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Mujeres: Estereotipos En El Deporte


Enviado por   •  16 de Febrero de 2015  •  2.244 Palabras (9 Páginas)  •  875 Visitas

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El deporte es uno de los escasos sectores de la actualidad cultural en donde el cuerpo, la imagen y los estereotipos se transforman en el papel principal y predominante en cuanto a fuerza física, poder y agresividad. En el mismo deporte es donde la disimilitud de género viene abarcada por el contexto social y cultural, y el proceso de socialización de varones y mujeres, donde las figuras de femenino y masculino se presentan de variadas formas.

Al hablar de estereotipos tomamos en cuenta la definición de la Real Academia Española que indica a estos como “una imagen estructurada y aceptada por la mayoría de las personas como representativa de un determinado colectivo. Esta imagen se forma a partir de una concepción estática sobre las características generalizadas de los miembros de esa comunidad”.

Es decir que al hablar de estereotipos podemos asemejarnos a las creencias, valores y normas impuestas en un sociedad que son aceptadas por los distintos miembros de ella, donde se reflejan los roles que se le asignan a mujeres y hombres. Estos estereotipos cambian dependiendo de la realidad social en la que se desarrollen.

Cuando nos referimos a los estereotipos vinculados al deporte y la diferenciación de géneros que existe a la hora de ejercer la actividad, un interrogante principal es ¿de qué manera ha ido tomando lugar la mujer en el ámbito deportivo?

La mujer y las actividades que podía ejercer han tenido un proceso generalmente sexista en la sociedad occidental y en la relación con la práctica del deporte. Uno de los estereotipos más fuerte al cambio, presente a lo largo de la historia, es el de considerar que hay deportes más apropiados para las mujeres y otros que lo son para los hombres. De esta forma el sexo se convierte en una variante discriminatoria con relación a la participación en las actividades deportivas.

La sucesiva incorporación de la mujer al deporte no es sino resultado del protagonismo que ha ido tomando en la sociedad actual, y la participación femenina ha conocido en los últimos tiempos un incremento significativo y constante, debido al fortalecimiento y reafirmación de la mujer en el sector que destacamos, es decir, en la actividad deportiva.

Para ir contextualizando, en sus orígenes el deporte fue concebido como una práctica excluyente en un doble sentido, en primer lugar por su pretensión de exclusividad social que relegaba a quienes no formasen parte de la elite social pero, además, dentro de este reducido grupo, su práctica fue entendida como un reducto exclusivo de los hombres. Así, el deporte se constituyó a partir de la creación de un paradigma exclusivamente masculino que situaba a las mujeres en una condición de total exclusión o de absoluta inferioridad.

La imagen que la sociedad tenía de la feminidad obligaba a la mujer a permanecer delicada, frágil, elegante, dependiente y sumisa, cualidades contrarias de los valores que se pretendían desarrollar a través del deporte: la virilidad, la hombría, el coraje, el carácter, etc., que se expresan a través de sus aspectos externos más definitorios como son la fuerza, velocidad, resistencia y potencia.

La consideración histórica de la mujer ha sido desde una mirada biológica y ha estado arraigado su sexo genético que le posibilita la capacidad de procrear. Por ello a la mujer no le ha sido fácil asumir su cuerpo desde la libertad personal, propiciándose, en cambio, la consideración implícita de que la corporeidad de la mujer no es un cuerpo para ella, sino un cuerpo para los demás: en primer lugar como madre y receptora de los hijos; en segundo lugar, como conquista y posesión del varón para el que debe estar bella y se debe resguardar; finalmente, desde un punto de vista social, como reproductora de la propia sociedad. Los anteriores factores han impedido que la mujer pudiera vivir su cuerpo en función de ella misma y ésta no ha tenido una experiencia corporal propia y gratuita que le permitiera las satisfacciones que el individuo obtiene con las actividades que realiza.

El acceso de las mujeres al ámbito deportivo ha sido tardío y ha estado lleno de dificultades, marcadas por los estereotipos sociales y culturales. La lucha ha sido constante en cuanto a ideas planteadas socialmente, como por ejemplo: “la mujer es inferior a los hombres en las actividades deportivas, posee menor capacidad física, su cuerpo se masculiniza con la práctica de ejercicio, no muestra gran interés hacia la práctica deportiva, existen algunos deportes apropiados para ellas y otros no, etcétera”.

Dificultades y obstáculos que han ido venciendo y que en parte tienen su origen en la propia gestación del deporte moderno.

Para dar mención a la incorporación de la mujer en el deporte, nos remontamos nada más y nada menos hacia el 776 antes de Cristo en la ciudad de Olimpia (Grecia), nos daremos cuenta de que durante mucho tiempo el deporte ha sido un terreno completamente vetado a la mujer. Ya por estos tiempos, se excluía la participación de las mujeres no solo como deportistas sino también como espectadoras. Sólo las mujeres solteras podían asistir a los juegos, y la pena para una mujer casada que observase a los atletas en acción era la muerte, pues los atletas competían desnudos, exhibiendo sus cuerpos como símbolo de perfección y dedicación.

Entrando de lleno en la historia de los Juegos Olímpicos se puede mencionar que estos abrieron las puertas a las mujeres a partir del año 1900. El cambio se hizo evidente y real, a pesar de que su gran estratega, Pierre Coubertin (historiador y pedagogo francés que creó los Juegos Olímpicos de la era moderna), argumentaba que la presencia de la mujer en un estadio resultaba antiestética, poco interesante e incorrecta.

En 1900, la participación femenina se limitó única y exclusivamente al golf y al tenis en París, Francia. Estos juegos tuvieron el mérito de agrupar un número impresionante de competidores, mil setenta, entre estos, seis mujeres. La primera laureada olímpica en tenis fue la señorita Charlotte Cooper de Inglaterra.

El movimiento deportivo femenino encontró una abanderada, la francesa Alice Melliat, la cual se convierte en la primera mujer en obtener el diploma que hasta la fecha correspondía a remeros de larga distancia. En 1917, Alice Melliat, funda la Federación de Sociedades Femeninas de Francia (FFSF) y más tarde el 31 de octubre de 1921, con el apoyo de Estados Unidos, Gran Bretaña, Italia, Checoslovaquia y Francia, organiza la Federación Internacional Deportiva Femenina (FSFI).

La FSFI, al ver que la Federación Internacional

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