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La Comunicación Y Sus Enemigos


Enviado por   •  19 de Diciembre de 2013  •  11.761 Palabras (48 Páginas)  •  315 Visitas

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La comunicación y sus enemigos

Hable de comunicación, se convertirá en sospechoso. Esta inversión, reciente, menos de una generación, es preocupante. Los adelantos técnicos y el auge de los mercados de la comunicación han acelerado ese giro. Ayer la comunicación era un valor, ciertamente menos glorioso que la libertad, la igualdad y la fraternidad, pero al menos era un valor, una aspiración, una búsqueda. Hoy, aparentemente más fácil, omnipresente, se ha convertido en una suerte de ideología, por no decir una caricatura de la modernidad, que a menudo se vuelve más caricaturesca por obra y gracia de los profesionales mismos que la practican. Defender la comunicación equivale a erigirse en defensor de un valor falso, de comercio, de desprecio del otro. Hablar de comunicación significa ubicarse prácticamente del lado de lo que no es auténtico. Los medios, que son la punta visible de la comunicación, se convierten entonces en aquello a lo que hay que oponerse. Si uno habla de comunicación, rápidamente se le responde con el tema de la televisión y el paquete de críticas que siempre suscita. Pues la televisión, desde ese punto de vista, tiene la misma condición

Que la comunicación. Todo el mundo la utiliza, nadie puede no tenerla, y todo el mundo la crítica. Del mismo modo, la victoria de la comunicación conduce a su desvalorización. Por ello, insisto en que esa victoria es aparente y engañosa. En realidad, desconfiamos de ella hoy más que ayer. Los que denuncian su omnipotencia y su tiranía contribuyen a ampliar un fenómeno de deslegitimación y de críticas larvadas. Conocer mejor los argumentos que apuntan a criticarla, desnaturalizarla o deslegitimarla es indispensable si se quiere salvar el concepto de comunicación.

La sociedad del espectáculo

Los excesos de la comunicación son conocidos, ya que son el fundamento de la crítica que se le hace. En esas derivas, deben distinguirse dos fenómenos. En primer lugar, el hecho de que, en una economía capitalista, es comprensible que la información y la comunicación se hayan convertido en mercancías y, por lo tanto, en el objeto de gigantescas batallas económicas, como son hoy también la salud, la educación, la investigación... Al igual que para esos ámbitos, el problema consiste en saber hasta dónde se respeta el ideal, las normas, y a partir de cuándo, inversamente,

Es instrumentalizado, trastocado incluso. En segundo lugar, debe tenerse en cuenta el hecho de que, con frecuencia, la ideología de la comunicación es sostenida por quienes «hacen» comunicación. Los periodistas, los políticos, los publicitarios y personalidades mediáticas a menudo dan la sensación de no saber guardar sus distancias con respecto a la «corrí» y de no resistir ante ésta. Sobre todo porque, en general, son siempre los mismos los que se ven... Los medios también tienen, casi involuntariamente, una responsabilidad en esa desvalorización de la comunicación. Se convierten en la lupa de ese proceso de espectacularización; como son indisociables de la sociedad de masas, deben llegar a todos los públicos y hacer comprensibles los grandes retos de la sociedad y del mundo. Ello supone una simplificación. Los actores de ese proceso (periodistas, presentadores de programas...), al erigirse en guardianes del templo de esa comunicación para el público en general, tienden a ampliar ese movimiento. La consecuencia de ese proceso sin director de orquesta es una forma de despotismo mediático con un estilo, «estilo de los medios», y una simplificación que se impone a todos. Con el pretexto de la claridad para llegar a un público más amplio, se termina por simplificarlo todo. A veces, hasta lo caricaturesco, donde la forma prevalece sobre el fondo. Ganará el que invente más rápido pequeñas

frases y muletillas. La simplificación, ley primera de la democracia, se convierte en una parodia: no se puede correr el riesgo de aburrir

Al espectador, como si éste careciera necesariamente de fineza. De simple

A simplista no hay más que un paso, que a menudo se da muy rápidamente,

Al principio por buenas razones, luego por simple efecto mecánico

Del poder de los medios. Éstos no imponen una visión del

Mundo, pues, como hemos visto, los receptores siguen siendo libres y

Críticos, pero excluyen todo aquello que no entra dentro de su gramática

Y su estilo.

Narciso en el espejo...

La noción capital aquí es la de ambiente. A lo largo del año, la «pecera» va

Poniéndose en escena. Los medios de comunicación hablan de libros escritos

Por periodistas. Las vedetes del show-business y del mundo de la

Comunicación se convierten en los pensadores del momento. En los pocos

Programas dedicados a las ideas, los presentadores, cada vez más numerosos

En la pantalla, pasan igual tiempo en promocionarse a sí mismos

Que en interesarse realmente por sus invitados. El invitado se convierte

En la garantía del sistema. Asimismo, por lo general, se trata de los mismos

Invitados, que van de programa en programa; siempre tienen un

Producto, ya sea libro, disco o espectáculo, para promocionar. Agreguemos

Algunos políticos hábiles delante de las cámaras, algunos tecnócratas

Encargados de «pensar» el mundo, y tendremos ese famoso «ambiente»

Que, de la radio a la televisión, de los artículos periodísticos a los semanarios,

De los festivales a los almuerzos, conforma el pequeño círculo de

Una élite autoproclamada. El año está marcado por citas donde ese grupo

Completamente endógeno se encuentra e interpreta la comedia de la

Fraternidad, cuando, en realidad, la competencia entre ellos no tiene piedad.

Más vale no ser excluido de la escena, pues es difícil volver a formar

Parte de ella. Así, muchos aparecen en diferentes soportes. Acaso se tiene

...

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