La Importancia Del Voto
sebastiances8 de Diciembre de 2013
5.996 Palabras (24 Páginas)374 Visitas
LA IMPORTANCIA DEL VOTO
El voto no se limita a la elección de un proyecto de gobierno a ser implementado por los próximos años. Va más allá. Con el voto, el ciudadano es capaz de, por la vía pacífica, premiar o sancionar la gestión gubernamental de un partido político, propiciando así la alternancia o bien, la redistribución de equilibrios entre las fuerzas políticas. Así se ha observado en los últimos años en todos los cargos de elección popular, federales y locales. Ha habido alternancia en la Presidencia de la República, en un número importante de gubernaturas de las entidades federativas y en no pocos casos se han generado nuevos equilibrios en los órganos legislativos federal y locales, de manera que un solo partido político no cuenta ya, por sí mismo, con la fuerza suficiente para impulsar reformas o tomar decisiones por cuenta propia, sino que requiere llegar a acuerdos y consensos con las demás fuerzas políticas para que, de esta manera, se decidan las acciones que habrán de implementarse. En este mismo sentido, no pasa desapercibido que los titulares del Poder Ejecutivo, tanto en el ámbito federal como de los estados y del Distrito Federal, ya cuentan con pesos y contrapesos de manera que, a diferencia de como ocurría en el pasado, ahora el titular del Poder Ejecutivo también requiere de la construcción de Acuerdos y estar en permanente diálogo con los demás actores políticos, fuerzas y sectores sociales.
Lo anterior da cuenta de la importancia del voto. Su trascendencia para la construcción del sistema político del país; pero también, su relevancia como el instrumento transformador de instituciones por la vía pacífica por excelencia. Así, a unos días de la Jornada Electoral que se llevan cada jornada ya sea 3 o 6 añosj, hay que hacer una reflexión para que los ciudadanos tomen conciencia de la importancia de su participación en esta jornada cívica, de la emisión del voto para continuar avanzando en el desarrollo democrático y, a la vez, como un mandato en la opción de su preferencia para que lleve acciones en beneficio del país.
El voto es, en efecto, un instrumento invaluable de poder a favor de los ciudadanos. La Constitución General de la República lo confiere y lo garantiza a través de un entramado institucional y normativo para que ése se ejerza de manera libre, secreta y directa por parte de todos los ciudadanos que cumplen las condiciones legales para ello.
Que la ciudadanía se encuentre, hoy en día, en condiciones de salir a las urnas a emitir su voto en condiciones pacíficas no es una concesión graciosa por parte de algún gobernante. Se trata de una conquista lograr que fuera universal y que todos los ciudadanos tuvieran derecho a ejercerlo; otorgar este derecho a la mujer; elaborar un Padrón Electoral y una Lista Nominal de alta confiabilidad y con múltiples medidas de seguridad; generar las condiciones para que los ciudadanos que radican fuera del territorio nacional puedan ejercer este derecho, hasta propiciar el uso de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación para el ejercicio de este derecho son algunas de las conquistas de la sociedad mexicana en materia del derecho al sufragio y en las que hoy, no se puede claudicar ni permitir su retroceso.
Por ello es de la mayor trascendencia que el ciudadano sea consciente de los alcances y del poder de su voto. La decisión que emita en las urnas no sólo contribuye a la paz y a la gobernabilidad del país, sino otorga legitimidad a los representantes y gobernantes electos para que ejerzan el mandato que la ciudadanía les ha otorgado. Ante tal importancia y relevancia para el país de acudir a votar, el ciudadano debe percatarse del poder transformador del sufragio y, por ende, cuidarlo, vigilar que sea la voluntad mayoritaria expresada en las urnas la que se traduzca en los representantes y gobernantes electos y no intereses particulares o de grupo que pretenden lucrar manipulando esta voluntad ciudadana.
En el caso concreto, y según se comentó, los ciudadanos acudirán a las urnas y elegirán a quienes habrán de conducir el rumbo del país y de diversas entidades federativas los próximos años. Después de un período de campaña, en el que los candidatos y sus partidos políticos han podido difundir sus Plataformas Electorales, sus programas de gobierno y, en general, su oferta política a la ciudadanía, el electorado ha recibido información sobre los distintos proyectos y quienes los encabezan; ha observado, asimismo, la reacción de partidos políticos, candidatos e incluso, sectores de la sociedad civil ante diversas contingencias. Ya sea como muestras de oposición o apoyo a situaciones determinadas, ya sea como reacciones a eventos que se han suscitado coyunturalmente.
Cuando concluyen las campañas proselitistas y da inicio el denominado “período de veda” o de reflexión. Se trata de tres días en los que los partidos políticos, sus candidatos, sus afiliados o simpatizantes se encuentran impedidos para llevar a cabo actividades proselitistas y para que los ciudadanos tengan la oportunidad de hacer un balance sobre los distintos proyectos que se les ofertaron, comparar propuestas y, en suma, determinar qué candidato o qué proyecto podría, en su opinión, contribuir de mejor manera a la solución de los grandes problemas del país. Se trata de un período de reflexión en el que los ciudadanos pueden hacer un recuento de todas las propuestas que conocieron durante las campañas, analizar cuáles de ellas son viables o cuáles de ellas podrían representar la solución a problemas concretos de la vida cotidiana. Así, este lapso tiene una importancia fundamental y es por ello que tanto las autoridades como los propios ciudadanos debemos contribuir a que el mismo se respete por parte de las fuerzas políticas.
En efecto, el período de reflexión, que comprende los tres días previos al de la Jornada Electoral, pudiera parecer un espacio propicio para que algunos actores políticos ejerzan coacción al electorado para que vote en un sentido o en otro o, en el menor de los casos, pretendan persuadir al ciudadano sobre el sentido de su voto. Sin embargo, de la ciudadanía depende erradicar estas prácticas que siguen lacerando nuestra democracia. México cuenta con un amplio entramado institucional y normativo para sancionar estas prácticas y es deber y responsabilidad de los ciudadanos utilizar estas instituciones para el adecuado desarrollo de los procesos electorales: la presentación de quejas y denuncias ante las autoridades competentes, la información permanente y la comunicación continua con las autoridades son algunas acciones para lograrlo. De lo que se trata, en suma, es de proteger el voto y todo lo que el mismo implica y conlleva y erradicar de nuestro país prácticas que atentan contra la voluntad ciudadana y debilitan nuestra democracia.
Históricamente, México ha dado muestras de su gran fortaleza y del desarrollo cívico y político que ha registrado a través de los años, a pesar de que las circunstancias no siempre han resultado favorables. Hoy, nuestro país, nosotros como mexicanos, estamos ante el reto y la oportunidad de seguir contribuyendo para la evolución democrática de nuestra sociedad y por eso, estamos llamados no sólo a ejercer nuestro voto, sino a protegerlo y hacerlo valer, en el marco institucional y normativo que se ha diseñado al efecto.
Así, y conscientes democrática de México del poder del voto, los ciudadanos debemos acudir a las urnas a , votar por la opción de nuestra preferencia y hacer de la Jornada Electoral una fiesta cívica para la consolidación este derecho que nos otorga la ley
La participación ciudadana es un concepto determinado históricamente, pero también se ve afectado por diferentes corrientes de pensamiento.
Por estas razones, para poder explicar la evolución de la participación ciudadana en nuestro país, es necesario, además de hacer un recuento histórico de sus momentos clave, revisar el desarrollo teórico por el que ha pasado este concepto. Este repaso servirá para identificar cuáles fueron las corrientes ideológicas que le han dado fundamento y legitimidad a la participación.
En las últimas dos décadas se ha afianzado el proceso de democratización en la mayor parte del mundo. Si bien algunos países aún siguen en el proceso de la transición o apenas están aprendiendo a vivir bajo el nuevo régimen, otras naciones ya se han topado con ciertos límites y con los retos que la democracia representativa conlleva. Al mismo tiempo, las sociedades, y de manera paralela, la democracia están en constante evolución, lo cual implica una continua redefinición de las necesidades y demandas de los ciudadanos. Entre más exigente sea la ciudadanía, más amplias serán sus expectativas y demandas respecto de la democracia. Si antes la sociedad sólo exigía que su voto contara, ahora se demandan “bienes” asociados con la llamada democracia sustantiva, tales como el bienestar social y una mayor influencia en la definición de las políticas públicas.
La democracia siempre se ha asociado con participación ciudadana. No obstante, el tema cobró importancia cuando, a pesar de contar con un sistema democrático, las sociedades de algunos países no se sentían satisfechas con las consecuencias negativas que la democracia podía presentar, lo que provocó una crisis de satisfacción y desilusión de este sistema de gobierno.
Para Iván Escobar, entre las causas de esta crisis se pueden mencionar: el
...