REFORMA CURRICULAR Y NECESIDADES SOCIALES EN MEXICO
lukytoo3 de Diciembre de 2013
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Reforma curricular y necesidades sociales en México
La complejidad de la noción de relevancia
Cuando hablamos de la relación entre la educación y las necesidades sociales,
nos estamos refiriendo necesariamente a un asunto complejo: el de la relevancia
de la educación. Parte de su complejidad se expresa en el hecho de que, por un
lado, los individuos tienen necesidades sociales, muchas de las cuales deben ser
atendidas por el servicio educativo en el sentido de proporcionar las
competencias para satisfacerlas. Pero por otro lado, la sociedad tiene
necesidades (que también son necesidades sociales), algunas de las cuales son
planteadas por función o como exigencia al servicio educativo.
El asunto se complica aún más cuando a esta duplicidad de destinatarios del
servicio educativo añadimos el hecho de que la educación es, por definición, un
servicio que trabaja en el presente y para el futuro, pues forma a sujetos que
serán adultos y ciudadanos en pleno derecho en un horizonte temporal cuya
realidad difícilmente alcanzamos a vislumbrar.
El servicio educativo debe atender las necesidades sociales que le atañen del
presente, pero también debe proporcionar los elementos para que las
necesidades sociales del futuro, tanto del individuo como de la sociedad, tengan
posibilidades de ser satisfechas. Al establecer la relación entre educación y
necesidades sociales nos estamos refiriendo a cuatro problemáticas, distintas
entre ellas desde el punto de vista de sus implicaciones para las reformas
educativas:
• La satisfacción de necesidades sociales del alumno hoy.
• Ofrecer en forma eficaz los elementos que permitirán satisfacer necesidades
sociales del alumno en el futuro (un futuro, por cierto, que comienza en el grado
escolar siguiente y se prolonga a lo largo de toda la vida).
• La satisfacción de necesidades sociales relacionadas con la educación de la
sociedad hoy.
• La contribución a la construcción de los requerimientos para la satisfacción de
necesidades sociales de la sociedad en el futuro.
Cada uno de estos componentes del concepto de relevancia plantea un conjunto
de retos con características diversas, a los procesos de reformas educativas, al
comportamiento del maestro dentro del aula (y por tanto a su formación y
actualización), y a la organización de la escuela.
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Las necesidades sociales del individuo que atañen a la educación
Podemos afirmar que no existe ninguna necesidad social del individuo —el que es
hoy y el que será adulto mañana— que no ataña a la educación. Pero, ¿cuáles son
las necesidades sociales del alumno hoy? ¿Qué le exigen al servicio educativo?
¿Respecto de cuáles especialmente es necesario fortalecer los procesos de
reforma educativa?
No es fácil definir necesidades sociales del individuo. El concepto admite su
análisis desde diversas perspectivas. Nosotros aventuraremos una, sin pretender
que sea ni la correcta ni la mejor, sino simplemente una contribución al debate.
Las necesidades sociales tienen que ver con la convivencia con el otro y con
otros. Para tener una convivencia sana, provechosa y constructiva, el ser humano
requiere, entre otras cosas:
1. Comunicarse. Es evidente que la escuela está llamada a proporcionar esta
competencia, y no es necesario enfatizar la importancia de la capacidad de leer,
hablar correctamente y escribir, aunque es evidente que ello no agota la
competencia de la comunicación. La expresión artística es una forma de
comunicación que debe ser desarrollada también por la escuela.
2. Contar con elementos para entender al otro y a los otros. No podemos negar
que la escuela también proporciona, y debe hacerlo cada vez mejor, la
competencia que permita, entre otras cosas, ubicar al otro y a los otros en el
tiempo y en el espacio.1 Significa que la escuela proporciona oportunidades para
ser escuchado y para aprender a escuchar, así como para aprender a preguntar.
Pero también exige que la escuela proporcione elementos para entender y
valorar la diversidad y para comprender que el respeto al otro es valor
fundamental para toda convivencia, inclusive la conflictiva.
3. Enfrentar problemas y resolverlos de manera individual pero,
preferentemente, en equipo. Es ya un lugar común decir que la escuela debe
aportar elementos para resolver problemas de todo tipo: matemáticos, relativos
a las ciencias naturales, relacionados con la propia convivencia, con
procedimientos sistemáticos. Estos problemas, muchas veces, son de naturaleza
multidisciplinaria y requieren del concurso de diversos tipos de conocimientos y
habilidades para poderlos enfrentar. También sabemos que la mayoría de los
problemas a los que nos enfrentamos en la vida real no se pueden resolver en
forma individual, sino que requieren del concurso de grupos integrados por
personas con habilidades y talentos complementarios. Por otra parte, trabajar en
equipo es una habilidad respecto de la cual la escuela tiene probabilidades de
actuar mejor que otras instituciones sociales porque trabaja con grupos de niños
y con niños de diversas edades.
1 En esto son esenciales la historia y la geografía.
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4. Desempeñarse de manera adecuada en un ambiente democrático, entendiendo
la democracia, como reza el artículo tercero de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos, no sólo como una forma de gobierno, sino sobre todo
como una forma de vida. Esta necesidad social le exige a la escuela que brinde a
los alumnos múltiples oportunidades para participar, para tomar iniciativas, para
cuestionar reglamentos, para reflexionar sobre la convivencia, para tomar
decisiones y vigilar que se cumplan, para interactuar respetuosamente, pero con
exigencia, con las autoridades (comenzando por el docente). Nuevamente, la
escuela es un sitio privilegiado para el desarrollo de las competencias implícitas
en esta necesidad, pues constituye en sí misma una microsociedad que puede
autoorganizarse como una verdadera democracia.
5. Valorarse a sí mismo. Ésta es quizá la condición para todo lo anterior. Sin este
elemento, los anteriores pueden estar desarrollados y, sin embargo, no conducir
a una convivencia provechosa. Esto significa que la escuela debe trabajar la
autoestima de los alumnos, lo que a su vez significa fortalecer, nuevamente, el
respeto como la base misma de la convivencia. También implica que el grupo de
alumnos tiene que conocer sus orígenes, su medio específico, su historia;
reconocer sus propios valores culturales y la manera cómo en su entorno se han
venido resolviendo problemas. Valorarse a sí mismo significa valorar el origen y la
cultura de donde se proviene, lo que requiere, para empezar, a tener la ocasión
de conocerlos. Esto significa que la escuela debe ser fuente de descubrimiento y
conducto de transmisión y fortalecimiento de la cultura del grupo con el que
trabaja. También supone espacios curriculares adecuados para la introducción de
contenidos regionales.
Ahora bien, todo lo anterior se ve fuertemente potenciado en la medida en que
el sujeto logra desarrollar otras competencias básicas tales como la de buscar
información, la de razonar, la de pensar científicamente, la de reflexionar sobre
su aprendizaje y su pensamiento (metacognición, metapensamiento), la de seguir
aprendiendo de la escuela y de la vida. Pero estas habilidades, por sí solas, no
garantizan el aprendizaje para convivir (las competencias para satisfacer las
necesidades sociales), ni las competencias sociales, por sí solas, aseguran el
desarrollo de habilidades cognitivas fundamentales y superiores. Es función de la
escuela no sólo desarrollar ambos conjuntos de habilidades y competencias, sino
también —sin duda lo más difícil— ponerlas en relación.
Las necesidades de la sociedad respecto de la educación
Algunas de las funciones que la sociedad exige que cumpla el sistema educativo
son explícitas. Otras, en cambio, pueden descubrirse al analizar la cambiante
problemática económica, política y cultural del mundo globalizado que nos ha
tocado vivir y que seguramente va a acentuar sus características en el futuro
cercano.
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Hay exigencias explícitas que la sociedad hace al sistema educativo que son ya
bien conocidas, porque existen prácticamente desde que se constituyen los
sistemas educativos modernos. Otras, en cambio, son novedosas.
Entre las ya conocidas se encuentra la función de constituir un mecanismo, si no
es que el mecanismo por excelencia, de permeabilidad social. Para cumplir con
esta necesidad social, es necesario que los sistemas educativos se propongan
lograr resultados de aprendizaje equivalentes entre grupos de alumnos de
orígenes sociales diversos. De otra forma, la educación actuará más como
reproductora de las desigualdades sociales que como promotora de la movilidad
social ascendente. Ha sido
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