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Relato Del Dos De Octubre


Enviado por   •  29 de Noviembre de 2013  •  1.433 Palabras (6 Páginas)  •  347 Visitas

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2 de octubre, narración

Si existiera un Dios, preferiría que fuera mujer y así hablarle de tú y de ti, y que me aconsejara; preferiría que fuera mujer y que fuera mi amiga y que su sexo no fuera barrera, sino pretexto; que fuera mujer y amiga de aquellas que dan la vida cada vez que las solicitas; que fuera mujer y amiga para que me escuchara y me consolara y cerrara mis heridas. Si existiera un Dios, en definitiva me gustaría que fuera como tú, aunque entonces ¿yo que haría?

(Juro (fragmento) – Édgar Oceransky)

Dos de octubre... ¿No se olvida?

La tarde del 2 de Octubre de 1968, durante el sexenio del Presidente Gustavo Díaz Ordaz, miles de personas entre obreros, estudiantes, docentes e intelectuales se reunieron en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco para realizar un mitin pacífico.

Durante la realización de este evento, el ejército se mantenía expectante, vigilando que no hubiera disturbios, principalmente porque el gobierno tenía temor de que fuera asaltada la Torre de la Secretaría de Relaciones Exteriores.

Mientras tanto, miembros de un grupo llamado Batallón Olimpia (quienes vestían como civiles y con un guante blanco en la mano izquierda) se infiltraban entre la multitud hasta llegar al edificio "Chihuahua”, lugar donde se encontraban los oradores del movimiento y varios periodistas nacionales e incluso extranjeros, quienes ya se encontraban dispuestos en la ciudad de México para cubrir los detalles del inicio de los Juego Olímpicos que luego de la matanza de estudiantes llamarían “Los Juegos de la Paz”.

Cerca de las seis de la tarde, casi finalizado el evento, un helicóptero sobrevolaba la plaza y se dispararon bengalas, según testimonios de los estudiantes y de algunos miembros de la prensa, como señal para que los francotiradores del Batallón Olimpia apostados en el edificio "Chihuahua" abrieran fuego en contra de los manifestantes y militares que resguardaban el lugar para hacerles creer, a estos últimos, que los estudiantes eran los agresores.

Los militares, en su intento de defenderse, repelieron la supuesta “agresión de los estudiantes" y dirigieron sus disparos contra la multitud de manifestantes que se encontraban en la Plaza de Tlatelolco.

Muchos manifestantes que lograron escapar del tiroteo se escondieron en los departamentos de los edificios aledaños, pero esto no detuvo al ejército que, sin orden judicial, irrumpió en cada uno de los departamentos de todos los edificios que conforma la Unidad Tlatelolco para capturar a los manifestantes.

Hasta este 2010, a 42 años de aquella canallada contra el pueblo mexicano, aún se desconoce la cifra exacta de los muertos y heridos. En aquel 1968, la prensa calló el cobarde asesinato de jóvenes estudiantes de secundaria, preparatoria y universidad. Además, el gobierno manejó la cifra exacta de muertos y declaró que fueron sólo 20. Tres años más tarde, Elena Poniatowska, en su libro La noche de Tlatelolco publicó la entrevista de una madre que buscó entre los cadáveres a su hijo y reveló que por lo menos había contado 65 cadáveres en un sólo lugar.

Sin embargo, el saldo de esta historia no fue únicamente una cantidad desconocida de personas muertas, sino también presos y desaparecidos políticos a quienes no se les respetó aquella garantía estipulada en la Carta Magna de nuestro país respecto a sus derechos de asociación, de expresión y de manifestación.

Luego de este penoso pasaje de nuestra historia como mexicanos, diferentes sectores de la sociedad coinciden en señalar que incitó a una permanente y más activa actitud crítica y opositora de la sociedad civil, principalmente en las universidades públicas, así como a alimentar el desarrollo de guerrillas urbanas y rurales.

Desafortunadamente, en muchos lugares del país esta fecha pasa inadvertida. Para el mismo gobierno federal ha pasado inadvertido este evento pues luego de haber creado una Fiscalía para la atención de este caso en específico, los resultados han sido nulos.

Como por arte de magia, luego de iniciados los trabajos de esta Fiscalía, comenzaron a aparecer los nombres de supuestos culpables de este delito de lesa humanidad, entre ellos Luis Echeverría Álvarez, Secretario de Gobernación en ese entonces, y posterior Presidente de la República en el sexenio inmediato a la salida de Díaz Ordaz.

Esta nueva Fiscalía solicitó el arresto domiciliario del ex presidente Echeverría y posteriormente un juez dictaminó su inocencia, según dijo

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