Medios de Comunicación y Campañas Electorales
Naiara Gil GomezEnsayo29 de Marzo de 2019
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Medios de Comunicación y Campañas Electorales
Introducción:
Los medios de comunicación ocupan un papel fundamental en el funcionamiento del sistema democrático ya que facilitan que los ciudadanos mantengan contacto no sólo con las propuestas de los candidatos y así poder ejercer el voto de manera libre y racional acorde a sus necesidades y lo que creen que va a satisfacerlas, sino también con su imagen personal, su vida privada y social. Hoy, entendemos que los medios de comunicación no sólo se concentran en los tradicionales (léase televisión, radio o diario) sino que las redes sociales (Twitter, Facebook, Instagram, entre otras) ocupan un lugar muy importante a la hora de comunicar y transmitir (y formar) ideas, y no hay espacio moderno sin la hipermediatización de la política y la cultura. Las campañas y contra campañas de los últimos tiempos han tenido mucha trascendencia con comunicados lanzados desde las redes personales de cada uno de los candidatos facilitando la llegada y la construcción de sus imágenes (a favor o en contra). Este hecho pone de relieve la importancia de los medios como actores políticos de primer orden y también su papel en la organización de los temas objeto de preocupación, decisión y ejecución colectiva. “Los estudios de la agenda de los medios de comunicación, como se sabe, han transitado de observar la relación entre la visibilidad mediática y los efectos en las audiencias, a las tendencias en el encuadre de los tratamientos informativos, pasando por etapas intermedias como el análisis del predominio de las fuentes y los procesos de construcción de las agendas sociales” (Villafaña, Irving, 2008.p.1)
Agenda mediática y Construcción del Candidato:
The Waldo Moment, es el tercer capítulo de la segunda temporada de la serie británica Black Mirror que vio la luz en el año 2013, año donde aún no era trascendente el mensaje que nos quería transmitir y que se fue acrecentando en el transcurso de estos pocos años (la campaña por Twitter y la llegada de los populismos a esta parte de Occidente con los gobiernos de por ejemplo, Mauricio Macri en Argentina, Donald Trump en Estados Unidos y Jair Bolsonaro en Brasil) y que ahora es un fiel reflejo del presente. Black Mirror está inmersa en el género de ficción e íntimamente relacionada con la tecnonegatividad donde focaliza que el uso excesivo de las nuevas tecnologías pueden llevarnos a un fin que no es el esperado. Pero a su vez, nos muestra cuan relacionados estamos en ese mundo conectado.
En este capítulo contamos con un candidato al Parlamento, Liam Monroe, ex ministro de Cultura y militante del Partido Conservador, quien se encuentra envuelto en un escándalo relacionado con la pornografía (escándalo visibilizado gracias a las redes por videos virales). Este inconveniente surge en plena campaña y es utilizado por los medios sensacionalistas con el fin de aumentar la audiencia y generar interés en los televidentes. En ese momento es donde ingresa en el juego Waldo, un oso azul animado que es utilizado por un conocido programa televisivo (late night satírico) para hacerles bromas a sus invitados. La visita de Monroe desde el primer instante había sido controversial pero no se imaginaron que el impacto generado en el público, luego de la charla con Waldo, iba a medir tanto. La primera explicación posible: Waldo no tenía pelos en la lengua y era capaz de decirle a los políticos lo que pensaba libremente sin temor a una represalia. Este impacto generó la primera acción, perseguir a Monroe por los lugares donde frecuentaba con un camión que tenía una pantalla gigante con el prototipo del oso, para provocarlo con frases subidas de tono, poniéndolo en ridículo frente al público y dejándolo sin argumentos para contraatacar. Pero luego, al ver que Waldo se comportaba como un candidato y generaba expectativa de cambio en los votantes, realizaron un piloto protagonizado por el oso, y, en una sesión de trabajo decidieron presentarlo en las elecciones locales como principal opositor.
Aquí tenemos la que primera relación, se mide el rating, se especula con la venta y el consumo y se comienzan a tratar las elecciones como un show del espectáculo donde hay oponentes, discursos marketineros y sobre todo búsqueda de aceptación del público. Lo que más mide, es lo que se queda y lo que prevalece por encima del resto de las noticias o hechos que hayan sucedido, sean socialmente importantes o no. En base a las necesidades del público y lo que estos demandan, se genera la agenda, y se establece que es lo importante y lo urgente, teniendo en cuenta que hoy por hoy con el avance de las tecnologías esta demanda tiene más fuerza debido a que el público “no sólo se enteran de información actual sobre los asuntos públicos y lo que está sucediendo en el mundo, también aprenden cuánta importancia darle a una cuestión o un tópico por el énfasis que le otorgan los medios masivos” (M. E. McCombs y D. L Shaw, 2006, p. 84)
Waldo era el candidato político perfecto, ya que era capaz de ofrecerle al público lo que quería escuchar y con el mensaje correcto (y con la ayuda de la tecnología y las redes sociales) podía llegar a los votantes con más rapidez que cualquier otro político ya que se nutría de las mismas redes para conocer que buscaban en un miembro del Parlamento. “La idea del establecimiento de agenda afirma que las prioridades de la prensa en alguna medida se convierten en prioridades del público” (M. E. McCombs y D. L Shaw, 2006, p. 84) y “el otorgamiento del status, la noción básica de la acción de la prensa en sentido hollywoodense, describe la capacidad de los medios para influir en la prominencia de un individuo (objetivo) a la vista del público (M. E. McCombs y D. L Shaw, 2006, p. 90)
Entonces de ésta manera es como se genera la construcción de la imagen del candidato en relación al establecimiento de la agenda político mediática, se va amoldando a lo que se busca públicamente y se utilizan los medios de comunicación para tal fin, teniendo en cuenta que “un fabricante de imagen política se ocupa de aumentar familiaridad con el público con su candidato (otorgamiento de status) y/o incrementar la prominencia percibida de ciertos atributos del candidato” (M. E. McCombs y D. L Shaw, 2006, p. 90) Por ejemplo, uno de los elementos utilizados en la campaña de Mauricio Macri en 2015 fue su relación con los niños incluyendo a Antonia Macri (hija del fruto de su relación con Juliana Awada) en las apariciones públicas, mostrando su costado paternal, humano y cercano a la sociedad, esto que iba a generarle confianza a la gente y así hacer promesas “creíbles” ya que iba a tener la aceptación inmediata por parte de los votantes. Y a su vez, utilizando a favor las redes sociales, donde en una oportunidad un usuario de Twitter manifestó querer matar a su hija (por el descontento con su gestión) y Mauricio se encargó de hacer campaña sobre esto llamando al a reflexión, a la unidad, al cambio, a terminar con la violencia y la inseguridad, todos tópicos principales en nuestra sociedad y que luego fueron usados por la prensa para incluirlos en sus agendas y militar desde ahí una candidatura y continuar formando las promesas de un gobierno popular que incluiría (supuestamente) a todos y todas.
Moralistas de primera hora:
Invade la anti política populista, el fin de Waldo es que el público vote sin saber que lo está haciendo, que vote no con racionalidad sino con familiaridad, “la alienación del espectador en beneficio del objeto contemplado (que es el resultado de su propia actividad inconsciente) se expresa así: cuanto más contempla, menos vive” (Debord, Guy, 2007, p.8) Waldo no es real, no tiene propuestas y ni siquiera estaba pensado para ser un candidato político, pero aun así, es más “sincero” que el resto, por lo cual se convierte en la “mascota” de los votantes descontentos. No es casual que el capítulo se relacione con la oleada de candidatos electos en el occidente como Donald Trump en Estados Unidos, Mauricio Macri en Argentina o el recientemente electo presidente de Brasil, Jair Bolsonaro. Waldo tiene la versión derechista extrema de la política, utiliza lo que el público quiere escuchar para lograr la aceptación y la victoria por medio de palabras que prometen progreso, felicidad y menos preocupaciones, se escudan detrás del “Cambio” y la “Esperanza” (“Si se puede”, diría Mauricio) sin exponer los verdaderos intereses económicos que se ponen en juego a costa del pueblo y sus necesidades, lo que queda expuesto sobre el fin del capítulo donde se desaloja a los vagabundos y se reprime al pueblo (aun con las promesas en las pantallas)
Esto anteriormente dicho se ve reflejado en el debate entre Daniel Scioli (candidato del partido Frente para la Victoria con afinidad al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner) y Mauricio Macri (candidato del partido Cambiemos-Pro, ex jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires) en el año 2015, previo a la segunda vuelta de elecciones presidenciales (ballotage) de la cual resultaría el nuevo Presidente de la Nación. El escenario de este debate fue la emblemática Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, en el marco de una iniciativa de la organización “Argentina Debate”, desde su Aula Magna, convertida en un gran estudio de televisión. Se pueden enumerar varios elementos de esta instancia para comprenderla relación que quiero exponer, por ejemplo, si observamos con detalle Daniel Scioli se encarga de enumerar los logros de los últimos 12 años (gobierno kirchnerista) y las promesas de una continuidad del proyecto nacional, popular y democrático que gobernaba al país hasta ese momento, mientras que Mauricio Macri repitió en casi toda la hora y media que duró la instancia que no se había generado trabajo y que hace cuatro años el país no crecía, que había sido el gobierno que más había devaluado y que por el contrario en su gobierno no iba a pasar (pero no presentó propuestas concretas ni posibles soluciones a eso que criticaba) pero si prestamos atención, las repercusiones de ese debate en los medios opositores a Scioli, remarcaban una y otra vez las palabras de Mauricio sobre todo las frases: “Daniel, estás haciendo una campaña del miedo”, “Hace diez años, diez años de inacción, diez años negando y mintiendo, diciendo cosas que no son verdaderas” y “Ustedes son un peligro, esta gente es mala, ustedes persiguen y van a perseguir a los científicos, a los trabajadores” tratando de llegar al público con esta idea de que todo lo que Daniel especulaba para el gobierno de Macri eran falacias, suposiciones y que sólo trataba de generar pánico y un estado de alerta en la sociedad, una especie de pánico moral ya que estamos en presencia de las funciones que la componen como tal: “algo o alguien definido como una amenaza a los valores e intereses de la sociedad; esta amenaza se representa en los medios masivos de modo tal que su forma será fácilmente reconocible; se produce una rápida construcción de una preocupación pública; las autoridades y los formadores de opinión deben responder o decir algo al respecto; el pánico pasa o produce cambios sociales” (Thompson, Kenneth, 1998, p.23) Pero el pánico se generó al revés, hoy por hoy sabemos que las palabras de Scioli (y quienes no elegimos al gobierno derechista de Macri, lo sabíamos en ese momento) no estaban erradas, entonces quién utilizo la instancia para generar pánico en la gente fue el actual presidente. “El concepto de pánico moral puede resultar útil para iluminar un tipo de comportamiento y series de sucesos cada vez más comunes en las sociedades modernas saturadas (o quizás, enriquecidas por lo mediático” (Thompson, Kenneth, 1998, p.11) con este concepto se puede explicar porque muchas personas luego de ver el debate, optaron por votar al gobierno de Mauricio Macri aun teniendo propuestas vacías de contenido y que puedan satisfacer las necesidades de la sociedad como pueblo y no sólo de los empresarios.
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