Pais Combi

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PAÍS COMBI

PEDRO MORILLAS

PAÍS COMBI

SOLO PARA PERUANOS

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Segunda edición, junio de 2014.

PAÍS COMBI, solo para peruanos.

© Pedro Morillas Torres, 2014

© Summa, 2014.

Inversiones Harold Alva EIRL

Para su sello SUMMA

Gerente General: Harold Alva Viale

Diseño de portada e ilustración de interiores: Alan Bruce Diagramación de interiores: Antonio Fajardo Moreno Jefe de operaciones: Stalin Alva Viale www.editorialsumma.blogspot.com

Email: r.contrapoder@gmail.com Telf...: Claro (RPC) 944337131

Impresión: I.H.A. EIRL

Calle Jorge Chávez 1685, Breña, Lima harold.alva.v@gmail.com www.editorialsumma.blogspot.com Telf.: Movistar (RPM) # 999074143

Hecho el Depósito Legal N°: 2014- 04175 En la Biblioteca Nacional del Perú

ISBN Nro.: 978-612-46664-0-7

Digitalizado por YoPublico S.A.C.[pic 3]

www.yopublico.net Telf: 51 1 211 9998

Dirección: Av. 2 de Mayo 534 Of. 304, Miraflores. Lima - Perú

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Pedro Morillas Torres

Empresario industrial y de turismo, trotamundos observador y ávido lector. Conoce extensamente nuestro país por haber vivido y trabajado en su costa, sierra y selva. Ha residido en varios países y por motivo de negocios y placer ha dado varias vueltas al mundo.

Nacido y educado en Trujillo, se ha desempeñado en labores diversas como obrero en el taller de su padre, ejecutivo de una de las más grandes empresas de consumo masivo del país, mozo de restaurante en Londres, hotelero, industrial y operador turistíco. Fundó y dirigió dos empresas que se convirtieron en las más grandes y exitosas de la región andina.

Ha sido presidente de la Asociación Peruana de Operadores de Turismo, director de la Sociedad Nacional de Industrias, presidente de la Cámara Nacional de Turismo y miembro del Consejo Directivo de la CONFIEP.

Alguien en algún momento tenía que decirlo: como estamos jamás dejaremos de ser

Tercer Mundistas.

“Más atroz que las cosas malas de la gente mala es el silencio de la gente buena”

Mahatma Gandhi

A mis hijos y nietos, a quienes siempre tuve en mente al escribir este libro y a los acuciosos lectores que, no dudo, sabrán apreciar mis intenciones porque, al final, todos queremos un país mejor.

IMPORTANTE ADVERTENCIA

Lo que leerá, amable lector, solo pudo ser escrito por un peruano. Nadie más se atrevería a hacerlo; por alguien que ama su país y tiene fe en su futuro, pero que está enormemente preocupado por lo que sucede en su presente.

Es posible que algunos lectores encuentren esta publicación irreverente y alarmante. Qué vamos a hacer, su único propósito es que los peruanos tomemos conciencia de nuestros defectos para enmendarlos. Calificarla como negativa o conflictiva sería un error, pues solo contiene una larga lista de malas costumbres, taras y defectos que todos conocemos.

Reconozco que algunos de los temas son tratados en forma mordaz e hiriente, pero lo hago con la noble intención de ayudar a superarlos, consciente que lo que más tememos, los peruanos, es hacer el ridículo. En todo caso pido disculpas a quienes se sientan ofendidos.

Aspiro a que pronto seamos seres más civilizados, mejor aceptados y mucho más adaptados a la sociedad global del siglo XXI.

Lo que este libro pretende es lo que los psiquiatras llaman “Terapia de Choque”, tratamiento que consiste en confrontar al paciente con sus “demonios” para que una vez identificados, el enfermo, con toda pasión y vehemencia, luche por superarlos. De no lograrlo, lamentablemente seremos un país inviable, con ciudades inhabitables y un futuro incierto. Anhelo que este compendio actúe como un espejo y como tal refleje la realidad por más fea y preocupante que sea.

¿Vamos a superar estos problemas? No lo dudo. Si luego de décadas de terrorismo, inflación y desgobierno pudimos levantarnos ¿por qué no ahora?

Podemos parodiar al General vietnamita Võ Nguyên Giáp, el más grande militar del siglo XX quien, durante 39 años de guerras sucesivas, luchó y venció a Japón, Francia, Norteamérica, Vietnam del Sur, Camboya y finalmente a China, impresionante récord imposible de igualar, quien en 1989 con su país destrozado, pero finalmente en paz pronunció: “Nuestro país es como un paciente que ha padecido una grave enfermedad por muy largo tiempo, nuestros vecinos progresaron mucho mientras nosotros estábamos en guerra, ahora hay mucho terreno por recuperar”

¿Que en el Perú también hay cosas buenas? Por supuesto, y muchas. Como que llevamos 15 años ininterrumpidos de crecimiento económico, eso sin embargo no es civismo, que es el tema fundamental de este libro.

Hay cosas extraordinariamente buenas y lo sé: este libro no fue escrito para eso. El autor se va a sentir feliz y realizado si de la lectura de esta publicación,

compatriotas orgullosos de haber nacido en este rico y excepcional país, sienten el

enorme desafío de superar los colosales obstáculos que obstruyen nuestro camino hacia una vida mejor.

CAPÍTULO I TRÁFICO

1.- CERO REGLAS DE TRÁNSITO

“Los peruanos son personas muy amables, hasta que se sientan detrás del volante”, es el comentario reiterado de los extranjeros que nos visitan.

Y es que el nuestro es un país pobre que gasta millones de dólares en pintar señales de tráfico, marcar carriles, zonas prohibidas, cruceros peatonales, carteles, etc. Pero que nadie al final respeta pues pocos conocen las reglas. Curiosamente cuando un peruano conduce en el extranjero, como por arte de magia, cumple estrictamente con las reglas que en su país, por negligencia o estupidez, las incumple.

Por otro lado no es casualidad que las grandes empresas internacionales analicen primero la fluidez del tráfico de cada país antes de instalar sus matrices. Son por tanto millones de dólares más en inversiones que dejamos de percibir en beneficio de nuestros vecinos, pese a la privilegiada ubicación geográfica que nuestro país tiene.

2.- MILLONES DE DÓLARES SE HACEN HUMO

Es patético observar y sufrir el caos vehicular existente, el desgaste prematuro e innecesario de motores y neumáticos, los millones de horas de trabajo productivo desperdiciadas, más otros millones de dólares en combustible despilfarrado que se hace humo y que, para colmo contamina un ambiente ya insoportablemente viciado, sin contar el costo de personas accidentadas y vehículos siniestrados. No es sorpresa por tanto que nuestro país tenga el más alto índice de muerte por accidentes de tránsito, en Latinoamérica, y uno de los peores del mundo.

“La Dirección de Información de Gestión del Perú indica que del año 2,000 a la fecha se han registrado aproximadamente 700,000 accidentes, principalmente por negligencia e imprudencia de los conductores. Y un reciente reportaje del Ministerio de Salud informa que alrededor de 117,900 quedaron incapacitados de por vida por accidentes de tránsito en los últimos cuatro años. El costo de los accidentes representa el 0.17% del Producto Bruto Interno (PBI) es decir alrededor de 2,000 millones de dólares anuales. Datos recopilados por el sociólogo Jorge Yeshayahu Gonzáles-Lara.

Al año ingresan más de 200,000 vehículos nuevos y la tendencia al crecimiento continúa. Aunque esta cifra indica que el país avanza, yo pregunto ¿Cómo va a ser el tráfico en pocos años si ahora es insoportable? Si no salen de circulación vehículos

con más de 30 años y si la construcción de infraestructura vial no marcha al mismo ritmo, es obvio que el problema no es la venta de vehículos sino la falta de infraestructura, responsabilidad directa de las autoridades.

¿Sabía usted que hay limeños que pierden una cuarta parte de su vida viajando en el transporte público actual? ¿Sabía usted que países vecinos mucho más pequeños y menos poblados que el nuestro, como Chile y Ecuador, tienen un parque automotor casi dos veces más grande y más moderno que el nuestro, donde la edad límite de los vehículos públicos es de solo 10 años? Hasta Bolivia tiene mejor índice de habitantes por vehículo, 11 comparado con 19 habitantes por cada vehículo en nuestro país. Datos proporcionados por CEPAL, La Comisión Económica para America Latina y el Caribe. Pero lo que es más humillante es que dos de los más pequeños países centroamericanos: República Dominicana y Guatemala, cuenten con mayor número de vehículos que el nuestro. Lo anterior nos prueba que el problema no es el exceso de vehículos sino la falta de infraestructura.

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