MITO DE LA TRANSICIÓN DEMOCRÁTICA

TEJEDA MARINES JOCELYN SAMARA

TEORÍA DE LA CONSTITUCIÓN

AGOSTO 22, 2017.

ENSAYO: EL MITO DE LA TRANSICIÓN DEMOCRÁTICA

Es indiscutible que el sistema político actual Mexicano descansa en una ferviente corrupción, sustentada en el autoritarismo que cínicamente se ha consolidado a través de las acciones y disposiciones de un círculo cada vez más reducido de políticos elitistas y malinchistas que mayoritariamente carecen de legitimidad ciudadana.

Nuestro país ha fracasado frente a los dignos hijos de la patria al cultivar la desigualdad, la impunidad y la pérdida de la soberanía a través de verdades institucionalizadas por priistas detentadores de las eficientes represiones domesticadas, apoyadas trágicamente por izquierdistas desubicados y traidores. Sin embargo alentar el decaimiento moral y anémico de la sociedad provocado por tales errores históricos, solo nos coloca en la dirección equivoca para la solución asible de tremendos conflictos, siendo preponderante la permisión de un nuevo ciclo de lucha social que reviva los sentimientos de aquel México que nuestros paisanos revolucionarios soñaron.

Es cierto que no es la primera vez que la Nación se jacta de estos males, así como no son primicia los movimientos de lucha popular encaminados al derrocamiento de políticas partidistas y neoliberales, pero me parce que desde hace bastante tiempo no han surgido líderes dispuestos a competir en cargos de elecciones, y la causa, justificadamente, es vilipendiada; se trata de el legado de la simulación electoral, característico del sistema mexicano. Éste ha incubado una decepción inminente ante la democracia, pero aún dicha tal enunciación de tintes fatálicos, es meramente inoportuna la inacción o el conformismo ciudadano y es trascendente la lucha por la justicia social.

Es vital  la transformación integral de la estructura del poder social y aunque el pueblo puede ser incapaz de resolver todos los problemas nacionales, puede adoptar el papel de  ombudsman para la protección de intereses populares, con lo que instantáneamente lograría un respaldo social fuerte y con ello una transformación real de fondo en los ámbitos político y económico. Por su parte los funcionarios públicos le apuestan a la imposición ideológica del progreso y  la modernidad, mientras minimiza nuestras costumbres, denotándolas como obstáculos y dejándonos un vacío de identidad que posteriormente se proponen llenar con mensajes propagandísticos, diseñados por los estratos de elite.

Programas como Iniciativa México (IM), poseen la intención de exterminar el espíritu liberal revolucionario, así como otros programas “beneficiosos” para la sociedad buscan distraerla del verdadero manto que nos mantiene ciegos y estancados en este sistema arcaico e infructuoso. Como si esto no fuese suficiente hoy en día los mexicanos buscan ser parte del proyecto clasimediario, el cual que busca colocar a los ciudadanos a la par de países desarrollados, sin importar el inevitable sumergimiento en el consumismo individual y privatizador, en el conservadurismo y en el entreguismo nacional a los poderes fácticos.

Está claro que el partidismo busca no solo borrar nuestra identidad histórica, si no imponer un nuevo modelo económico como ideología del Estado y asume la responsabilidad de los fracasos en el país al retraso social y a la fijación en los viejos problemas. Ridículamente enarbola el proyecto neoliberal como aquel que nos llevara a la definitiva modernización, cuando es obvia la intención represora y destructora de ésta política.

Actualmente nos encontramos atrapados en un peñismo que se ha opuesto desde un inicio a los debates públicos y ha preferido las negociaciones entre los mismos políticos de siempre, su gobierno nos ha regresado al salinismo que exalta a menor provocación la “audacia totalitaria” con el fiel apoyo de los comprados medios de comunicación y de la mano de capos del narcotráfico, y como no mencionar la imagen sanguinaria que propiamente se ha atribuido con toda aquella impunidad.

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