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Practica Y Predica Del PAN


Enviado por   •  29 de Septiembre de 2012  •  5.619 Palabras (23 Páginas)  •  524 Visitas

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PRACTICA Y PREDICA DEL PAN

Este libro, es nada más y nada menos que la continuación de “EL YUNQUE”, es decir sigue abarcado el tema del PAN en la historia, el pan se ha creado entre conflictos con sus mismos dirigentes, pero se ha logrado mantener de pie a lo largo de los años. Recordemos que el yunque fue una institución al parecer hasta cierto modo anónima, creada por el PAN, para actuar de manera salvaje o astuta y llegar al poder.

Transcurría abril, mes de convulsivo de 2006. En la desesperación, Felipe calderón, había que aniquilar al enemigo común y, según ellos, colectivo: Andrés Manuel López Obrador, “un peligro para México”. Dado que el ahora Presidente de la Republica es Calderón, Espino saco la casta contra esté, pero Francisco Ramírez Acuña le exigió la renuncia: “Yo creo que Manuel tiene varias alternativas y yo estoy seguro de que la propia inteligencia de Manuel lo va a ubicar (y) entender que ahora el presidente es Felipe Calderón. Si en su momento no fue el candidato que él consideraba que debía ser, es el que ganó la elección interna, es el que ganó la elección constitucional y es que va a gobernar seis años”.

A un mes de la toma de posesión, en marcha los preparativos para el nuevo gobierno Sheffield Padilla cumplía una encomienda: integrar una lista negra de miembros de El Yunque en los estados. El ajuste de cuentas entre las fracciones de Calderón y Espino era un asunto de interés público y, como tal, sería sometido a criterio periodístico de la revista. La guerra no es contra El Yunque, sino contra Espino y su grupo inmediato. Pero los cálculos en el equipo de Calderón eran otros: Espino debía fracasar en su intento de presidir la Organización Demócrata Cristiana de América. Pero para esto Espino ratificó que, militantes de su partido pretendieron sabotear su candidatura a la ODCA. Y afirmo que deslindaba de totalmente a Calderón.

El PAN es el más longevo del sistema de partidos políticos en México --con 68 años de vigencia, siete más que el PRI así denominado--, pero paradójicamente es el menos conocido por los mexicanos en general y aun por los extranjeros interesados, en buena medida porque en su largo tramo opositor construyó un discurso victimista y de monopolio de la democracia nacional que, hasta ahora, sigue explotando.

Pero el PAN, desde un buen número de años, es otra cosa: No nada más muy parecido en sus prácticas político-electorales al PRI --diez años más viejo en sus expresiones de partidos Nacional Revolucionario (PNR) y de la Revolución Mexicana (PRM)--, sino violentando cotidianamente, en una conducta peor todavía, sus propias proclamas fundacionales de ética y de bien común.

En la lógica de lo políticamente correcto, sobre todo en el ámbito de la “opinocracia” nacional, se ha impuesto el criterio de que el poder iguala y que a nadie debe extrañar que los panistas reproduzcan vicios tan cotidianos en priistas, perredistas, verdes, petistas, convergentes y, en general, en los personajes forjados en la turbia política mexicana.

Pero esta es una concepción tramposa en dos sentidos: En el primero de ellos se trata de una coartada para encubrir el oficialismo de siempre y el “neoficialismo” panista --la misma incondicionalidad ante el poder en turno--, pero en el segundo se alienta la fatalidad de que somos, sin opciones, un país de cínicos.

Por eso, desde esta concepción, se toma hasta con naturalidad que Felipe Calderón imponga desde el poder, con todos los recursos ilegales e inmorales, a quienes deben o no deben ser dirigentes y candidatos del PAN, como el presidente de ese partido, en este caso Germán Martínez Cázares.

Pero esa no es la historia ni es la ideología del PAN --o al menos eso han proclamado por décadas los panistas a través de sus prédicas y documentos básicos--, mediante las cuales ha logrado persuadir a millones de mexicanos de darle su voto, porque se ufanaba --se ufana aún-- de ser distinto y distinguible del PRI.

Ahora resulta que lo que era deleznable en el PRI --la imposición desde el poder del presidente del partido y de candidaturas a cargos internos y de elección popular-- es una virtud en Calderón, quien --además-- se presenta con credenciales de ser, como dicta el lugar común, un “panista de cepa”, es decir, con una sólida formación doctrinal del PAN.

“Se equivocó el panismo”, me dijo Martínez Cázares, apenas en julio, cuando le hice ver que los fundadores e ideólogos del PAN siempre criticaron con severidad que los presidentes de la República priistas imponían a los dirigentes de su partido, como es justamente el caso del inminente dirigente nacional panista que utilizó a la Secretaría de la Función Pública sólo como hotel de paso, para usar una expresión de Diego Fernández de Cevallos.

Y precisamente de esto trata El engaño: Prédica y práctica del PAN, una amplia investigación periodística de quien esto escribe sobre la degradación del partido de la derecha que hoy ostenta el poder federal en México y que, en los próximos días, estará en las librerías con el sello de la editorial Grijalbo, del grupo Random House Mondadori.

El engaño… no es un conjunto de valoraciones del autor sobre el PAN y sus dirigentes, sino de un escrutinio de las acciones y las proclamas, los dichos y los hechos de los propios panistas, quienes son los autores de prácticas de defraudación electoral, el uso faccioso del aparato gubernamental, el erario como botín, los abusos de poder, la claudicación ante el dinero, la manipulación de la fe, los pactos mafiosos con el priismo, el control de los órganos electorales, el neocorporativismo…

Si en todo esto, que fue contra lo que nació el PAN hace casi 70 años, fue también una equivocación, como Martínez Cázares dice que lo fue oponerse a la existencia del “Gran elector” --que ahora se consolida en Calderón--, los panistas están obligados a decirlo abiertamente a la sociedad si es que, como postulaba Castillo Peraza, “el sometimiento de la política a la ética es una radical afirmación del partido”.

Los mexicanos tienen derecho a saber no sólo que un partido político, el que sea, pero sobre todo el PAN, incurre en un engaño sistemático --diciendo una cosa y haciendo otra--, sino impulsando una sostenida involución hacia un nuevo autoritarismo mediante acciones y proclamas que el autor documenta ampliamente.

De esto trata, entonces, <El engaño: Prédica y práctica del PAN, cuyo prólogo es del historiador Lorenzo Meyer y concluye con el epílogo “Krauze y la derecha”, una amplia entrevista con Enrique Krauze sobre el comportamiento de la

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