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Politica poder y hegemonía


Enviado por   •  21 de Octubre de 2014  •  1.472 Palabras (6 Páginas)  •  225 Visitas

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Politica poder y hegemonía

El concepto de hegemonía cultural fue desarrollado por el filósofo marxista Antonio Gramsci a fin de explicar cómo una sociedad aparentemente libre y culturalmente diversa es en realidad dominada por una de sus clases sociales: las percepciones; explicaciones; valores y creencias de ese sector llegan a ser vistos como la norma, transformándose en los estándares de validez universal o de referencia en tal sociedad, como lo que beneficia a todos cuando en realidad solo beneficia o beneficia preferencialmente a un sector dado. La hegemonía, desde Antonio Gramsci, era un proceso en el cual los subordinados debían imponer otro "escenario" con la pena de venir en la misma estructura social anterior.

Este consenso, sin embargo, no se forma, afirma Gramsci, porque la clase en el poder sea capaz de generar una “falsa conciencia” —ideología— que haga aparecer ante las otras clases como si se tratara de un ejercicio de ilusionismo, sus intereses como universales, no porque tenga más capacidad de convicción que los demás, sino porque es capaz de estructurar la construcción ideológica de la sociedad alrededor de un sistema cultural, de un sistema de relaciones sociales, de una espontaneidad que reproduce constantemente la dominación, señalando precisamente aquel elemento de su teoría que mantiene mayor actualidad: su interpretación de la cultura como dimensión esencial de estructuración y desarrollo de la hegemonía política.

Clases sociales y lucha hegemónica

En una unidad social nacional dividida en clases sociales antagónicas, el enfrentamiento entre estas (la lucha de clases) en la mayor parte de su historia obtiene el grado cualitativo

de contradicción hegemónica.

La lucha de clases tiene el grado de contradicción hegemónica cuando no existe una suma de contradicciones que ocupen diferentes ámbitos, sino que una-la lucha de clases- traspasa su campo influyendo en todas las demás, tanto en las antagónicas, como en las no antagónicas.

Así, durante la mayor parte de la historia de los pueblos, la lucha de clases influye en la contradicción antagónica de opresión nacional, en la contradicción entre sociedad humana y naturaleza, entre progenitores y descendencia, entre mujer y hombre, entre profesor y alumno, entre trabajo manual y trabajo intelectual, entre campo y ciudad, etc.

La constitución de las sociedades a partir de una base que se compone de las relaciones de producción y una superestructura jurídica y política enlazada por la ideología de la clase dominante, lejos de ser una estructura rígida, es más bien un principio de interacción dialéctica donde ambas “partes” se determinan a partir de la dinámica de lucha de clases existente. No desaparece la primacía de la base económica que ordena el conjunto de relaciones sociales, sino que en realidad existe una dinámica de interacción donde la propia base se ve influida por las disputas en el terreno ideológico.

El capitalismo tiene que ver en parte con la posibilidad de que la burguesía sea capaz de imponer su voluntad no sólo en el terreno económico, sino en el conjunto de la estructura social a partir de que sus concepciones, valores y creencias sean las aceptadas socialmente y tengan la capacidad de regular el comportamiento social en su conjunto, esa capacidad de una clase de dirigir los destinos de la sociedad a partir de su supremacía ideológica es la hegemonía.

Sin embargo, la hegemonía no es algo ni totalmente puro ni tampoco inmutable. En realidad las clases dominantes a lo largo de la historia están en un constante proceso de lucha con otras ideologías de otros grupos opuestos a éstas, es así que la aceptación de la ideología dominante debe ser reiterativamente reforzada para evitar que ésta pierda su efectividad. A la aceptación de las clases dominadas (aceptación no por cierto total ni completamente pasiva) de las formas ideológicas de la clase que las domina se le conoce como consenso.

En contrapartida a la hegemonía burguesa Gramsci identifica la necesidad de que el proletariado establezca su propia hegemonía suprimiendo la de la burguesía. Sin embargo, dicha empresa no es de carácter meramente especulativo ni “cultural”, sino que se forma tanto en el terreno del combate ideológico como en el terreno político de la acción de la clase proletaria (de ahí su decidido apoyo a los consejos obreros Turineses que representaban embriones para la toma del poder de la clase obrera).

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