Memoria Y Tolerancia
fabyaleman30 de Octubre de 2012
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El tacto de Esther recorre la madera del vagón que, por el tratamiento de conservación, se ve limpio y sin rastro de lo que sucedió en su interior; pero si se le pone en contexto y se compara con lo que se observa en los videos y las fotografías que están alrededor, el estremecimiento llega, inevitable.
Es lo que describe Esther que le ocurrió frente al vagón original de Polsen exhibido en el Museo Memoria y Tolerancia, en el cual fueron transportados hacia los campos de concentración miles de judíos y otros "indeseables" para los nazis.
El viaje en ese tren, en condiciones inenarrables de hacinamiento, hambre y terror, fue preludio de muerte para ellos y la historia, no por conocida deja de ser impactante.
Esther, como nieta de refugiados judíos en México conoce la historia del Holocausto, desde el antisemitismo europeo del que surgió el nazismo, hasta la derrota de Alemania en la Segunda Guerra Mundial y la proscripción del nazismo, que en realidad no termina del todo.
Esa historia está contenida en el Museo Memoria y Tolerancia, donde se ilustra, con una museografía sobrecogedora, la política antisemita del nazismo, el camino hacia el Holocausto, la noche de los cristales rotos, el comienzo de las deportaciones y los guetos.
Más allá, al continuar el recorrido en espiral, está la Solución Final, la Conferencia de Wannsee, los campos de exterminio, el genocidio, la resistencia y la liberación.
Sobre este tema cuántos libros se han escrito, cuántas películas se han filmado, cuántas reflexiones se han hecho; es 'una historia superconocida' de lo que puede hacer el odio y la intolerancia hacia el otro, el que no es como uno y por ello se le quiere exterminar.
En ese episodio histórico, además de los millones de muertos en los campos de batalla y en las ciudades, en la retaguardia se procedió a la eliminación sistemática de millones de personas: seis millones sólo por ser judíos.
Además, 3.5 millones de prisioneros de guerra soviéticos por ser eslavos, cientos de miles de serbios, gitanos, homosexuales, discapacitados, presos políticos, sólo por ser ellos mismos.
Los acontecimientos y la sucesión de hechos que lo permitieron están bien documentados. Nunca más debe suceder algo parecido, se prometió a sí misma una humanidad doliente y sorprendida.
Pero, aun cuando en menor escala, el odio y la intolerancia volvieron a aparecer; más bien nunca se han ido del todo. En el mismo Museo Memoria y Tolerancia se da cuenta de ello, como ejemplo está el genocidio de los armenios a manos de los turcos en 1915.
Luego del Holocausto y del sufrimiento que dejó la Segunda Guerra Mundial, las pulsiones más negativas del ser humano se mantuvieron vigentes, muestra de ello son los hechos que rescata para la memoria el museo sobre la matanza perpetrada por el Jemer Rojo en Camboya entre 1975 y 1979.
También la represión contra los indígenas guatemaltecos entre 1981 y 1983; las matanzas en Ruanda de 1994; las guerras fraticidas por la desintegración de Yugoslavia en 1995 y las permanentes luchas intestinas en Dafur desde el 2003 y hasta la fecha.
Este recorrido por lo más negro y sombrío del ser humano contemporáneo es sólo el antecedente para entender y promover el valor inapreciable de la diversidad y la tolerancia, que integra la parte esperanzadora de este asomo a los abismos por parte del museo.
El Museo Memoria y Tolerancia abrió sus puertas hace un poco más de un año, en octubre de 2010, y desde entonces ha recibido a más de 200 mil visitantes que lo mismo se conmueven ante la memoria que reflexionan sobre la tolerancia.
El museo ha sido incorporado a la Coalición por la Corte Penal Internacional, que es la mayor asociación mundial
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