METODOLOGÍA CREATIVA . PARA LA PRÁCTICA DE UN TALLER DE IMPROVISACIÓN
Jhonny RuizApuntes24 de Agosto de 2020
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METODOLOGÍA CREATIVA
PARA LA PRÁCTICA DE UN TALLER DE IMPROVISACIÓN
Podemos definir la técnica de
la improvisación como la capacidad
actoral para vivir
real y sinceramente situaciones
imaginarias. Un actor
aprende a vivir realmente,
cuando vive aquello que le ocurre
de forma imprevista, es decir,
capta lo que sucede a su
alrededor y, en consecuencia,
reacciona-actúa conforme a
esas provocaciones, y todo
ello, lo hace desde su propio
yo, desde su verdad y conocimiento
emocional, por tanto, lo
vive sinceramente, de tal forma
que, aunque, lógicamente,
los supuestos son inventados
(situaciones imaginarias), su
técnica improvisadora los
hace verosímiles porque los
efectos de su reacción-interpretaci
ón producen la ilusión
de la realidad.
El objetivo de esta técnica, por
consiguiente, es la formación de
actores capaces de subir a un
escenario y, llegado el caso,
comportarse orgánicamente
en la escena, es decir, escuchar
de verdad, mirar de verdad,
hablar de verdad y reaccionar
de verdad ante unas circunstancias
dadas y una situación que,
naturalmente, no son verdad,
son imaginarias. Y ello para
poder dar al público la sensaci
ón de que lo que está pasando
pasa aquí y ahora, y por primera
vez.
Establecida la definición de lo
que conocemos como técnica
de improvisación, el objeto de
nuestro presente trabajo es el
de dar a conocer nuestra metodolog
ía de trabajo en los
talleres que sobre improvisación
creativa solemos impartir para
actores, educadores y público
interesado en general y, adem
ás, exponer, de forma razonada,
cómo dicho proceso de
trabajo hunde sus raíces y, por
tanto, se fundamenta en una
dinámica en la que la creatividad
es su único y absoluto
eje conductor.
DINÁMICA DEL PROCESO IMPROVISADOR
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LA RELACIÓN PROTAGONISTA/ANTAGONISTA
Dentro de esta relación surge el conflicto: el protagonista desea algo
(voluntad) y está dispuesto a hacer todo lo posible para conseguirlo;
el antagonista se lo niega (contravoluntad). Ambos, por tanto, deben
conocer ese deseo, el lugar donde están y la relación que entre ellos
existe.
El protagonista pide algo -material o abstracto- que debe ser real y
posible. Ha de tener claro el por qué quiero. Sus razones pueden
ser egoístas o altruístas: unas serán abiertas, las que expresa, en
las que apoya su petición, pero otras, las más importantes, deben
ser secretas, conocidas sólo por él. Cuanto mayor importancia tengan,
o él se la atribuya, mejor le ayudarán a intentar conseguir lo que
pretende. Por ello su postura mental debe arrancar siempre de estas
preguntas: ¿Qué deseo? ¿Qué estoy dispuesto a hacer para conseguirlo?
.
El antagonista niega porque tiene razones para ello. Por tanto, debe
saber responder siempre con toda claridad a estas tres preguntas:
¿Por qué no quiero que lo consiga?, ¿Qué me va a pasar si lo consigue?,
¿Qué no me debe pasar de ninguna manera?. Al igual que
las del protagonista, sus razones no serán sólo abiertas, las expresadas,
sino que dispondrá, también, de otras cerradas, que sólo él
conoce; el aportar razones secretas aumenta la intensidad del
conflicto y genera el factor de desequilibrio necesario (divergencia)
para estimular la creatividad del actor-improvisador.
1
EL CONFLICTO
El conflicto, entendido como un
enfrentamiento con el otro o con
uno mismo, es el eje de referencia
de la improvisación
creativa. Dicho de otra forma,
si no hay conflicto no hay improvisaci
ón: si dos personas
conversan sobre un escenario,
pero no les pasa nada, nunca
se creará una situación de verdadera
improvisación teatral.
En este sentido, siempre solemos
insistir a nuestro alumnos,
cuando viene el caso, en la necesidad
de distinguir entre una
situación vegetativa que
ocupa un espacio, un tiempo y
un estado de ánimo, pero en la
que no ocurre nada, porque no
hay conflicto, y la situación
dramática que supone un enfrentamiento
entre un protagonista
y un antagonista.
3
CIRCUNSTANCIAS DADAS
Y DISEÑO DEL ARGUMENTO-
BASE.
Después de la determinación
del conflicto y del establecimiento
de los deseos y necesidades
de protagonista y antagonista,
nos aprestamos a
pergeñar un argumento-base en
función a tres niveles progresivos
e interrelacionados que van
activando la propia energía
creativa de los actores-improvisadores.
En suma, y, al final de la sesión,
tendremos tres argumentosbase
que se corresponderán con
las tres tipologías o modalidades
progresivas de improvisaci
ón que contemplamos,
siempre, como hipótesis de trabajo,
a saber:
3.1.
Modalidad Libre
Basadas en la experiencia personal
del actor, buscando sus
propias sensaciones, emociones,
ideas, experiencias. Trabajando
con uno mismo y el
entorno social en que se desenvuelve.
3.2.
Improvisaciones sobre
Escenas
Basadas en arreglos derivados
del estudio de la escena
anterior, encaminados a descubrir
el comportamiento del personaje
dentro de uno mismo.
Estos arreglos trasladan lo
esencial de la escena al mundo
personal del actor. No es lo
que yo haría si fuera el personaje
sino ¿qué circunstancias
tendrían que darse en mi vida
para que yo me comportase
como el personaje?
3.3.
Improvisaciones con
Texto Imaginario
Un texto inventado como punto
de partida con diálogos y
sucintas acotaciones que dan
lugar a una situación narrativa
abierta que, al calor de la acci
ón, suele modificarse, enriquecerse
y, en suma, completarse.
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En aras de que la improvisación
funcione bien y, siempre, antes
de comenzar el ejercicio, solemos
tener en cuenta las siguientes
cuestiones que consideramos
muy necesarias para
el rol de espectador activo
que desempeñan el resto del
grupo de alumnos participantes:
1
Expresar públicamente la razón
que el protagonista tiene para
llegar al lugar donde está el
antagonista.
2
Concretar ambos su estado de
ánimo de forma sintética.
3
Explicar al resto del grupo de
alumnos, sin que su oponente
lo escuche, la estrategia general
que piensa seguir, modificable
durante el ejercicio. Aunque
ambos fortalezcan previamente
sus razones y estrategias para
intentar alcanzar los objetivos
propuestos, al mismo tiempo
deben estar abiertos a modificarlos,
rebajándolos o dejándose
convencer. Si no se parte de
este supuesto, estos ejercicios
no tendrían ningún sentido. La
fórmula podría reducirse así:
Tengo que conseguir lo que
pretendo -que me den lo que
pido o no acceder a lo que me
solicitan-. Pero si me convencen,
cosa que no creo que ocurra,
estoy dispuesto a renunciar
o a entregar lo que sea. Trato
de explicar que esta lucha tan
peculiar debe ser real: ganará
no el más hábil, sino quien tenga
razones más poderosas
para no dejarse convencer; pero
si quienes en ella participan no
se escuchan, no admiten la
posibilidad de ser derrotados, el
juego no puede funcionar.
4
TEMPO-RITMO DE LA ACCIÓN
Finalmente es necesario que exista un continuo trabajo con el temporitmo,
fundamental para que la acción-reacción de los actores tenga
el timming adecuado para que la improvisación funcione. Si durante
la realización de la situación propuesta, vemos que no evoluciona,
debemos introducir una urgencia (¡Faltan dos minutos y medio!), que
dinamice el tempo-ritmo de la acción y sirva para reactivar
creativamente a los actores quiénes se verán obligados a ajustar su
timming y, además, armonizarlo al de sus compañeros.
5
PRESENCIAS INESPERADAS
En nuestras sesiones de trabajo, una vez que se logra cierta seguridad,
acostumbramos a introducir elementos sorpresa, personas, hechos
inesperados que provocan situaciones incómodas de resolver
(la llegada de un vendedor inoportuno, un familiar borracho, un vecino
pelmazo que nada tiene que ver con lo que se está trabajando...),
pues son fórmulas indirectas que sirven no sólo para recordar la urgencia,
sino, al mismo tiempo, para estimular la espontaneidad
que no consiste en poseer habilidad
...