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La Herencia de Napoleón y el continente en reconstrucción.


Enviado por   •  3 de Diciembre de 2017  •  Ensayos  •  2.266 Palabras (10 Páginas)  •  191 Visitas

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Paola Sofia Iniesta García

Introducción a las Relaciones Internacionales

Guillermo Trejo

Réplica desde una perspectiva realista al postulado de Henry Kissinger con relación al concierto europeo

Réplica desde una perspectiva realista al postulado de Henry Kissinger con relación al concierto europeo

La Herencia de Napoleón y el continente en reconstrucción.

Cómo es bien sabido, las guerras napoleónicas fueron un periodo de 12 años de conflictos bélicos a lo largo y ancho de Europa, el cual, no sólo es considerado por algunos estudiosos cómo uno de lo más terribles episodios de violencia en la Europa continental, casi tan mortífero y brutal cómo las dos grandes guerras, sino que también marcó cambios profundos en la política exterior de los poderosos imperios parte de la llamada “sociedad de los monarcas”.

Uno de los cambios más notables, si no es que el cambio más notable por mucho, fue la cooperación entre aliados poco probables bajo cualquier otra circunstancia cómo lo fue por ejemplo la alianza entre Gran Bretaña y Francia post napoleónica, y de ambos países con los protestantes Prusianos. La sed de conquista, el derramamiento de sangre y las proezas militares espectaculares de Napoleón pusieron a Europa de rodillas antes de la formación de alianzas gigantescas, dejando cómo herencia batallas tan cruentas cómo lo fue la batalla en contra del imperio ruso en Borodino, recordemos que Borodino mantiene el record hasta la fecha de más muertes en una batalla en un solo día, con números variando entre los  75 000 y los 80 000 muertos en sólo 24 horas (Britannica, 2009).

Debemos entender la magnitud del conflicto para poder comprender el por qué el enfoque de Kissinger al subsecuente congreso de Viena, también conocido como el concierto europeo resulta equivocado y visto a través de una óptica sesgada, desafortunadamente muy característica del autor.

La época napoleónica puede ser vista desde diferentes ópticas, no nos resultaría en absoluto difícil encontrarnos con estudiosos franceses que consideran a Napoleón cómo el penúltimo gran líder francés (Antecesor del último gran líder francés, Charles De Gaulle). Lo interesante es, que nos resultaría casi igual de fácil encontrar estudiosos franceses quienes consideren a Napoleón cómo la resaca de la sangrienta revolución y casi un tipo de “karma” resultante del baño de sangre que cubrió a París de escarlata durante la época en la que la guillotina era reina indiscutible de la política y el orden público franceses. Por otro lado, prácticamente todos los historiadores y expertos concuerdan en que el final de la expansión napoleónica resultó ser benéfico a la larga para Europa y sus futuras generaciones.

El concierto europeo y la creación de la diplomacia “debajo de la mesa” moderna

Una vez derrotado y desplazado Napoleón, Europa pudo tomar un gran respiro de alivio, sin embargo, los líderes de las principales potencias en ese momento y los diplomáticos de la época se percataron de los peligros que podía suponer una república bien organizada, militarizada y ambiciosa cómo lo había sido Francia.

Por supuesto esto infundió un enorme temor en los corazones de los diferentes monarcas, es aquí donde vemos el primer error en el postulado de Kissinger. El autor, de una manera casi infantil intenta convencernos de que lo que impulsó la buena voluntad diplomática de los monarcas fue el buscar un “equilibrio moral”, es entonces cuando inevitablemente tenemos que pensar, desde un punto de vista realista en el hombre de Hobbes, en el Leviatán. “La naturaleza ha hecho del hombre una criatura apasionada, deseosa no de placer en sí, sino de poder” (Smith)

Es sólo entiendo así la naturaleza de los soberanos involucrados en dichas negociaciones y no desde el punto de vista simplista y adorador de Wilson que tiene Kissinger, que podemos ver de una manera más pura y desglosada la verdadera intención de los monarcas al formar el congreso de Viena, el verdadero motivo que hizo de este probablemente el congreso más exitoso de la historia moderna.

Simple y llanamente, los monarcas europeos vieron el poder de una república a la cara y la desestabilidad que las organizaciones de la misma podían crear y temblaron de miedo al imaginar que sus tronos se viesen envueltos en eventos tan desafortunados cómo los que le costaron la cabeza a Louis XVI no mucho tiempo antes.

Ahora, una vez asentado que los monarcas no decidieron negociar por un amor común a las buenas costumbres, sino que lo hicieron para mantener un poder que compartían, es importante dar un repaso a los respectivos representantes de cada país en la mesa de negociaciones.

Austria, el país anfitrión del congreso fue representada por Metternich, en el caso de Metternich el autor vuelve a hacer notar sin ningún tipo de pudor su casi exacerbada fascinación por Woodrow Wilson “Metternich se adelantó a Wilson en el sentido de que creyó que un concepto compartido de la justicia era un requisito para mantener el orden internacional, aunque su idea de la justicia fuese diametralmente opuesta de la que Wilson trató de institucionalizar en el siglo XX”. (Kissinger)

Resulta absurdo, tras conocer la maravillosa diplomacia de Metternich al lograr “malabarear” a personajes conocidos por su ímpetu e ideales opuestos a los de Metternich, cómo lo fue el Zar Alexander I. Que el autor, empecinado en alabar toda acción estadounidense en el ámbito diplomático, lo compare con una figura tan relacionada con el fracaso rotundo cómo lo es Woodrow Wilson, es entonces necesario que definamos a Metternich cómo el brillante estratega que fue y no lo mencionemos si quiera en la misma oración que a Woodrow Wilson.

Ahora volvemos a una figura ya mencionada anteriormente y uno de los monarcas más habilidosos de su época, militar y diplomáticamente hablando: Alexander I Romanov, zar de Rusia y uno de los artífices clave de la nueva diplomacia en Europa en el siglo XIX. Una figura vigorosa, artífice de la Santa Alianza.

Por parte del RU, Castlereagh sería el representante y también el mayor exponente de la metodología y filosofía realista en todo el congreso, se le podría considerar el predecesor del espléndido aislamiento británico y un feroz defensor de los intereses de la corona en la mesa de negociaciones.

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