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La Investigación Social Y El Compromiso Del Investigador: Contradicciones Y Desafíos Del Presente Momento Histórico En Argentina

lizrdzmaury27 de Octubre de 2014

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La investigación social y el compromiso del investigador: contradicciones y desafíos del presente momento histórico en argentina

María Teresa Sirvent

El propósito de este artículo es presentar algunas reflexiones metodológicas sobre la Investigación Participativa y el compromiso social del investigador sobre la base de nuestras experiencias de investigación en Argentina.

El contexto histórico actual en la Argentina. El investigador y los nuevos movimientos sociales.

Todos sabemos que no podemos debatir cuestiones de investigación científica en un vacío histórico. Las preguntas claves de una política científica sobre qué se investiga, para qué/quién se investiga y cómo se investiga cobran sentido en un contexto de descubrimiento que da cuenta de los factores socio-políticos, institucionales y académicos que sirven de anclaje a las decisiones del investigador. La investigación es una práctica social anclada en un determinado contexto sociohistórico.

A partir de los sucesos del 19 y 20 de diciembre del 2001 en Argentina, nuevamente la realidad sorprende y desafía todos los más exquisitos pronósticos de los científicos sociales.

Nos enfrentamos ahora con una serie de situaciones nuevas en el campo de lo social que hubieran sido difíciles de prever hacia fines del año 2001.

Son varias las manifestaciones de protesta popular y de emergencia de movimientos sociales que han desafiado la imposición del pensamiento único y han producido una ruptura en la aceptación sumisa y “naturalizada” de la injusticia social y la pobreza, y fundamentalmente del miedo acumulado en años de represión política y de cruentas dictaduras militares.

Como varias veces hemos señalado en trabajos anteriores, las necesidades humanas son claras evidencias de la tensión constante entre carencia y potencia característica de los seres humanos y devienen en determinados momentos históricos en impulsos para la acción; en este caso en acción colectiva donde se busca una nueva organización social y la construcción de un nuevo conocimiento.

Como investigadores sociales estamos ante un contexto social que desafía nuestro conocimiento, nuestros interrogantes y el sentido de nuestra tarea de descubrimiento. Cuando hacia fines del año 2001, se hablaba de catástrofe social y de patologías colectivas surgen nuevas formas de protesta social y de movimientos sociales que desafían nuestras categorías teóricas y nos introducen en un nuevo y desafiante tiempo histórico. Nos preguntamos: ¿Qué podemos hacer los investigadores con relación a los movimientos sociales en el contexto histórico presente de Argentina? Y fundamentalmente, los investigadores sociales que como en el caso de nuestro programa de investigación siempre hemos concebido la investigación social y educativa con una doble intencionalidad: por un lado el generar un conocimiento de alto nivel y relevancia científica a la vez que comprometido con las luchas sociales por una sociedad más justa e igualitaria.

Decíamos hasta hace poco tiempo, que la investigación educativa debía tener como unos de sus propósitos generar un conocimiento científico de denuncia de las situaciones problemáticas en educación que como resultante de las políticas neoliberales y neoconservadoras, profundizan el círculo de la injusticia social y de la pobreza para la mayoría de la población.

Hoy, me atrevo a decir que desde una concepción totalizadora de educación permanente que trasciende la escuela y abarca todos los aprendizajes sociales a lo largo de la vida de una población, debemos intentar develar también estos procesos de aprendizaje social y de educación popular que se están dando en los nuevos movimientos sociales en Argentina. ¿Qué se aprende? Y ¿Cómo se aprende? Son preguntas que emergen a cada momento en nuestro trabajo cotidiano buscando por respuestas científicas que apoyen acciones de fortalecimiento del impacto educativo de la participación y la militancia social. Como expresó el Movimiento de Barrios en Pie:

Hemos aprendido mucho en esa gran escuela que es la lucha en las calles...

Vivimos una cultura popular y cotidiana donde se confrontan, se tensionan las fuerzas de la resistencia y las fuerzas de la aceptación. Es el campo de la cultura popular percibido como uno de los escenarios de la lucha a favor y en contra de una cultura de los poderosos. Es la cultura popular analizada como el ruedo del consentimiento y la resistencia. Esta complejidad se nos aparece en nuestro día a día.

Por una lado se vive una suerte de despertar a la participación y a la conciencia de nosotros como sujetos históricos. Vemos el surgimiento de nuevas fuerzas: el movimiento de trabajadores desocupados, asambleas barriales, los piqueteros, el movimiento de las fábricas tomadas por sus trabajadores ante el cierre determinado por sus dueños, grupos que van apareciendo con picos de crecimiento y de decrecimiento, diversos sujetos en todos los sectores aplastados, expoliados por el capital. Se va gestando la expectativa que aquí desde estas bases pueda emerger, tal vez los nuevos sepultureros del capitalismo. Pueden ser expresiones de una explosión de una futura organización Hay signos y pistas muy fuertes de ruptura del abroquelamiento del pensamiento único. En uno de los documentos del Movimiento Barrios de Pie se dice con relación a las acciones de educación popular del Movimiento:

(...) la educación popular (...) es desnaturalizar este modelo injusto de dominación hambre y pobreza”.

Signos y pistas que debemos fortalecer con nuestras “armas” del método científico en procesos de investigación colectiva y de educación popular y permanente que apoyen el avance hacia una articulación mayor. Hay una mayor sensibilidad y reconocimiento de la necesidad de participar.

Durante el 2002, el movimiento piquetero argentino irrumpió como uno de los principales protagonistas de la vida política y social del país. El Movimiento Barrios de Pie, (...)nació en diciembre de 2001 como producto de la necesidad de organizarnos a nivel nacional de un conjunto de movimientos de trabajadores y trabajadoras desocupadas que veníamos luchando desde hace tiempo en muchos barrios de diferentes provincias de la República Argentina.

Aparece nuevamente la posibilidad de una participación organizada en la sociedad argentina donde, según nuestras investigaciones una historia social y política del país y la cruenta dictadura militar han dejado sus huellas en nuestra manera de “ver” la realidad, inhibiendo no sólo la participación social sino incluso, ahogando en nosotros mismos el sentir la necesidad de participar.

Pero por el otro lado, decimos la posibilidad pues los fantasmas acechan. Los factores obstaculizadores de la participación, señalados e identificados en los momentos históricos anteriores a través de nuestras investigaciones, no se han vencido de la noche a la mañana. Por el contrario hoy observamos su fuerte presencia en nuestros trabajos conjuntamente con la agudización en los sectores sumidos en situaciones de pobreza y de pobreza extrema, de la situación de desesperanza y miedo reflejada en la imagen de una juventud condenada al fracaso y a la muerte. En una reunión de análisis colectivo de la realidad con vecinos y miembros de organizaciones populares de una villa miseria de Capital Federal se decía en mayo del 2002:

La juventud está más desprotegida que nunca

Cuando el joven no le interesa más al dirigente, al narco, es “boleta

Ahora van a morir” Ahora los matan

(De reunión realizada en la Villa 15 de Capital Federal)

Este juego de factores contradictorios se desarrolla en un contexto de múltiples pobrezas.

En nuestras investigaciones fuimos acuñando desde hace tiempo el concepto de múltiples pobrezas para identificar y comprender el impacto que el neoconservadurismo del ajuste y la pobreza fue dejando en nuestra vida cotidiana. Con este concepto de múltiples pobrezas nos referimos no sólo a la pobreza económica que se evidencia en estadísticas que nos muestran a diario el aumento constante de la brecha entre ricos y pobres, sino también a una compleja realidad de “pobrezas” en plural. Estas “pobrezas” se relacionan con carencias en la satisfacción de otras necesidades humanas como por ejemplo, una pobreza de protección referida no sólo a cuestiones de inseguridad y violencia cotidiana sino a la violencia que significa una cultura de la amenaza y el miedo a la pérdida del empleo, a la inestabilidad laboral, a la sanción por el discenso; una pobreza política o de participación social en relación con los factores que aún hoy en día reprimen e intentan desarticular nuevas formas de organización social fomentando el individualismo, los internismos, la fragmentación, el escepticismo político y la desmovilización (aún en nuestros ámbitos profesionales); una pobreza de comprensión o entendimiento que hace referencia a los factores sociales que dificultan el manejo reflexivo de la información y la construcción de un conocimiento crítico sobre nuestro entorno cotidiano.

Desde la perspectiva educacional, la situación de pobreza educativa de nuestros jóvenes y adultos que ya no están en la escuela muestra agudos desfasajes con las necesidades objetivas en materia de educación. Nuestras investigaciones desde

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