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Los Procesos De Enamoramiento


Enviado por   •  14 de Mayo de 2013  •  3.965 Palabras (16 Páginas)  •  412 Visitas

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Los proceso del enamoramiento

En todo enamoramiento se sucede un antes, un principio, un en, un fin y un después. Es algo así como la parábola matemática de un proceso en tiempos y espacios todavía desconocidos, que se inicia con el surgimiento y los sucesos de las condiciones suficientes y necesarias para que ocurra el enamoramiento propiamente dicho, se desarrolle y concluya con las trasformaciones consecuentes.

Sobre la definición y descripción de los elementos que participan y actúan en ese proceso, es que voy a proponer la explicación de mis hipótesis descabelladas del enamoramiento.

Esas teóricas etapas y los elementos que en ellas intervienen, son:

1. Etapa previa:

El surgimiento de las condiciones suficientes y necesarias para que ocurra un enamoramiento se inicia con la emergencia de un estado corporal y mental de desasosiego en respuesta a circunstancias internas y externas y el cual se caracteriza por insatisfacción vital, existencial y emocional y que, por las apariencias, se parece y se asocia con el estado de depresión, pero con el cual sólo tiene parecidos, como lo ha mostrado Francesco Alberoni:

“El período que precede a la aparición del Estado Naciente el individuo padece un estado de Tensión Creciente, de insatisfacción. Tiene la impresión de vivir de modo falso, inauténtico. Un estado que corresponde a la tensión y la asfixia que el feto sufre en el útero materno al término del embarazo. En la vida adulta nos sentimos sofocados, prisioneros, cuando nuestro impulso vital, nuestro deseo de vivir se ve trabado por las normas, las relaciones sociales, por instituciones escleróticas. Es la Sobrecarga Depresiva (Anoto por mi parte que esta Sobrecarga depresiva debiera denominarse de otra forma, porque la depresión patológica nada tiene que ver en los procesos del enamoramiento, a menos que el individuo esté afectado por ese estado patológico). Entonces la tensión entre el impulso vital y las estructuras que lo comprimen llegan a un umbral en el que el sistema se desintegra, explota.

Este proceso, en términos absolutamente generales, es un aumento progresivo del desorden, de la Entropía hasta el umbral en el cual el sistema se hace añicos. Pero, como ha mostrado Ilya Prigogine, si tiene suficiente energía, el sistema no muere, sufre una metamorfosis, asume otra estructura, cambia de forma. En nuestra psique, esta transición de un orden a otro se da a través de una experiencia particular, el Estado Naciente” (1).

Sin embargo, para Alberoni, la aparición de estos fenómenos previos al enamoramiento, parecen estar más condicionada por sucesos existenciales provocados por las circunstancias de la vida cotidiana y que bien podrían o no presentarse. Por mi parte, propongo que tales fenómenos se presentan por causas imperativas, obligadas y necesarias de la biología, la fisiología y la cultura que desatan un proceso primordial de trasformación corporal, cerebral y mental, pero condicionado por la genética y la cultura.

Yo pienso que, como por ejemplo en algunos reptiles y otros animales, cuando se llega a un punto de crecimiento o saturación, se cambia, obligatoria y necesariamente, de piel, en el caso del enamoramiento es el momento del cambio de piel, de la trasformación del estado cerebral, fisiológico y mental, existente.

2. “El flechazo” del enamoramiento:

Cómo, cuándo y porqué, se alcanza la sobrecarga, ocurre la explosión de esta y se inicia el “Estado naciente”, es un asunto mucho más complicado de explicar, porque, si bien es posible observar por métodos científicos los sucesos biológicos, fisiológicos y hasta psicológicos, de esos fenómenos, una vez ocurren, no es posible, todavía, anticipar ni el instante ni el objeto ni la persona ni la actividad ni la idea ni la visión que lo va a provocar, entre los múltiples posibles en los que está inmerso quien está listo para un enamoramiento. Así mismo, tampoco es posible determinar con precisión las circunstancias y condiciones, necesarias y suficientes, que en su convergencia provocan ese específico estado de desasosiego para que de allí se desate el “Estado naciente” del enamoramiento.

Lo único con lo cual se puede equiparar ese "flechazo" que desata el “Estado naciente”, es con una hierofanía o epifanía o revelación que anuncia y desvela lo que vendrá. Esa encarnación de las ya citadas palabras del poeta y filósofo al-Andalus, Ibn Hazam de Córdoba (994-1063), en El collar de la paloma:

“Quiero saber quién y como vino.

¿Era la faz del sol? ¿Era la luna?

¿Era una pura y racional idea?

¿La imagen que suscita el pensamiento?

¿Un espectro forjado de ilusiones

que apareció encarnarse ante mis ojos?”.

Es la misma hierofanía que Giordano Bruno describe para "el furioso heroico" en el texto ya citado antes.

Se sabe que aquello hacia lo cual se dirige la energía del enamoramiento es una y única persona o una y única idea o imagen o una y única actividad o un único objeto. Es necesario dejar sentado en este punto y sin ninguna explicación que tampoco el enamoramiento tiene relación alguna con la naturaleza, los objetos y los motivos de las adicciones, pues estas, a diferencia de él, son estados patológicos con finalidades diferentes.

3. El enamoramiento o “Estado naciente”:

Lo que sí es posible determinar, al momento en el que ocurre el enamoramiento, son los estados anímicos y físicos que afectan al enamorado y para ello, vuelvo a citar a Alberoni:

“Roto el cascarón que lo apresaba, el individuo vive una excitante experiencia de liberación, de euforia, una expansión del yo. Se encuentra en un mundo en el que ya no existen los vínculos, las obligaciones, los obstáculos de su mundo interior y en el que la vida es feliz, fresca, auténtica; en el que los colores son más vivos y todas las cosas resplandecientes y maravillosas. Y a él se entrega lleno de energía, de esperanza, deslumbrado y con el corazón latiendo fuerte, pero con la experiencia regocijante de que todo es posible nuevamente. Es un renacimiento: "¡Incipit vita nova!" (2).

Es ese el estado y el momento en el que se desatan los poderes y las fuerzas necesarias para emprender la conquista de las estrellas. Sólo una necesidad mayor es capaz de provocar que se conquiste el universo. O sólo un poder, “un furor”, como el enamoramiento puede lograr

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