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RESUMEN DEL LIBRO I DE EL CAPITAL DE MARX


Enviado por   •  6 de Septiembre de 2021  •  Ensayos  •  23.773 Palabras (96 Páginas)  •  314 Visitas

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RESUMEN DEL LIBRO I DE EL CAPITAL DE MARX

Diego Guerrero

http://pc1406.cps.ucm.es

Lo que hoy en día se conoce como El capital se compone de un total de 17 secciones que se distribuyen así entre los tres libros (el primero publicado por Marx, en 1867; el II y el III, editados por Engels, tras la muerte de Marx, en 1885 y 1894 respectivamente):

Libro I

Sección Primera: Mercancía y dinero

Sección Segunda: La transformación del dinero en capital

Sección Tercera: La producción del plusvalor absoluto

Sección Cuarta: La producción del plusvalor relativo

Sección Quinta: La producción del plusvalor absoluto y del relativo

Sección Sexta: El salario

Sección Séptima: El proceso de acumulación del capital

Libro II

Sección Primera: Las metamorfosis del capital y el ciclo de las mismas

Sección Segunda: La rotación del capital.

Sección Tercera: La reproducción y circulación del capital social global

Libro III

Sección Primera: La transformación del plusvalor en ganancia y de la tasa de plusvalor en tasa de ganancia

Sección Segunda: La transformación de la ganancia en ganancia media

Sección Tercera: Ley de la baja tendencial de la tasa de ganancia

Sección Cuarta: Transformación de capital mercantil y de capital dinerario en capital dedicado al tráfico de mercancías y al tráfico de dinero (capital comercial).

Sección Quinta: Escisión de la ganancia en interés y ganancia empresarial. El capital que devenga interés.

Sección Sexta: Transformación de la plusganancia en renta de la tierra.

Sección Séptima: Los réditos y sus fuentes.

En este resumen tomaremos las 17 secciones como la unidad más adecuada al tamaño del mismo, y encabezaremos los distintos epígrafes que componen las secciones con unas pocas palabras en negrilla que incluyen el número y el título de los capítulos originales.

Digamos, por último, antes de empezar con la lectura propiamente dicha, que imitaremos la propuesta que hace Enrique Dussel en su comentario a los Grundrisse, el manuscrito de Marx que sirvió de preparación para El capital:

“Unas aclaraciones externas con respecto al texto que sigue. Recomendamos al lector seguir el adecuado orden en la lectura. En primer lugar, leer un parágrafo de esta obra (por ejemplo, el 1.1). De inmediato, y en segundo lugar, leer en los Grundrisse [aquí debemos sustituir ese título por El capital] las páginas correspondientes escritas por Marx mismo. En tercer lugar, volver nuevamente a nuestro parágrafo para retener el asunto.” (Dussel, 1985, p. 26).

Sección Primera: Mercancía y dinero

El libro I de El capital se compone de siete secciones, que tratan, respectivamente, de la mercancía y el dinero, la transformación del dinero en capital, el plusvalor absoluto, el relativo, la relación entre ambos, el salario y la acumulación de capital. La primera sección se compone, a su vez, de tres capítulos, el primero de los cuales –titulado “La mercancía”– fue señalado muchas veces por Marx como el más importante y difícil de toda la obra. Ésta es la razón de que, por nuestra parte también, hayamos hecho del resumen de este capítulo el más largo de todo el libro. Los otros dos tratan sobre el proceso del intercambio y sobre el dinero.

I. La mercancía. En este primer capítulo, el punto de partida es el siguiente: puesto que la sociedad moderna, actual, capitalista, toda la riqueza aparece en forma de un montón o cúmulo de mercancías, el análisis debe empezar también con la mercancía. Lo más importante de la mercancía es su carácter dual o doble, su naturaleza bifacética, que llega a desarrollar una antítesis interna que más tarde se expresará, en la circulación mercantil, como una antítesis externa. La mercancía es, por una parte, una simple cosa, y por otra parte una cosa que tiene precio. Ser cosa –o bien, u objeto exterior– es lo mismo que tener “valor de uso”, es decir, consiste en su cualidad o conjunto de propiedades naturales que se manifiestan en su utilidad, aunque dichas propiedades “naturales” no dejen de estar determinadas históricamente. Por otra parte, su precio no es sino una forma de tener “valor de cambio”, algo que presenta una dimensión cuantitativa inmediata, que se puede y debe medir (aunque esas medidas se desarrollen también de forma históricamente cambiante).

Por tanto, el valor de uso de la mercancía es la “corteza natural” de la mercancía, su “cuerpo”; debería ser el objeto de una disciplina especial, la merceología, y constituye la riqueza material o el “contenido material de la riqueza”. Por su parte, el valor de cambio de la mercancía parece una contradicción (contradictio in adiecto, dice Marx) porque en realidad lo que se ve es que la mercancía no tiene uno sino múltiples valores de cambio. En efecto, cuando se dice que una unidad de la mercancía X equivale a una cantidad a de la mercancía Y, o a una cantidad b de la mercancía Z, etc., salta a la vista que todos estos valores de cambio no son sino “formas” de un contenido diferenciable, expresiones de un algo que es común, que es igual, algo de la misma magnitud presente a la vez en las dos cosas que se comparan en cada caso. Pero ese algo no puede ser una propiedad corpórea o sensible de la mercancía en cuanto cosa, porque todas las propiedades de este tipo que caracterizan a los distintos bienes sólo sirven para distinguirlos entre sí, no para igualarlos. Por consiguiente, si abstraemos de los diferentes valores de uso todas esas propiedades, y no dejamos ni un ápice o átomo del valor de uso, a las mercancías sólo les puede quedar una cosa en común: la propiedad de ser todas ellas producto del trabajo.

Ahora bien, el trabajo que es común a todas las mercancías es el trabajo humano indiferenciado, el trabajo abstractamente humano. Por tanto, la sustancia que se manifiesta en los valores de cambio es algo distinto del valor de cambio: es el valor de la mercancía. Y el valor de cada mercancía, este valor mercantil que subyace a los valores de cambio, es una sustancia social, la cristalización de esa sustancia social común. No es por tanto una sustancia natural sino supranatural, abstracta o suprasensible, y hace de cada mercancía no la mera cosa que es sino también una gelatina homogénea de trabajo, una crisálida social general con una objetividad espectral.

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