad para llegar a un público más amplio, se termina por simplificarlo todo. A veces, hasta lo caricaturesco, donde la forma prevalece sobre el fondo. Ganará el que invente más rápido pequeñas

frases y muletillas. La simplificación, ley primera de la democracia, se convierte en una parodia: no se puede correr el riesgo de aburrir

Al espectador, como si éste careciera necesariamente de fineza. De simple

A simplista no hay más que un paso, que a menudo se da muy rápidamente,

Al principio por buenas razones, luego por simple efecto mecánico

Del poder de los medios. Éstos no imponen una visión del

Mundo, pues, como hemos visto, los receptores siguen siendo libres y

Críticos, pero excluyen todo aquello que no entra dentro de su gramática

Y su estilo.

Narciso en el espejo...

La noción capital aquí es la de ambiente. A lo largo del año, la «pecera» va

Poniéndose en escena. Los medios de comunicación hablan de libros escritos

Por periodistas. Las vedetes del show-business y del mundo de la

Comunicación se convierten en los pensadores del momento. En los pocos

Programas dedicados a las ideas, los presentadores, cada vez más numerosos

En la pantalla, pasan igual tiempo en promocionarse a sí mismos

Que en interesarse realmente por sus invitados. El invitado se convierte

En la garantía del sistema. Asimismo, por lo general, se trata de los mismos

Invitados, que van de programa en programa; siempre tienen un

Producto, ya sea libro, disco o espectáculo, para promocionar. Agreguemos

Algunos políticos hábiles delante de las cámaras, algunos tecnócratas

Encargados de «pensar» el mundo, y tendremos ese famoso «ambiente»

Que, de la radio a la televisión, de los artículos periodísticos a los semanarios,

De los festivales a los almuerzos, conforma el pequeño círculo de

Una élite autoproclamada. El año está marcado por citas donde ese grupo

Completamente endógeno se encuentra e interpreta la comedia de la

Fraternidad, cuando, en realidad, la competencia entre ellos no tiene piedad.

Más vale no ser excluido de la escena, pues es difícil volver a formar

Parte de ella. Así, muchos aparecen en diferentes soportes. Acaso se tiene

Idea de la cantidad de periodistas y presentadores que, a lo largo del

Día y la semana, se encuentran en los diferentes medios escritos y audiovisuales

Entre presentadores y productores, las fronteras son a veces tan

Porosas que todo se mezcla.

Nunca se repetirá lo suficiente que este proceso de mediatización,

Cuando es caricaturesco, se convierte en un factor de rechazo de los medios

Y de la comunicación. Por lo demás, estos «reyes de la com» suponen

Que los públicos apoyan su comportamiento. Pero la audiencia 1 está lejos

De decirlo todo. La idea de una distancia irónica y crítica del público

No se tiene demasiado en cuenta. Es cierto que el público es voyerista, que

Adora los escándalos y la moda, pero también que es más crítico de lo

Que se cree, más irónico frente a tanta vanidad. Es espectador, pero no ingenuo.

Y cada vez lo es menos.

En definitiva, existe una suerte de muro modistico. Demasiadas palabras,

Fáciles y rápidas, demasiados análisis inmediatos, demasiadas trivialidades

Expresan las conciencias del tiempo, que todo lo saben, y que todo lo

Sintetizan en algunas fórmulas impactantes. Así es, de algún modo, la sociedad

Del espectáculo. Y ello no tiene nada que ver con quienes se quedan

En su lugar, en la canción, el espectáculo, los juegos, la información,

La producción... Ello concierne a quienes, a partir de cierta notoriedad

En su ámbito, tienden a creerse autorizados a opinar sobre todo. Entonces,

Cada cual comienza a vivir bajo la mirada del otro. En cierta manera, alimentando

La reserva con respecto a la comunicación, el mundo mediático

Se convierte en su propio enemigo. El espacio público mediatizado

Se considera como el conjunto del espacio público; la cultura mediática

Como lo esencial de la cultura; las élites catódicas, como las élites; los novelistas

Exitosos, como la élite literaria; y los intelectuales mediáticos,

Como los vanguardistas del pensamiento. El narcisismo, la buena conciencia,

El carácter endogámico, una cierta pretensión y un algo de anti intelectualismo

Son algunas de las características de ese microambiente

Que hoy tiende demasiado a atribuirse los criterios de la inteligencia.

Responsable, lo que no es fácil, de garantizar cierta transparencia de la

Sociedad sobre sí misma, se transforma en el patrón de medida de la sociedad

Y la democracia. Ese círculo mediático y sus satélites no se amplían

Mucho y confunden la luz que arroja sobre el mundo con la luz del

Mundo, creyéndose ingenuamente el centro de la modernidad y la sociedad.

Controlar el acceso a la imagen, a los medios de comunicación,

No les autoriza a transformarse en dueños de la ciudad. Por supuesto, sólo

Una pequeña minoría de periodistas, presentadores, dirigentes, productores...

Está expuesta a ese desvío, mientras que las profesiones, en su conjunto,

Son más modestas y depositarias de los valores democráticos. Pero

Todo el ámbito de la comunicación corre el riesgo, por amalgama, de sufrir

Los daños de la espiral mediática.

En esa espectacularización de un ambiente narcisístico, la comunicación

No es más que un pretexto. La forma prevalece sobre el contenido,

El estilo sobre el ser, la apariencia sobre la realidad. Todo es moda, cambio,

Velocidad, lo que da la sensación de que la abrumadora mayoría de

La población siempre está «retrasada» con respecto a una idea,

...

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