Relación entre los valores intrínsecos y la universalidad de los derechos humanos

Relación entre los valores intrínsecos y la universalidad de los derechos humanos.

     Cuando se habla de los valores intrínsecos y la universalidad de los derechos humanos, primero hay que aclarar el significado de cada uno de ellos.

     En este sentido, el valor intrínseco per sé se relaciona con la esencia misma del ser humano, en tal sentido, todas las personas son merecedoras de su disfrute por el hecho de nacer y, por ende, son personalísimos, intransferibles e inalienables, no pudiendo ser suprimidos bajo ningún caso, ni ser despojados de ellos bajo ninguna circunstancia.

     Mientras que la universalidad de los derechos humanos implica que todos los seres humanos poseen los mismos derechos simplemente por su condición de ser humanos, independientemente de su identidad, lugar de origen o de sus características biológicas y sociales.

     De aquí se desprende que el punto de partida del análisis de los derechos humanos se basan en el valor y la dignidad del propio individuo, en consecuencia Hervada (1992) establece muy acertadamente una relación entre derecho natural y dignidad humana, donde prevalece el derecho holístico que posee el ser humano sin más limitaciones que las que se establecen dentro de la misma naturaleza que lo creó y, por ende, que el colectivo humano es merecedor de estos derechos de forma igualitaria.

     Siendo una posición coincidente de muchos exponentes de los derechos humanos, quienes se afianzan en la dignidad humana como el fundamento principal de su existencia, existen autores que establecen la necesidad de inclusión de estos aspectos en el sistema jurídico positivo como único para su verdadera consolidación.

     En este contexto, Emilio García (1999) establece que “los derechos humanos tienen, así, un fundamento ético, pero necesitan incorporarse al derecho positivo para realizarse plenamente. Son pretensiones morales que alcanzan su realización cuando se consideran derechos fundamentales positivos, reconocidos por normas, como constituciones y leyes”. Este autor demuestra fehacientemente que a pesar que los derechos humanos provienen de la propia esencia humana, deben ser reconocidos y acordados expresamente por la misma sociedad quien será juez y parte dentro del esquema de la equidad y el respecto.

     De tal forma, ambas concepciones, aun siendo perfectamente diferenciadas coinciden en la propia esencia del individuo como ser natural del planeta que es digno de gozar y disfrutar la plenitud de sus derechos comunes, contando con el reconocimiento universal de estos derechos dentro del esquema holístico de la concepción humana.

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