Rportaje escrito, “El rastro de los huesos”

El reportaje escrito, “El rastro de los huesos”, hecho por Leila Guerriero, habla sobre cómo el antropólogo forense Clyde Snow llegó a Argentina dando una charla luego de la dictadura que vivió ese país y prontamente se desempeñó con un grupo de estudiantes en la búsqueda de los que aún estaban desaparecidos en los diferentes lugares de aquella nación.

El reportaje está muy bien relatado, ya que poco a poco va contando parte de la historia de los protagonistas, que fueron los estudiantes quienes decidieron entrar a una primera exhumación, para luego de eso no parar más.

“Cuando nos explicó lo que quería hacer creí que ese nos iba a ir el apetito. Pero después nos llevó a comer, y nosotros éramos estudiantes, nunca habíamos ido a un restaurante elegante. Comimos como bestias. Pero teníamos miedo. El país estaba muy inestable” es lo primero que relatan los estudiantes, sus primeras impresiones, pero luego fueron ellos quienes poco a poco se fueron insertando al mundo de las exhumaciones.

A pesar de que el reportaje esté bien relatado y cuenta el proceso que se vivió durante esa época, hay cosas que sin duda me dejan con “gusto a poco”. Hubiera sido interesante leer más detalle sobre lo que hacían, una escena completa, una exhumación de principio a fin, sin mayor corte y con más expresión.

La autora dejó cuñas sin terminar, que dejan en la intriga  de saber qué pasó y qué sigue luego de esa frase. Tal es el caso de la madre que tenía dos hijos, y la cita hablando de Josecito: “Ay, a Josecito le gustaba…” ¿le gustaba qué? ¿Que lo besara en la frente tal como lo hizo? ¿Qué  le hiciera su postre preferido? ¿Por qué cortar el relato de una madre que se encuentra con los huesos de su hijo luego de una extensa búsqueda? Me faltó eso, menos intriga y más relato de las vivencias.

Por otra parte, la forma en que Guerriero va dando contexto al reportaje, me parece interesante, la manera en que nos pone en contexto con el lugar diciendo cosas como: “Llueve, pero adentro es seco, tibio. Es martes, pero es igual. En una de las oficinas del laboratorio habrá, durante días, un ataúd pequeño. Lo llaman urna. En urnas como esas devuelven los huesos a sus dueños”.

Sin embargo y a pesar de todo lo mencionado anteriormente. El reportaje da a conocer una realidad que tal como se menciona en el texto el trabajo que realizan los antropólogos forenses “en sus país casi nadie les presta atención y trabajan sin subsidio ni apoyo del estado argentino”, siendo que ese trabajo debería ser bien valorado, ya que no solo es encontrar huesos en la tierra, es encontrar familia, recuperar historia e incluso cierra ciclos.

Para finalizar, me gustaría proponer que para el reportaje escrito “El rastro de los huesos”, se le completara más con relatos más ex, experiencias vividas y cuñas completas en relación a familias e incluso los protagonistas, cómo vivieron ciertas cosas más en profundidad para que así llegue mucho más a quien está leyendo. Le incorporaría aún más emotividad, más experiencias, sin embargo, es un muy buen reportaje.

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