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Revolución Del Conocimiento


Enviado por   •  22 de Enero de 2014  •  3.798 Palabras (16 Páginas)  •  292 Visitas

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LA REVOLUCIÓN DEL CONOCIMIENTO

Los avances digitales y biotecnológicos de los últimos treinta años han demostrado ser la principal fuente de riqueza de las economías más dinámicas y competitivas del mundo en el siglo XXI.

Tres poderosas fuerzas convergen para producir la tercera revolución en los últimos 30 años: la revolución digital, la revolución informática y la revolución genética, que han transformado el modo en que vivimos, producimos y creamos riqueza.

Los cambios en la revolución digital e informática han permitido un crecimiento geométrico de la genética y le han dado al hombre un control deliberado sobre las formas de vida. Esto habrá de originar profundas transformaciones en la política, la economía, la ética y la religión.

A partir de la Revolución Industrial, y con la aceleración de la revolución del conocimiento, los beneficios no se generaron de manera uniforme en todo el mundo, y el incremento selectivo de la productividad amplió la brecha entre los países ricos y los pobres. En el año 1750 la diferencia entre los países ricos y los pobres era de 5 veces, mientras que para el año 2000 la brecha se había ensanchado a 390 veces.

Pero, ¿es casual esta diferenciación entre sociedades cuya riqueza va en aumento y otras que son cada vez más pobres? La contracara necesaria de toda revolución tecnológica es, sin duda, la evolución hacia reglas de juego generadoras de comportamientos que favorezcan la libertad, promuevan la innovación y aseguren el goce del fruto del esfuerzo.

Douglass North, Premio Nobel de Economía de 1993, define las instituciones como las "reglas de juego formales e informales" predominantes en una sociedad. Son estas reglas de juego las que establecen la estructura de incentivos que determina la eficiencia o ineficiencia en la organización de las sociedades. Además, con el paso del tiempo, la Revolución Industrial y la del conocimiento han permitido no sólo un enorme crecimiento de la población mundial, de 1.000 millones en 1800 a 6.000 millones en 2000, sino que además han duplicado la expectativa de vida de 30 a 65 años y han reducido la mortalidad infantil a un 70% de lo que era hace 100 años.

La desaparición del sistema de bloques y la configuración del mundo entero como una sola unidad ha provocado la aparición de una nueva dimensión de todos los problemas económicos y políticos

A finales de los años ochenta y principios de los noventa quedó diseñado un modelo de sociedad internacional que nada tenía que ver con lo que habíamos conocido hasta entonces.

A partir de la desaparición del sistema de bloques y de la configuración del mundo entero como una sola unidad, ha aparecido una nueva dimensión de todos los problemas económicos y políticos. Nada puede resolverse, ningún asunto financiero, industrial, político o migratorio si no se plantea a nivel global, es decir, a escala mundial. Esto exige tomar consciencia que, más allá de las pertenencias locales o nacionales, somos ciudadanos del mundo y que, de algún modo, tenemos que hacer oír nuestra voz en él. Las nuevas tecnologías de la comunicación son un ejemplo de ello, pues, a través de los medios virtuales, somos capaces de conectar con personas muy lejanas y establecer complicidades que antes era imposible, ni siquiera, reconocer.

El mundo entero es una unidad. Ninguna decisión política, económica, social o cultural no tiene ya sentido concebida sólo a nivel de Estado. Ha nacido un nuevo marco de gestión política, económica, social y cultural: el mundo. El tráfico mundial de mercancías, de información, de capital, la velocidad de los transportes ha acercado a los hombres de todo el mundo y ha dado origen a una nueva era de integración mundial donde todo está más interconectado. A pesar de ello, todavía existen dificultades, muros invisibles y visibles, tópicos, prejuicios y resentimientos absurdos que tienen su génesis en el pasado y que no permiten enlazar fraternalmente a los pueblos y a las personas.

La globalización avanza hacia una unificación e integración del mundo fundada especialmente sobre la técnica y la economía. Sería un error considerar la globalización como un fenómeno exclusivamente económico, pues, más allá de ésta, existe también una globalización política, social y cultural. Quizás no se percibe tan claramente como la primera, pero muchos seres humanos del globo se conectan para compartir problemas de orden social, para movilizarse e intercambiar culturas.

Vivimos una intensa globalización de los fenómenos económicos, sociales, políticos, jurídicos y culturales i ésta influirá decisivamente en la sociedad del futuro. El rostro del planeta Tierra está cambiando con celeridad. Estamos entrando en el ámbito de una nueva revolución: la revolución de la información o mejor dicho, la revolución del conocimiento.

Gracias al enorme desarrollo tecnológico, somos capaces de procesar cantidades ingentes de información instantáneamente, de almacenarlas en espacios absolutamente ridículos por su dimensión, y de transmitir cantidades impresionantes a cualquier lugar de la tierra y del espacio. Todas las operaciones relacionadas con la información han reducido enormemente sus costes. Con todo, falta tiempo para digerir tal información, procesarla adecuadamente y traducirla vitalmente. Este exceso de información genera, paradójicamente, una sensación de vértigo y orfandad.

El paso de la sociedad industrial a la del conocimiento conlleva, sin lugar a dudas, muchísimas ventajas personales y colectivas, pero en el presente es todavía una nueva causa de exclusión social y crea una nueva marginación. Los descolgados de la red y, consiguientemente, de la información y del conocimiento, serán los nuevos excluidos sociales. Es una responsabilidad de los gobernantes trabajar contra esta forma de discriminación, facilitar el acceso a todos los ciudadanos y velar para que todos, sin discriminación alguna, tengan la posibilidad de participar del mundo global.

En una ocasión un senador romano propuso que los esclavos llevaran brazaletes blancos, porque según él, éstos se habían hecho tan ubicuos que ya no había manera de distinguirlos de la ciudadanía. Su idea fue rechazada por el Senado, con la razón de que “si los esclavos supieran cuán elevado es su número podrían acabar con nosotros“. Quienes nos gobiernan piensan parecido. Creen que si los ciudadanos supieran cuan elevado es el número de individuos interconectados en red, y sobre todo la capacitación de esos enlaces, seguramente su estatus peligraría.

Durante estos tres años se han producido en el conjunto

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