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Mexico Barbaro

aldotck29 de Septiembre de 2012

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Capítulo 1. Los esclavos de Yucatán.

Este capitulo trata de como veían los norteamericanos a México y que desde su perspectiva eran: un pueblo libre, atrasado y menos inteligente; gobernado por un hombre paternalista (Porfirio Díaz) sin embargo el autor explica que México no era ninguna de esas cosas que pensaba. y que a pesar de tener una constitución y leyes escritas justas, ni la constitución ni las leyes se cumplían. ya que México era un país sin libertad en el que existía la esclavitud para cientos de miles de hombres. el conoce a un grupo de mexicanos que habían sido encarcelados en california, ellos le cuentan sobre el trafico de seres humanos despeado y ruin que se llevaba a cabo siendo el principal lugar de concentración de esclavos Yucatán, donde viaja disfrazado de inversionista a entrevistarse con los reyes del henequén quienes tenían una enorme cantidad de esclavos para poder cuidar las plantaciones de henequén que los mantenían millonarios. los esclavos se conformaban de indios yaquis, que habían sido deportados de sonora por ordenes del gobierno del Gral. Porfirio Díaz; chinos (coreanos) e indígenas mayas, explica también este capitulo que la mencionada esclavitud se disfrazaba de servicios forzoso por deudas. menciona las denigrantes condiciones en que vivían los esclavos a quienes se les mataba de hambre y trabajos excesivos además de inhumanos castigos. menciona las técnicas de los esclavista de como compraban a estas personas a través de engaños y con el pleno consentimiento de las autoridades. en este capitulo a Yucatán se le comparó con Siberia. en palabras del autor: "Siberia –me han dicho algunos refugiados políticos mexicanos– es un infierno congelado; Yucatán es un infierno en llamas".

Capítulo 2. El exterminio de los yaquis.

Los yaquis eran "indios" mandados del norte, conocidos por ser los más fuertes, resistentes y confiables. A los norteamericanos del norte, dueños de los ferrocarriles, les molestaba que fueran exiliados para llevárselos a trabajar a Yucatán, pues los consideraban excelentes trabajadores. Ellos no los llamaban indios en el concepto norteamericano, pues éstos no son empleados.

Explica la situación de estos yaquis, a partir de un decreto del propio presidente para mandarlos a Yucatán. Este decreto se valía del supuesto de que los yaquis eran conflictivos, a tal grado que para poderlos exterminar se ordenaba que a cualquier yaqui se le debería atrapar y mandarlo a Yucatán al sur del país para que sirvieran como esclavos en las haciendas henequenes, donde morían a los seis meses por los malos tratos y el clima diferente.

Este decreto también decía que las tierras de los yaquis debían ser confiscadas; aunque era de esperar que fueran los presidentes municipales, gobernadores de los estados y amigos de Díaz, quienes se quedaran con las tierras.

Capítulo 3. En la ruta del exilio.

Acompaña en su largo viaje por tren a los indios yaquis desterrados a Yucatán para observar el "ultimo capitulo de la vida de la nación yaqui". Ahí es testigo de la forma en que familias enteras son desmembradas cruelmente, así como las confusiones que se daban al reclutar yaquis. Se llevaban a cualquier persona, aunque sólo estuviera pasando por ahí, no se hacían distinciones de otros grupos étnicos.

Muchos de ellos ya eran trabajadores de familias a las que llevaban décadas ayudando en el campo, y a pesar de las suplicas que los patrones hacían por poder mantener aunque fuera a uno de ellos, hasta seguirlos era inútil. Las personas morían en el camino de semanas y eran enterrados entre ellos mismos, muchos niños quedaban huérfanos durante la travesía.

Después de ser vendidos y comprados como muebles, pasaban a manos de sus amos, mal alimentados y enfermos muchos de ellos. Lo primero que vio al llegar fue como un yaqui era apaleado en una hacienda por la sola falta de no cumplir con la cantidad de trabajo del día.

Al llegar a su destino los hacendados casaban a las mujeres con extraños para crear nuevas familias que produjeran más mano de obra, familias nuevas que podían ser vendidas después en mil pesos por persona. Las mujeres yaquis no podían evitar llorar ante la idea de regresar con sus familias al lugar de donde fueron arrancadas.

Capítulo 4. Los esclavos contratados de Valle Nacional.

Uno de los lugares más temidos del México de principios del siglo XX era la región tabacalera de Valle Nacional en el estado sureño de Oaxaca. Los esclavos que trabajaban en las haciendas tabacaleras eran gente era traída desde todos los puntos de la república ya fuera por medio de contratos falsos, por arresto policiaco o bien por secuestro descarado.

Se enteró de otra forma de capturar esclavos, o peones. Para Valle Nacional había varios enganchadores que trabajaban para los dueños de estas haciendas, ellos estaban encargados de convencer a gente pobre de otras partes de la republica, prometiéndoles una gran paga y buena alimentación

Al principio muchos de ellos llegan pensando que son trabajadores libres, pero en cuanto se les ocurre pedir que los dejen salir es cuando se dan cuenta de que son en realidad prisioneros. Los convencen de que tienen una deuda pendiente que solamente pueden pagar con trabajo.

Las condiciones de trabajo, iguales para hombres, mujeres y niños, hacían que cualquier trabajador sólo aguantara de tres a cinco meses. Después de eso, cuando el agotamiento, el hambre y las palizas minaban su salud, los patrones se deshacían de ellos arrojándolos a los pantanos, donde eran devorados por los cocodrilos sin importar que estuvieran muertos o agonizantes.

Capítulo 5. En el valle de la muerte.

Una vez más bajo el disfraz de un probable inversionista o comprador, Kenneth visita la región del Valle Nacional, en Oaxaca, haciéndose amigo de jefes y policías que jamás sospecharan que sus supuestos millones de dólares eran pura farsa.

Logró observar la vida de los esclavos en las haciendas tabacaleras, y confirmó los rumores de algo que al principio no hubiera podido creer. Valle Nacional era mucho peor que Yucatán. Llevar a alguien a la cárcel era la vía más fácil de hacer que terminaran trabajando en el esa zona de tabacaleras también conocida como "tierra caliente".

El jefe político de Pachuca, por ejemplo, tenía un convenio donde recibía dinero por cada trabajador que les mandara. Los conseguía aprehendiéndolos en las calles, ya sea por delitos reales o imaginarios, hasta que forman un acuadrilla y se les envía hasta ahí. No importaba tampoco la edad, pues se podían conseguir incluso niños para la jornada.

De ahí caían en manos de los dueños de las haciendas. En esos lugares se les dejaba morir a la intemperie y el que intentara escapar se veía con una serie de trabas que hacia mejor ni siquiera intentarlo. Se les aplicaban castigos en forma de tortura, colgándolos de los dedos, dejaban que una gotera golpeara las palmas de las manos y la cabeza hasta que esta los volvía locos.

Capítulo 6. Los peones del campo y los pobres de la ciudad.

En algunas partes se admite que hay esclavitud en México, pero nunca se hace responsable de ello el gobierno a pesar de que resulta difícil de creer que no pueda estar enterado del asunto tan bochornoso en que la tercera parte de la población esta involucrada.

Si bien las condiciones de los trabajadores del campo durante el Porfirito no eran para nada justas, la vida en las ciudades mexicanas de principios del siglo pasado no era mucho mejor. No había ciudad que en ese entonces pudiera considerarse civilizada. Era increíble ver como muchos vivían con las condiciones insalubres de los barrios pobres.

Conoció los mesones, albergues baratos para gente de clase trabajadora donde pudo observar que por tres centavos se podía rentar un pedazo de suelo en una habitación para pasar la noche. En dicha habitación se podía llegar a alojar hasta doscientos huéspedes sin distinción de sexo, situación que originaba que varias de las muchachas que entraran fueran acosadas por los hombres.

México tiene todos los recursos para ser una nación tan prospera como cualquier otra y no hay ninguna razón para que sufra de tantas carencias y pobreza extrema.

Capítulo 7. El sistema de Díaz

Tal vez no deba de culparse a Porfirio Díaz de que antes un peón pudiera tener su pequeña parcela y ahora no tenga nada, o de que la esclavitud se haya restablecido en México. Principalmente se debe culpar de la degradación mexicana al sistema de Díaz, ya que aunque él sea pieza angular de éste, existen otras personas que lo sostienen y sin las cuales todo se vendría abajo.

Díaz encabezo tres rebeliones contra un gobierno pacifico que además había sido elegido popularmente, y en tres ocasiones se presentó como candidato a la presidencia. Desde entonces se demostró que el pueblo no lo quería como su mandatario. Después entro a la capital de la república con su ejército y se proclamó a sí mismo presidente.

Ya que no se puede gobernar un país contra su voluntad, Díaz lo privó de sus libertades. El régimen de Díaz se puede entender como uno donde el pueblo mexicano está controlado a la fuerza. Arreglando elecciones, interviniendo en la prensa, con la fuerza militar a su servicio y los fondos mal distribuidos, fue capaz de crear una farsa de su gobierno.

Durante este tiempo prácticamente arrebató las tierras mexicanas a su pueblo que se veía desprotegido y se las entregó a extranjeros a cambio de dinero que no se vería utilizado en el bienestar del pueblo.

Capítulo 8. Elementos represivos del régimen de Díaz.

Para el gobierno

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