Las transformaciones del edificio de La Nacional en su inserción actual conservan la arquitectura de su propuesta inicial
Marco Canto ChucDocumentos de Investigación11 de Febrero de 2019
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Introducción
En el trabajo presente se encuentra el análisis fenomenológico sobre el planteamiento inicial del edificio de La Nacional en contraste con la forma en que es percibido, usado y reconocido actualmente. El análisis tiene como fin el discernir sobre si este edificio fue planteado desde el principio para poder adaptarse a tiempos futuros, esto en base a su planteamiento con vista moderna y con un programa arquitectónico que difirió sobre la arquitectura regional yucateca en la década del 1930.
Este edificio, de vanguardia en su tiempo de inauguración, respondería al proceso de modernización de la ciudad y del desarrollo actual de la ciudad de Mérida, por lo que se dedica este análisis hacia su importancia dentro de la arquitectura regional histórica y contemporánea. Lo anteriormente mencionado postula al edificio en un punto medio temporal de la arquitectura meridana, de una etapa de transición.
Para llegar a las conclusiones que plantea la hipótesis de este análisis, se utilizarán diversos recursos bibliográficos y de primera mano. Los recursos de primera mano cómo: fotografías, esquemas de diseño, diagramas y descripciones literales; son de mayor cantidad, por el hecho de que existe mucha información documentada sobre el inmueble y su contexto histórico y social, por lo que este análisis también tiene como fin aportar más información a la que se tiene actualmente.
Planteamiento de la hipótesis: Las transformaciones del edificio de La Nacional en su inserción actual conservan la arquitectura de su propuesta inicial.
El edificio de La Nacional, ubicado en la esquina de la Calle 60 x 59 del Centro Histórico de la ciudad de Mérida, pertenece al diseño y construcción al Arq. (Ing.) Carlos Manuel Castillo Montes de Oca y el Ing. Alfredo Medina V., inaugurándose el 5 de enero del 1936, siendo un evento de inminente sonar en la península de Yucatán, como bien lo describe el extracto a continuación citado:
“… El edificio inaugurado, por lo que se refiere al ornato de nuestra urbe, representa un motivo más de gala para Mérida […] su arquitectura sobria y elegante es de gran atractivo y viste ese lugar no sólo con el luciente traje de lo nuevo, sino con el hermoso y proporcionado conjunto de líneas exteriores […] exponente de la moderna arquitectura…”(Diario de Yucatán, 1936).
Dentro de un centro histórico -si bien en ese entonces funcionando un gran porcentaje de edificios como comercios y centros de negocios- planteado originalmente como manzanas que albergaban viviendas; agrupando el equipamiento y los servicios en zonas concentradas (centros de barrios o hacia las afueras del trazado original de la ciudad colonial), este edificio marcó pauta para una nueva configuración del espacio y la forma en la arquitectura de la región y una tipología reciente en la ciudad destinada legítimamente a un conjunto de oficinas.
El sinónimo de modernidad acompañó en gran medida al aspecto formal y funcional de este edificio con el estilo Art-Decó. Aunque es un hecho que esta modernidad no fue ajena al entorno, sino que, Carlos Castillo supo integrarlo al ambiente natural, obteniendo así ventilación natural (Castilla, 2011) y de acuerdo a una comparativa formal (véase fig. 1), las proporciones usadas en vanos atienden a las mismas utilizadas en periodos anteriores; por lo que se puede entender esta arquitectura como ecléctica.
La construcción de este edificio como parte de una nueva tipología introducida a la ciudad dio paso a una reinvención de conceptos: el patio central, la primera planta, el acceso y las circulaciones. Conociendo que, todos estos aspectos entran en un terreno pionero, alejado de los tradicionales diseños arquitectónicos, se comienza con este análisis de la arquitectura originalmente propuesta.
El propósito principal de este proyecto arquitectónico fue albergar una central administrativa en la ciudad. El hecho que hizo que los directivos de dicha compañía requieran un edificio que pueda proyectar su visión de vanguardia, que venía manifestando su principal central en la Ciudad de México (véase fig. 2) (Castilla, 2011).
La cede de La Nacional, daba ese discurso de modernidad y de innovación, siendo así el primer edificio vertical en la Ciudad de México. Por eso era importante el dar un mensaje similar en la cede yucateca, por lo que el trabajo de Carlos Castillo fue marcar un punto y aparte sobre la arquitectura regional a través de este proyecto.
El programa arquitectónico original se componía de 3 plantas en todo el edificio, dos accesos y un patio central situado en el primer nivel, a grandes rasgos. En la planta baja (fig. 3) se tenían dos accesos: el acceso achaflanado de la esquina de la calle 59 x 60 y otro sobre la calle 59, algo particular en las construcciones de esa época. También se encontraba una doble altura en toda la planta. Ahí es donde se albergaban a todo su alrededor comercios (1), el mayor tamaño en la altura de esta planta se debía al uso que se le daba como locales comerciales, con las dimensiones de la época.
Se trataba de un conjunto de comercios unidos en un mismo entorno, que compartían cuartos de servicio y baños y los cuales se regían bajo un mismo esquema, un mismo edificio, lo que significaba la aparición de una tipología totalmente diferente siendo un edificio comercial, bajo un esquema de distribución funcionalista.
En el paramento poniente se localizaban las áreas de servicios del edificio. Ahí se podía encontrar una especie de tanque que posiblemente abastecía de agua a todos los equipos hidráulicos del edificio. El lugar donde este tanque se encontraba era un patio de servicios que colindaba con el patio central del edificio de al lado. A un costado se encontraban los baños de la planta baja, alineados con los baños del primer y segundo nivel, los cuales se ventilaban a través de un cubo de luz que se localizaba a un lado de las escaleras y el elevador.
(1) Descriciones de la Dra. Gladys N. Arana López
Las circulaciones verticales constaban de unas escaleras de ida y vuelta en U que iban desde la planta baja (acceso Calle 59) hasta el segundo nivel. A su vez se contaba con un elevador que partía desde la planta baja hasta la azotea, además de contar con dos escaleras de servicio para llegar hasta ahí desde el segundo nivel.
En el primer y el segundo nivel se mostraba el mismo esquema. Todos los espacios quedaban distribuidos alrededor de un patio central que partía del primer nivel. Este patio recuerda a las composiciones espaciales de las casas de dos plantas Las plantas se componían de oficinas en una distribución en forma de “U”, ocupando los paramentos norte, sur y este, puesto que de esa forma podían recibir una iluminación y ventilación adecuadas. Esto no ocurre en el lado oeste, donde solamente se disponía el área de servicios y las circulaciones verticales.
En cada oficina se disponían espacios con dimensiones cerca de los 35 metros cuadrados, donde se disponía la oficina y archiveros anexados a un costado del espacio principal. Cada oficina contaba con ventanas de proporciones 1:2 las cuales se integran con la fachada a través de la estructura del edificio; lo que indica una armonía entre los elementos formales con los estructurales que componen las fachadas este y norte. Esta pauta se encuentra en todo el edificio, haciendo énfasis en la estructura y las proporciones, un respeto total a ellas.
El principal objetivo este edificio fue su inserción en el centro histórico en un ámbito completamente comercial y de progreso. Esto se traduce a estas tres plantas conformadas por oficinas y negocios. Sin más, los espacios vestibulares eran completamente sobrios, exiliándose de terreno de ornamentación obligada que comprendía la arquitectura de gran nivel en Mérida, todo se entiende como un espacio que buscó siempre la optimización de recursos, la limpieza y pureza de la forma y sobre todo el material. Una nueva arquitectura, que hoy en día se ha transformado y a continuación se analiza si la arquitectura aún sigue vigente, si se ha respetado o si es un edificio ajeno a su original concepción.
En la actualidad La Nacional se sigue manteniendo fielmente a su construcción desde la fachada (véase fig. 5). Cabe mencionar que es un edificio que debido a su escala no muestra su fachada completa –o por lo menos no es percibida por el transeúnte regular- por dos razones: la altura del edificio con respecto a sus colindantes que ha obligado a los peatones a mirar siempre a escalas bajas (en consecuencia, solo miran la parte de los locales) y por el crecimiento de la copa del árbol de almendro encontrado en el Parque Hidalgo.
Los dos accesos aún siguen existiendo, pero en la planta baja se han generado otro tipo de accesos adicionales. El primero es el acceso al restaurante La Parrilla, ubicada en el paramento este del edificio. Los segundos son el acceso secundario del restaurante Los Trompos, en la calle 59 y los dos accesos de las tiendas artículos regionales correspondientes. Estos establecimientos se tornan independientes, esto debido a la cuestión de la escala anterior mencionada. La unidad de este edificio se logra distinguir si se mira a contra esquina, donde se da una lectura que encierra la planta baja en un solo contexto y que sostiene a las ventanas de la serie de apartamentos de los dos niveles superiores.
En la planta baja cada espacio cuenta con su propia arquitectura. Una mezcla de estilos en cada uno de los establecimientos los sitúa en una arquitectura posmodernista, que más que una intervención en el espacio, se puede entender
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