La innovación en manos de los jóvenes Colombianos

La innovación en manos de los jóvenes Colombianos

Los jóvenes colombianos, avanzando el siglo XXI, participan desde sus lenguajes, sus imaginarios, sus ideas, sus múltiples visiones y desde los cambios que han producido en ellos los avances de una sociedad abierta, pese a sus problemas, del gran desafío común a toda la humanidad es hablar de innovación y emprendimiento. (Eduardo Bitrán, 2011)^[1]

Los jóvenes, han producido cambios prodigiosos: han ganado en libertad, en habilidades técnicas, a pesar del pésimo desempeño de las estructuras sociales, económicas, culturales y de la capacitación, son confrontados desde la acción juvenil con resultados y maneras de consolidarlos que los adultos ni siquiera imaginan.

Las extraordinarias transformaciones en la juventud son patrimonio humano y punto de partida para emprendimientos que conduzcan a sociedades más abiertas, más democráticas, más participativas y de situación en mejorar la lucha contra lo que ha sido la peor causa del malestar de las naciones: la exclusión y la restricción de las oportunidades.

Existe en las mediciones y estadísticas sociales la costumbre contraevidente de prolongar la edad de dependencia juvenil de los ingresos de los padres o de las transferencias del Estado. Contraevidente, porque son millones el número de jóvenes que anticipan la toma de responsabilidades, especialmente en los sectores pobres y medios, pero esa anticipación de responsabilidades tiene ventajas biológicas que surgen de las potencias juveniles y desventajas sociales que resultan de los rezagos de las políticas públicas y de los modelos económicos privados.

PLAN NACIONAL DE DESARROLLO – Pacto por el emprendimiento, la formalización y la productividad: una economía dinámica, incluyente y sostenible que potencie todos nuestros talentos

Los emprendedores contribuyen al crecimiento, a través de la creación de empleo y el desarrollo de nuevos productos y procesos, que conllevan a la creación de mercados y competencia dentro de los existentes. Además de una mayor innovación, cambio tecnológico y productividad, esta relación es positiva especialmente en países con ecosistemas de bajo y medio nivel de desarrollo (GEDI, 2018).

El nivel de formalización de la economía incide en la productividad a nivel macroeconómico, por medio de una eficiente asignación de recursos. La baja productividad de las empresas informales responde a factores como el incentivo a mantener una escala reducida para evitar detección de las autoridades, la baja presión competitiva, el bajo acceso al crédito, menores tasas de inversión, el intensivo uso de mano de obra poco calificada, incentivos menores a la adopción de tecnología y entrenamiento, la menor acumulación de capital humano, el uso intensivo de los recursos naturales y el uso restringido de los bienes públicos. La política pública debe promover la formalización con un enfoque integral. (COLOMBIA, 2018 )^[2]

Colombia es un país mayoritariamente formado por gente joven, en una altísima proporción. Tres factores impiden que esa presencia mayoritaria incida de manera decisoria en las políticas públicas, dentro de ellas la de emprender e innovar.

Esos tres factores son, entre otros, los políticos y la llamada clase política, el modelo pedagógico y el monopolio de las oportunidades en unos pocos grupos que existen de manera cerrada y excluyente.

No se trata de un problema de ideologías o de verdades teóricas, se trata de la intromisión indebida de esos tres factores, de sus alianzas y del aprovechamiento que saben hacer de las iniciativas y espacios de decisión.

Los políticos y su clase, aliados con los viejos poderes – (fuerzas armadas, gremios y control de las relaciones internacionales) - naufragan en la corrupción, la mentira y el aprovechamiento personal y familiar de sus redes de influencia.

Lo anterior no tiene excepciones: los políticos que no son muy corruptos, son muy ineptos o muy mentirosos o no tienen la representación de la que hacen alarde o simplemente están buscando jubilarse con los elevados ingresos que derivan de su permanencia en las redes clientelares.

El modelo pedagógico colombiano no responde a las demandas de desarrollo e innovación que tanta falta hacen en Colombia: por el contrario, ese modelo funciona como un mecanismo de aplazamiento de la participación de los jóvenes en las decisiones que los afectan y del reconocimiento económico, cultural y social de sus destrezas y aptitudes. De este modo, se produce un asombroso desperdicio del interés y de las creatividades juveniles para acelerar las soluciones de nuestro país, entiéndase esto por falta de inversión e  interés de las ideas innovadoras que se desarrollan en las universidades en asignaturas como: innovación, emprendimiento, metodologías de investigación, entre otras, que al final llevan al joven a la creación de una idea que solo le deja una nota para cumplir con el deber de ganar un semestre o materia, pero no encuentra el acompañamiento de fondo para volver su imaginación en realidad.

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