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Revolución Sin Armas


Enviado por   •  6 de Marzo de 2014  •  3.201 Palabras (13 Páginas)  •  229 Visitas

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Revolución sin armas

Las revoluciones han marcado la historia de los pueblos, ya que han sido el instrumento que ha permitido lograr cambios políticos y sociales a lo largo del tiempo. En México, estas revoluciones han sido también culturales, en especial la guerra de independencia. Se ha hablado muchísimo de ella, se han realizado diversos estudios y su historia se ha plasmado en todos los libros de historia en las escuelas.

Los protagonistas de dicha guerra han tenido un enorme peso en México. Han sido emblemas en los billetes, símbolos nacionales, exaltados en los libros y numerosas calles, sobretodo las principales, han sido llamadas con sus nombres. Todos los mexicanos conocen a Don Miguel Hidalgo y Costilla, quien ha sido nombrado padre de la patria. Incluso se erigió en su honor el estado mexicano que lleva su nombre. Cada mexicano sabe de la lucha de José Ma. Morelos, de Vicente Guerrero o del ilustre papel de la corregidora de Querétaro, doña Josefa Ortiz. Sin embargo, la mayoría de los héroes de independencia han permanecido en el anonimato. Un numeroso ejército de indios, mestizos, negros y castas quedó sepultado en las batallas que se libraron con el objeto de crear un nuevo país que integrara a todos sus habitantes en un solo pueblo definido por una sola bandera y una sola identidad. Esto representaba un reto enorme, ya que las batallas y la lucha insurgente estaba enfocada a la libertad política y en la expulsión de los españoles de los puestos públicos. No se daba importancia a las necesidades sociales y culturales del nuevo Estado. Era tarea difícil crear una nueva identidad que representara la diversidad de los pueblos existentes en el país. Sin embargo, existió una clase de héroes distinta que se preocupó por la libertad cultural y que a través de sus protestas denunciaba las carencias sociales y emprendía el camino hacia la búsqueda de ésta; lo cual solo podría lograrse mediante la literatura, ya que todo lo demás se concentraba en la lucha armada. Por desgracia esta búsqueda continúa hasta nuestros días.

La identidad mexicana ha sido largamente anhelada y buscada dentro de la literatura por muchos autores nacionales de distintas épocas desde románticos como Altamirano hasta ensayistas como Octavio Paz. Sin embargo, muchos de ellos olvidaron el concepto asociado al primer concepto de mexicano acuñado después del grito de independencia. Este concepto fue creado gracias a la existencia de los héroes que lucharon por la independencia cultural con plumas, papel e imprenta.

Hacia 1814 la revolución de independencia era una guerra prácticamente ganada. España no se interesaba tanto en ella debido a sus nuevos conflictos internos. A pesar de esto, como se ha dicho antes, la revolución cultural representaba un verdadero reto. La mezcla social era inmensa y se habían creado en el país muchísimas castas. Cada una de ellas tenía una cultura y un lenguaje propio. La jerga de los negros era diferente de la de los indios o la de los mestizos, mulatos, zambos, etc, y además cambiaba según la región. El reto consistía en unificar dichas costumbres para hacer surgir una identidad nacional que reflejara a todos sus habitantes sin excluir a ninguno. Después de los primeros años de la guerra de independencia, el pueblo de México se encontraba tan ocupado pensando en su nueva vida, en las batallas y la participación del pueblo en ellas que el aspecto cultural se hizo a un lado y fueron muy pocos quienes se ocuparon de él.

Es el escritor mexicano J.J. Fernández de Lizardi (1777-1827) quien permite situar la identidad de la nueva nación que surgía en ese momento, llena de carencias y necesidades. Lizardi enfocó su lucha en los problemas sociales, siendo su objetivo principal reformar la educación. Al igual que los insurgentes, su meta era propiciar un cambio social y por supuesto garantizar la libertad en México. Solo que Lizardi no se limitó a la libertad física, sino que pugnó también por la libertad de pensamiento y el surgimiento de la nueva identidad mexicana. Ésta última debía ser independiente de ideas extranjeras y debía surgir exclusivamente en suelo mexicano. De este modo, el escritor tomó el mestizaje como modelo de hombre nacido aquí. La mezcla de razas y clases sociales fue lo que dio origen al mexicano de finales del siglo XVIII y principios del XIX. Surgió entonces, bajo la pluma de Lizardi, un personaje que haría aparecer un nuevo concepto del mexicano y un concepto que fue retomado después por muchas generaciones y es incluso en nuestros días objeto de estudio y polémica. Éste es el del “pelado”.

El pelado tiene su origen en las obras francesas del siglo XVIII y en la picaresca española. La figura del “pícaro” es un factor indiscutible en su gestación. Las figuras como el Lazarillo de Tormes y el Fígaro en El Barbero de Sevilla son antecedentes de aquel pelado que tiene la osadía de reclamar y replicar contra lo que no está conforme. El pícaro es el personaje astuto y gracioso que, inconforme con su condición, trata de aprovechar su astucia y así procurarse una mejor situación, a veces con engaños o engatusando a sus amos (es el caso de Fígaro).

Sin embargo, el personaje de Lizardi ha heredado la astucia del pícaro que se complementa con un espíritu de lucha. Este pelado no usa eufemismos ni tiene prejuicios de buena educación, es descarado y aparenta ser un cínico en su desmesurada verdad. Defiende su opinión y el derecho de vivir como le venga en gana. En palabras del propio Lizardi este personaje se define así: el pelado es el mexicano en estado de naturaleza y para mayor connotación, el tipo representativo de nuestro mestizaje; predominando en sus venas la sangre indígena, actualiza las vivencias aborígenes. Por otra parte, la sangre extranjera lo induce a nuevos territorios de la vida y la cultura. Técnicamente, ésta es una excelente definición del mexicano de cualquier época. Pero sobretodo, hemos de señalar la importancia del famoso pelado, ya que todo hombre, mexicano o extranjero, que ha luchado por la igualdad social y por su propia libertad ha tenido algo de pelado. Recordemos tan solo como eran llamados por los españoles los caudillos insurgentes. Hidalgo, Morelos, Allende, todos ellos, no eran antes los ojos españoles más que unos pelados, igualados que osaban creerse iguales a ellos. Eran tenidos por vulgares y ladrones de la peor calaña. En el transcurso del siglo XIX, el concepto del peladaje no se perdió, sino que fue evolucionando, y todo aquel revoltoso que objetaba contra el gobierno en turno era señalado con este mote. Un largo desfile de caudillos formó el peladaje del siglo XIX en México (Juan Álvarez, Benito Juárez, Porfirio Díaz, etc). Comenzó el siglo XX con su revolución y una larga lista de pelados que alzaron

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