Reflexión sobre los efectos de la colonia en la construcción de la idea de Nación en el Perú

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TRABAJO COLABORATIVO

Reflexión sobre los efectos de la colonia en la construcción de la idea de Nación en el Perú

PROFESOR                :         Santiago Roca

CURSO                        :        Geopolítica y Gobernanza Global

MBA                        :         V36 - GRUPO N° 02

ALUMNOS                 :         20197306 - Arteta Pinto, Kiara

                                20197295 - Mendoza Montoya, Juan

                                20197287 - Yupanqui Quiliche, Samuel

                                19971276 – Zaldívar Terry, Luis Miguel

AGOSTO 2021

LIMA – PERÚ

Hablar de colonia, en tiempos modernos, nos hace remontarnos a 1955, cuando en la conferencia de Bandung se sentaron las bases de la descolonización y nos hace reflexionar respecto a qué sucedió y por qué podríamos seguir hablando de colonias o colonización en pleno siglo XXI.

La colonización a nivel mundial nos muestra la tendencia del hombre en querer dominar a otros, implantando una hegemonía cultural, religiosa, social y política. Este dominio, como nos muestra el video: “Crímenes de la era colonial”, podía llegar a tal punto de degradar al ser humano, mostrándolo como objeto, propio de un espectáculo, como se dio en los zoológicos humanos, practicado en Inglaterra y EEUU principalmente. Este es el caso de Ota Benga, por ejemplo, mostrado como atracción en el zoológico del Bronx, de acuerdo con lo señalado por Peirón (2020).

Asimismo, la colonización de pueblos y su subordinación ante el colonizador no es más que una muestra de supremacía implantada a la fuerza, un imperialismo epistémico que obliga al pueblo colonizado a descartar de sus vidas toda costumbre, cultura, creencia y lengua. Aterrizando a la realidad latinoamericana, según Mignolo (2007), América Latina como tal es un producto colonial, es decir, la división actual de los continentes y su denominación geográfica son un efecto de un dominio imperial. Antes del siglo XVI, América no figuraba en los mapas europeos, pero existía, y en ella existía el Tawantinsuyu, con su lengua y cultura propia. No cabe mejor frase que la mencionada por O’Gorman (2006) quien remarcó que América no fue “descubierta”, sino “inventada” como parte de la apropiación del territorio que, en su momento, Américo Vespucio determinó como “nuevo mundo”, iniciando una configuración colonial que despojó paulatinamente sus costumbres y creencias originarias.

Durante el colonialismo en América, élites criollas y mestizas se asimilaban a los modelos impuestos, tratando de olvidar, tal vez, su pasado original para evitar las heridas de haber sido colonizados. Ya en el siglo XIX, cuando repúblicas sudamericanas recientemente formadas comenzaban su proceso de independencia, una tendencia asimilacionista se experimentaba al querer emular a Europa en todo lo que para ellos era importante.

Como consecuencia, los efectos de la colonia, ya en un Perú independiente, fueron forjando una idea de nación que pone en un escalón más alto a lo implantado desde la colonia, léase, el españolismo, y en un escalón más bajo a lo originario, como por ejemplo la cultura andina. Tomando como ejemplo la lengua española y el quechua, la diglosia experimentada pone en evidencia la hegemonía de la lengua foránea implantada, el español. La idea de que lo foráneo es superior a lo originario, lo podemos ver en muchos aspectos de la sociedad actual y es probablemente la consecuencia del hecho de querer esconder la estigmatización de haber sido colonizados.

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