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Resumen de la novela Paz en la guerra


Enviado por   •  26 de Febrero de 2015  •  Resúmenes  •  3.708 Palabras (15 Páginas)  •  349 Visitas

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ESTUDIO MONOGRÁFICO DE San Manuel Bueno, mártir.

I. Introducción. Génesis.

Esta novela corta es considerada por muchos críticos como la más característica de la narrativa de don Miguel de Unamuno. En el prólogo el autor dejó escritas estas elocuentes palabras : “Tengo la conciencia de haber puesto en ella todo mi sentimiento trágico de la vida cotidiana”. La novela, publicada en 1931, pocos años antes de la muerte de Unamuno, recoge sus reflexiones definitivas acerca de los problemas existenciales que no habían dejado de preocuparlo a lo largo de su dilatada vida.

En 1930, a punto de concluir la dictadura de primo de Rivera, Unamuno regresó su destierro en París. Su primera intención fue dedicarse a la política para entregarse de nuevo a la tarea regeneradora de España, tras el paréntesis de la dictadura. Pero he aquí unas palabras suyas de aquel año: “Volví para reanudar aquí, en el seno de la patria, mis campañas civiles o, si se quiere, políticas. Y mientras me he zahondado en ellas, he sentido que me subían mis antiguas, o mejor dicho, mis eternas congojas religiosas, y en el ardor de mis pregones políticos me susurraba la voz aquella que dice: “Y después de esto, ¿para qué todo?, ¿para qué?” Y para aquietar esa voz o a quien me la da, seguía perorando a los creyentes en el progreso y en la civilidad y en la justicia, y para convencerme a mí mismo de sus excelencias”.

A renglón seguido de estas palabras, concibió el argumento de San Manuel Bueno, mártir, en donde hallarían profundo eco tales preocupaciones. La idea de un sacerdote que pierde la fe era vieja en Unamuno (había conocido un caso tiempo atrás), pero en la génesis de la obra inciden diversas lecturas, fundamentalmente tres obras: El vicario de Cigés Aparicio, Profesión de fe del vicario saboyano de Rousseau y, sobre todo, una novela del italiano A. Fogazzaro titulada Il Santo (1905). Entre esta obra y San Manuel Bueno, mártir, encontramos varios paralelismos: el tema es semejante; las semejanzas entre los personajes y sus nombres son notables, así como los que existen entre los nombres de los pueblos, el escenario (el lago) y ciertos episodios. No obstante, la novela del Fogazzaro le sirvió a Unamuno como una incitación para tratar un tema muy suyo, ya que ambas novelas son estéticamente diferentes. Por otra parte, antes de ponerse a escribir su novela, Unamuno viajó al lago de Sanabria y su comarca (San Martín de Castañeda, provincia de Zamora), para inspirarse en la leyenda de un pueblo, Valverde o Villaverde de Lucerna, que se encuentra sumergido en el lago y que le serviría de motivo esencial para escribir la obra.

II. Argumento

Ángela Carballino escribe la historia de don Manuel Bueno, párroco de su pueblecito, Valverde de Lucerna. Múltiples hechos lo muestran como un “santo vivo, de carne y hueso”, un dechado de amor a los hombres, especialmente a los más desgraciados, y entregado a “consolar a los amargados y atediados, y ayudar a todos a bien morir”. Sin embargo, algunos indicios permiten adivinar a Ángela que algo lo tortura interiormente: su actividad desbordante parece encubrir “una infinita y eterna tristeza que con heroica santidad recataba a los ojos y los oídos de los demás”.

Un día, vuelve al pueblecito el hermano de Ángela, Lázaro. De ideas progresistas y anticlericales, comienza por sentir hacia don Manuel una animadversión que no tardará en convertirse en la admiración más ferviente al comprobar su vivir abnegado. Y es precisamente a Lázaro a quien el sacerdote confía su terrible secreto: no tiene fe, no puede creer en Dios, ni en la resurrección de la carne, pese a su vivísimo anhelo de creer en la eternidad. Y si finge creer ante sus fieles es por mantener en ellos la paz que da la creencia en la otra vida, esa esperanza consoladora de que él carece. Lázaro, que confía el secreto a Ángela, convencido por la actitud de don Manuel, abandona sus ideas progresistas y, fingiendo convertirse, colabora en la misión del párroco. Y así pasará el tiempo hasta que muere don Manuel, sin recobrar la fe, pero considerado un santo por todos, y sin que nadie, fuera de Lázaro y Ángela, haya penetrado en su íntima tortura.

[pic]

III. Personajes

➢ Don Manuel: por sobrenombre Bueno (como Alonso Quijano antes y después de ser don Quijote, es decir, cuando está en su sano juicio y no “sueña”), párroco de Valverde de Lucerna, es el personaje central de la obra. La novela se organiza en torno a su lucha interior y su comportamiento con el pueblo. La “agonía” (en el sentido unamuniano de “lucha”) que se manifiesta entre estos dos aspectos de su personalidad hace que lo podamos considerar como la personificación de la suprema paradoja de Unamuno. La contradicción, asumida por el personaje y motor de la trama novelesca, se produce por la voluntad de vivir como creyente y la imposibilidad de creer. La vida es sentida por don Manuel como un continuo combate “sin solución ni esperanza de ella” entre la realidad y su deseo, la razón y la fe, y sólo acepta como única verdad sólida el amor al prójimo, la cual se impone sobre todas las demás verdades de su conciencia. Así pues, el enfrentamiento entre la razón y la fe, la verdad y la vida, es el tema central de la novela. Don Manuel no es creyente, pero actúa como si lo fuera y comunica al pueblo la fe que él no tiene para que no pierda la ilusión de vivir: “Lo primero es que el pueblo esté contento. El contentamiento de vivir es lo primero de todo”, dice don Manuel. Además, en numerosa ocasiones se establece el paralelismo entre don Manuel y Cristo, casi la identificación, para indicar la presencia de Cristo entre los hombres (su voz es divina, clama en la misa del Viernes Santo: “¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?”, y se hace hincapié en la naturaleza humana de Cristo). Igualmente, se hace referencia a Moisés, que condujo al pueblo de Israel a la tierra prometida pero no pudo entrar en ella por no haber creído en la promesa de Dios, “por haber visto a Dios cara a cara”.

➢ Ángela: los hermanos Ángela y Lázaro en la obra actúan como dos polos contrapuestos que van acercándose a la figura central de don Manuel. Ángela parte de una fe firme. Lázaro es ateo convencido y anticlerical. Su función es conocer al protagonista a través de sus contrarios puntos de vista. Ángela significa en griego “mensajero”, ella es la evangelista, la transmisora de la buena nueva de la vida del santo (se pretende beatificarlo). Este personaje desempeña distintas funciones: mensajera o evangelista; narradora, no omnisciente, sino limitada a lo conocido por su experiencia. Se dirige a un lector indeterminado; testigo, ya que refiere lo visto y oído, y forma parte de lo narrado. Así se mezcla lo objetivo y lo subjetivo en su narración, porque sus recuerdos mezclan sucesos en el tiempo, y no ofrece garantía de objetividad (“y yo no sé lo que es verdad y lo que es mentira, ni lo que vi y lo que soñé”); ayudante, como personaje también interviene en lo narrado; confesante y confesora: su narración le sirve de confesión, y sabemos que se basa en la sinceridad. Y también hace el papel de confesora de don Manuel, quien le pide que lo absuelva en nombre del pueblo por el pecado de no creer en Dios; hija-madre del protagonista; como hija, don Manuel es “su padre espiritual”, padre de su espíritu; pero conforme se va introduciendo en los recovecos del espíritu del sacerdote, va transformándose y adopta el papel de “madre” espiritual de don Manuel.

➢ Lázaro: el simbolismo de este personaje resulta claro: Don Manuel resucita el espíritu de Lázaro a su fe para su religión. Este personaje opone al principio su razón a la fe que predica don Manuel, y se refiere a la aldea como “feudal y medieval”, con desprecio: “aquí uno se entontece, se embrutece y se empobrece”. Al conocer al sacerdote desconfía de él, y de que sea un “cura de aldea”, y como don Manuel sabe que no se dejará engañar, le confiesa la verdad y lo convence de que al pueblo hay que dejarlo en paz –en fe- para que viva feliz. Con Lázaro se introduce en la novela el tema de “si es útil para la felicidad del pueblo preocuparse de los problemas sociales”, y la respuesta de don Manuel es la de Unamuno: “Lo que el pueblo necesita es cobrar confianza en sí, tener un sentimiento y un ideal propios acerca de la vida y de su valor”, como don Manuel: “¿Cuestión social? Deja eso, no nos concierne. (…) ¿No crees que del bienestar general surgirá más fuerte el tedio de la vida?”. Da la impresión de que, en estos momentos de su vida, Unamuno está renegando de su vida de luchador para volver a la vida contemplativa.

➢ Blasillo: Blasillo representa el grado máximo de la fe ciega e inocente que don Manuel desea y predica para su pueblo. El personaje está tratado con gran cariño. Blas, el bobo, repite como un eco las palabras del párroco, cuyo sentido ignora: recorre el pueblo gritando: “¡Dios mío, dios mío!, ¿por qué me has abandonado?”, y subraya la más enigmática de las frases que pronuncia don Manuel desde su conciencia más lúcida. Cuando muere el sacerdote, también lo hace Blasillo, y así culmina simbólicamente la identificación del pueblo con su párroco. El resto es silencio: recuérdese el pasaje del credo, imposible de acabar sin la ayuda de quienes, con su fe, transportan al que calla cuando llegan las palabras indecibles. Veámoslo en los siguientes esquemas:

Relaciones entre los personajes

(de antagonista a discípulo)

(La admiración) (hija espiritual)

(el afecto inocente)

Diferentes imágenes del yo íntimo de don Manuel

Para el pueblo Para Ángela Para Lázaro

Hombre de fe Hombre atormentado Hombre sin fe

Perfecta por la duda

IV. Temas. Alcance y sentido

La novela gira en torno a las grandes obsesiones unamunianas, que pueden sintetizarse en los siguientes temas:

1º. La inmortalidad y la fe (lucha íntima entre la razón, que niega la inmortalidad del alma, y la voluntad, que lo alienta en su búsqueda de la fe). Se plantean ahora con un enfoque nuevo en el autor: la alternativa entre una verdad trágica (dictada por la razón, según la cual el hombre es un ser destinado a la muerte, y la inmortalidad del alma es sólo una ilusión inventada por el hombre para hacer más soportable la existencia) y una felicidad ilusoria (aquella que se basa en la fe en Dios y en la inmortalidad del alma). Así, el hombre vive feliz y tiene paz interior, alimentando la esperanza en la vida eterna. Y Unamuno parece optar por la segunda (lo contrario de lo que harían los existencialistas Sartre o Camus). Así, cuando Lázaro dice: “La verdad ante todo”, don Manuel contesta: ”Con mi verdad no vivirían”. Él quiere hacer a los hombres felices: “que se sueñen inmortales”. Y sólo las religiones –dice─ “consuelan de haber tenido que nacer para morir”. Y, como ya hemos visto, incluso disuade a Lázaro de trabajar por una mejora social del pueblo: “Sí, ya sé que uno de esos caudillos de la que llaman revolución social ha dicho que la religión es el opio del pueblo [son palabras de Marx]. Opio… Opio…Opio, sí. Démosle opio, y que duerma y que sueñe”. Según esto, Unamuno estaría alejado completamente de los ideales sociales de su juventud y de aquel que quería “despertar las conciencias”, y que decía: “la verdad es antes que la paz”.

|LUCHA DIALÉCTICA ENTRE CONTRARIOS |

|Planteamiento del problema |La razón nos dicta que no hay vida |La fe permite creer en la inmortalidad |

| |eterna |del alma |

|Reacción |Verdad dolorosa: vida angustiada |Verdad gozosa: paz y contento de vivir |

|Personajes |Don Manuel |El pueblo |

| |Lázaro |(Blasillo) |

2º. La abnegación y el amor al prójimo. se trata de una paradoja muy propia del autor, dado que es precisamente un sacerdote sin fe ni esperanza quien se convierte en ejemplo de caridad.

3º. El problema de la salvación (y, volviendo al punto de partida, de la inmortalidad). El enfoque es ambiguo por el desdoblamiento entre autor (Unamuno) y narrador (Ángela). Según ésta, don Manuel y Lázaro “se murieron creyendo no creer lo que más nos interesa; pero, sin creer creerlo, creyéndolo…”. Estas palabras del personaje-narrador, ¿eran compartidas por el autor? A tenor de sus reflexiones finales incluidas en el epílogo de la novela, cabe deducir que sí.

3º. Otros motivos:

─ El pecado del hombre: parafraseando la célebre frase de Segismundo, el protagonista de La vida es sueño, de Calderón de la Barca, dicho pecado es el de haber nacido, pues la existencia entraña dolor, sufrimiento y la aniquilación de la personalidad con la muerte.

─ Lo vivido y lo soñado, tema muy interesante y frecuente en toda la obra literaria de Unamuno, ya que no distingue los límites entre ambos, pues unas veces cree que la vida es un sueño de Dios, mientras que otras piensa que es el hombre quien sueña a Dios.

─ La cuestión social: Unamuno muestra cierta pasividad y despreocupación por la cuestión social, cuya importancia disminuye ante la trascendencia de la incógnita vital de la existencia de Dios y la inmortalidad del alma.

V. Estructura

En cuanto a su estructura externa, la novela está dividida en 25 fragmentos, separados unos de otros por espacios en blanco, denominadas secuencias. En cada una de ellas se desarrolla un motivo argumental distinto. Las primeras 24 son el relato de Ángela y la última es una especie de epílogo del autor.

Si atendemos a su estructura interna (desarrollo de la historia), cabe distinguir tres partes, seguidas del epílogo:

─ Secuencias 1-8: noticias preliminares sobre don Manuel, que Ángela nos transmite de oídas o partiendo de ciertas notas de su hermano.

─ Secuencias 9-20: es el cuerpo central del relato, a partir del regreso de Ángela al pueblo, primero, y de Lázaro, después. Con ello, la narración recibe un nuevo impulso que nos lleva hasta el descubrimiento del secreto del “santo”. Termina esta parte con la muerte del sacerdote.

─ Secuencias 21-24: final del relato de Ángela.

─ Secuencia 25: epílogo del autor.

| | | |

| |•Presentación y justificación de las memorias y notas | |

| |preliminares (1-8) : primeros recuerdos de Ángela, recuerdos | |

|MEMORIAS DE |entre los 16 y los 24 años. | |

|ÁNGELA CARBALLINO | |VOZ DE LA NARRADORA |

|(Secuencias 1-24) | | |

| | | |

| |•Cuerpo central de las memorias (9-20): | |

| |a) Relaciones Lázaro-Don Manuel. | |

| |b) Revelación del secreto del párroco. | |

| |c) Muertes de don Manuel y Lázaro. | |

| |Reflexiones finales de Ángela (21-24) | |

| |•Referencias al “manuscrito encontrado”. | |

| |•Unamuno finge ser un mero “editor” de las memorias. | |

| |•Opiniones de Unamuno sobre el contenido del relato: | |

|EPÍLOGO DE UNAMUNO (25) |-Paralelismo entre don Manuel y Moisés en torno al problema de|VOZ DEL AUTOR |

| |la salvación. | |

| |-El pueblo no hubiese aceptado nunca la falta de fe de don | |

| |Manuel. | |

Unamuno crea un desdoblamiento entre autor y narradora mediante el conocido recurso del “manuscrito encontrado”, de estirpe cervantina. Esto quiere decir que, al interponer una narradora entre él y el lector, todos nos llega desde el punto de vista de Ángela; de ahí que una serie de asuntos queden a la discusión o la reflexión de los lectores.

Asimismo, se puede hablar de que la novela está concebida con una estructura cerrada y circular, como se puede observar en el siguiente cuadro:

| | |

|PRESENTE NARRATIVO |La narradora abre la novela y justifica la redacción de sus memorias; recuerda detalles |

||sobre don Manuel. |

| | |

|HISTORIA DEL PASADO |Las memorias progresan desde la llegada de Lázaro hasta el presenta narrativo. |

| | |

|PRESENTE NARRATIVO |La narradora cierra la novela y reflexiona sobre lo sucedido. Nueva justificación de sus |

| |memorias. |

| |

|MANUSCRITO ENCONTRADO POR MIGUEL DE UNAMUNO (recurso ficticio o novelesco): |

|Decide publicarlo, convirtiéndose en autor. |

|Opina sobre los hechos recogidos en el relato de Ángela Carballino. |

VI. Tiempo

Es curioso señalar la existencia de algunas elipsis narrativas o saltos en el tiempo, por ejemplo en las frases iniciales de las secuencias 10 y 18. Vamos a ver el tiempo externo y el interno en la obra:

| | |

|TIEMPO EXTERNO O HISTÓRICO |Principios del siglo XX |

|| |

| |Presente del EDITOR: el autor finge publicar unas memorias halladas |

| |por él de las que es autora Ángela Carballino. |

| | |

|TIEMPO INTERNO | |

| | |

| |Presente de la NARRADORA (fórmulas introductorias: “Ahora…”, |

| |“Recuerdo…”) |

| | |

| |Pasado: hechos acaecidos (progresión cronológica lineal, tiempo |

| |lento, recuerdos fragmentarios). |

VII. Espacio

Ésta es la única novela –excepto Paz en la guerra- en que Unamuno enmarca la acción en un lugar y un paisaje concretos. Sobre esto nos dice: “Escenario hay en San Manuel Bueno, mártir, sugerido por el maravilloso y tan sugestivo lago de San

Martín de Castañeda, en Sanabria, al pie de las ruinas de un convento de bernardos y donde vive la leyenda de una ciudad, Valverde de Lucerna, que yace en el fondo de las aguas del lago”. Pero Unamuno también emplea los elementos de este paisaje real para convertirlos en símbolos relacionados con los temas y, por lo tanto, con los personajes de la novela; su intención es doble:

1ª. Por una parte, la ciudad sumergida es símbolo de la intrahistoria del pueblo. Representa el recuerdo de los muertos de la aldea, de los antepasados que hicieron posible la vida que hoy tiene el pueblo. Para Unamuno, los muertos forman parte de la existencia de los vivos, viven en ellos. Eso es lo que quiere decir con la leyenda del sonido de las campanas de la aldea sumergida, que ellos pueden escuchar. Par el pueblo, el lago azul refleja el cielo de la vida eterna prometida, vida eterna de la que ya gozan los antepasados.

2ª. En segundo lugar, la leyenda de la villa sumergida en el lago tiene un simbolismo distinto en el plano individual de la conciencia del protagonista. Al describirlo físicamente, Ángela dice que “había en sus ojos toda la hondura azul de nuestro lago”. Más adelante, después de haber expuesto al sacerdote sus dudas acerca de la existencia del infierno, Ángela nos dice: “Leí no sé qué honda tristeza en sus ojos, azules como las aguas del lago”, rasgo de un estado interior cuyo origen aún no puede explicarse. El lago –que alberga la villa sumergida de los antepasados muertos- refleja el azul del cielo en los ojos azules de don Manuel, que no cree en él. Por esto, la tentación del suicidio, que dice haber heredado de su padre, es mayor a orillas del lago.

A partir del lago surgen otros símbolos:

─ La montaña, símbolo de la fe firme del pueblo, se eleva hacia el cielo. Sus nieves blancas son como agua quieta fuera del tiempo, símbolo de la vida eterna en que confían los habitantes de la aldea.

─ La nieve: para don Manuel es mayor el misterio de la nieve que cae al lago y desaparece, mientras que permanece cubriendo la montaña. Ése es el misterio de la fe: para unos, es firme; para él, la nieve como la fe está diluida en la conciencia de la muerte. Obsérvese el sentido que pueden tener estas palabras de Ángela cuando describe el rezo en coro del Credo: “y no era un coro, sino una sola voz, una voz simple y unida, fundidas todas las voces en una y haciendo como una montaña, cuya cumbre, perdida a veces en nubes, era don Manuel. Y al llegar a lo de ‘creo en la resurrección de la carne y la vida perdurable’, la voz de don Manuel se zambullía, como en un lago, en la del pueblo todo, y era que él se callaba”.

Y un último detalle: “llevaba la cabeza como nuestra Peña del Buitre lleva su cresta”. Ya en 1910, Unamuno utilizaba el “buitre” como símbolo de la angustia existencial, haciendo alusión al mito de Prometeo.

VIII. Contraste entre lo permanente y lo pasajero

En la novela se traba una oposición básica entre lo permanente y lo pasajero, lo estable y lo efímero, lo duradero y lo perecedero, entre lo inmortal y lo mortal. Esta oposición refleja la propia duda existencial de don Manuel acerca de la inmortalidad del hombre. Para el sacerdote y para Lázaro, la muerte significa la destrucción, la desaparición del ser humano. En tal caso, el hombre sería efímero, perecedero como la nieve en el lago. Pero, ¿no podría ser estable y duradero, permanente e inmortal como la nieve en la montaña? El paisaje es permanente, estable. La historia pasa, pero la naturaleza permanece siempre. Por eso, la narradora trata de identificar a

don Manuel con el lago y con la montaña, con la aldea de Valverde de Lucerna, con todo aquello que tienda a la permanencia.

IX. Arte del relato. Estilo.

Por encima de todo, hay que subrayar el arte del relato, la maestría con que Unamuno conduce la narración. Durante la primera parte, vemos cómo se va caracterizando progresivamente al personaje central, mediante el hábil engarce de anécdotas. Pronto, sin embargo, comienza el autor a hacernos entrever algo oculto en el sacerdote, y pasamos a la segunda parte, donde la intriga aumenta, mientras, de manera gradual, nos va acercando al secreto, cuyo descubrimiento es el momento culminante en el relato.

Para ello se vale de una técnica que destaca entre las demás empeladas en la obra: la del diálogo. Los diálogos son los “vehículos de las ideas “ en las novelas de Unamuno, como “exteriorización de los conflictos ideológicos y de los dramas íntimos”, y un ejemplo es San Manuel. Pero además, el autor da al diálogo una función narrativa, como sucede en las conversaciones en que Lázaro refiere a Ángela las preocupaciones de don Manuel, y en relación con ello, es interesante la aparición del diálogo dentro del diálogo de la secuencia 14.

En cuanto al estilo, debemos destacar la intensidad emocional, la densidad de ideas, el gusto por las paradojas, y el lirismo de algunos pasajes.

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LÁZARO

ÁNGELA

DON MANUEL

EL PUEBLO Y LA MADRE

BLASILLO EL BOBO

DON MANUEL

CONFUSIÓN Y DUDA:

¿Qué es verdad y qué es mentira?

¿Qué es lo vivido y qué lo soñado?

¿Qué es creer?

ÁNGELA

SAN MANUEL BUENO, MÁRTIR,

Novela de MIGUEL DE UNAMUNO (=AUTOR)

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