La Teoría Latinoamericana Del Desarrollo: Reflexiones Para Una
infameamor20 de Octubre de 2013
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La teoría latinoamericana del desarrollo: reflexiones para una
estrategia alternativa frente al neoliberalismo
Arturo Guillén R.
III Conferencia Internacional. Red de Estudios sobre el Desarrollo Celso Furtado
Mayo, 2004.
http://www.redcelsofurtado.edu.mx/archivosPDF/rioguillen.pdf
Fecha de consulta: 10/05/05.
1. Introducción
Más de veinte años han pasado desde que América Latina experimentó la crisis
de la deuda externa y comenzó a transitar hacia el modelo neoliberal y a trazar
su derrotero bajo los parámetros establecidos por el Consenso Washington.
Es cierto que en el caso de Chile y de Argentina el inicio del neoliberalismo está
asociado a las dictaduras de Pinochet y de las juntas militares argentinas en la
década de los setenta del siglo pasado. Sin embargo es un hecho que la crisis de
la deuda externa de 1982 marca para nuestros países el fin del modelo de
sustitución de importaciones (MSI) y el tránsito hacia un nuevo modelo
neoliberal (MN) de economía abierta liderado por las exportaciones. En los
ochenta, también, que se puede ubicar el comienzo de la globalización neoliberal
con el ascenso de los gobiernos conservadores de Ronald Reagan y Margaret
Thatcher en Estados Unidos y Gran Bretaña, respectivamente.
En la década de los ochentas el discurso neoliberal generaba consensos. No sólo
el capital financiero, así como los grandes grupos privados y los gobiernos de
América Latina (Salinas de Gortari en México, Menem en Argentina, Collor de
Mello en Brasil) impulsaron decididamente el Consenso de Washington, sino
también amplios sectores empresariales y populares se plegaron
ideológicamente al modelo, hastiados por más de una década de crisis y de
inflaciones crónicas y en ascenso.
El MN implicó un giro de ciento ochenta grados en el régimen de acumulación y
en la política económica. La crisis que aquejaba a América Latina desde los años
setenta fue atribuida por los neoliberales a la aplicación de políticas populistas
por parte de regímenes estatistas.
Todo lo realizado en las décadas anteriores fue considerado erróneo. Había que
proceder al borrón y cuenta nueva. Se postulaba que bastaba con abrir cauces el
mercado, mediante la liberalización y desregulación de la economía para que los
desequilibrios se corrigieran y se iniciara una nueva era de crecimiento
sostenido.
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Con su inserción en la globalización neoliberal, los países de América Latina – se
decía- caminarían hacia el progreso y la modernización. El desarrollo sería
alcanzado, si se dejaba actuar libremente a las fuerzas del mercado, si se
abandonaban prácticas proteccionistas y se elevaba la competitividad
microeconómica proyectando el sistema productivo hacia los mercados
externos.
La intervención económica del Estado se consideraba contraproducente, por lo
que era conveniente diseñar y aplicar políticas o estrategias dirigistas por parte
del Estado; su misión se reducía a mantener condiciones macroeconómicas
sanas y establecer un marco legal propicio a la inversión privada.
El objetivo principal de la presente ponencia es analizar cuáles han sido las
repercusiones del MN en el proceso de desarrollo de América Latina, tomando
como base el caso mexicano. Para ello se parte de los aportes efectuados por la
teoría cepalina y de la dependencia, los cuales se consideran un elemento
valioso para emprender desde la perspectiva de la teoría del desarrollo. En la
parte final de este texto se efectúan algunas propuestas de estrategia
alternativa del desarrollo para que la economía mexicana pueda superar el
estancamiento económico en que se debate actualmente y reemprenda el
camino del desarrollo económico y social.
Hoy, veinte años después, cuando los países de América Latina se debaten en el
estancamiento económico, rodeados de un mar de pobreza y de exclusión social,
resulta útil reevaluar los aportes de la teoría del desarrollo, sobretodo en su
vertiente latinoamericana - cepalina y de la dependencia -, para entender los
problemas actuales y ofrecer opciones viables para superar la crisis. No se trata
de reeditar el MSI ni de sustituir el análisis de la realidad concreta, sino de
efectuar una relectura creativa de la teoría del desarrollo para construir una
estrategia alternativa al cuestionado Consenso de Washington.
En el apartado 1 se retoma la discusión sobre el contenido del concepto de
desarrollo. En el apartado 2 se ofrece una recapitulación breve de lo que en
opinión del autor son algunos de los principales aportes de la teoría
latinoamericana del desarrollo. En el apartado 3 se analizan los efectos del
modelo neoliberal en el desarrollo de América Latina tomando como base el caso
mexicano. Por último, en el apartado 4 se ofrecen algunas conclusiones.
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2. El concepto de desarrollo
En un trabajo clásico, efectuado a petición de la UNESCO, François Perroux
(1984) estableció las diferencias así como las interrelaciones entre los conceptos
de crecimiento, desarrollo y progreso social. Dichos conceptos aluden a procesos
evidentemente vinculados, pero distintos.
El crecimiento, afirmaba Perroux (1984), se refiere al incremento, en una unidad
de tiempo, del producto interno bruto de un país determinado, en relación con el
número de sus habitantes; es decir, el crecimiento se expresaba en el
incremento del ingreso por habitante.
El concepto, opinaba Perroux, es un instrumento útil pero oscuro. En primer
lugar, presentaba problemas de medición, que se incrementaban en el caso de
los países subdesarrollados donde existían estructuras duales y por tanto
sistemas de precio diferentes, así como amplios sectores atrasados
desvinculados del sector moderno de la economía. En segundo lugar el concepto
crecimiento ocultaba los efectos de la destrucción ecológica y/o el deterioro de
los productores directos, además de decir poco o nada sobre las condiciones
reales de vida de la mayoría de la población, o sobre la distribución del ingreso
entre las distintas clases y grupos sociales (Perroux, 1984, p. 41).
“Nadie ignora en la actualidad – afirmaba- que el crecimiento del producto global
puede ser empobrecedor cuando provoca la destrucción o el daño de los
recursos naturales, por ejemplo. Es notorio que el crecimiento ignora el
deterioro o la eventual destrucción de las personas, porque desconoce los
contenidos de esta expresión metafórica: la amortización humana”
Pero sobre todo, el concepto de crecimiento y las teorías del crecimiento
elaboradas en torno a él, dejan de lado los resultados en materia de bienestar
social. Como afirmaba Perroux (1984, p. 40) las preguntas claves en torno al
crecimiento son:
“El crecimiento ¿Con qué finalidad? ¿Con qué miras? ¿En que condiciones el
crecimiento es provechoso? Crecimiento ¿Para quién? ¿Para algunos miembros
de la comunidad internacional o para todos?”
En la etapa del modelo primario exportador (MPI) –que vivió América Latina en
el amplio periodo que va, a grosso modo, desde mediados del siglo XIX a la Gran
Depresión de los años treinta del siglo pasado- era claro que el crecimiento
beneficiaba casi exclusivamente al sector exportador moderno, generalmente
controlado por el capital extranjero, y que la capacidad de transmisión de dicho
crecimiento al resto del sistema productivo era mínima. Con el modelo
neoliberal, como veremos más adelante, esa historia se repite, con el agravante
de que el crecimiento mismo parece estar ausente.
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El concepto desarrollo involucra cambios cualitativos, aparte de cuantitativos.
Se trata no solamente de un proceso de acumulación de capital, de mayor
productividad del trabajo y de progreso tecnológico, sino también de un proceso
de creación de una estructura productiva, de la relación e interacción de las
partes que constituyen esa estructura y del mejoramiento cualitativo de los
productores directos, de sus capacidades y habilidades, de su formación y
capacitación. (Perroux, 1984, p. 44).
En el subdesarrollo lo característico de sus estructuras productivas es su
desarticulación y extroversión, rasgo que se conserva y se reproduce desde el
pasado colonial de los países periféricos. Los sistemas productivos del centro son
homogéneos, mientras que los de la periferia son heterogéneos (Rodríguez,
1980). Las economías subdesarrolladas son por definición desarticuladas, es
decir economías que, como decía Perroux (1961, p. 428) “por razones
estructurales están expuestas continuamente a bloqueos de desarrollo o de
crecimiento”.
Esas características no pueden entenderse al margen de las relaciones
centro-periferia. Entre los sistemas productivos del centro y los sistemas
productivos de la periferia se establecen relaciones de dominación-dependencia
y una división internacional del trabajo, que aunque cambiante, siempre ha sido
favorable a los centros (Furtado, 1967). 1 La relación con el centro
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