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Régimen Cardenista

username1213 de Mayo de 2013

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EL REGIMEN CARDENISTA

Antecedentes:

Hijo de don Dámaso Cárdenas Pinedo, de ocupación tendero, y de doña Felícitas del Río Amezcua, nació el 21 de mayo de 1895 en la calle de San Francisco, en el barrio de la Puentecita de Jiquilpan de Juárez, Michoacán. En su tierra natal cursó hasta el cuarto año de educación primaria, únicos estudios formales que realizó hasta los once años.

Desde pequeño ayudó a su abuelo –que había luchado contra los franceses- a cultivar su “écuaro” por lo que tuvo contacto con los indígenas y los abusos de los terratenientes. En 1909 ingresó como “meritorio” en la mesa segunda de la Oficina de Rentas de Jiquilpan, donde empezó a desarrollar una caligrafía impecable. En 1911, con la muerte de su padre, asumió la responsabilidad de ser el jefe de su familia. Ese mismo año trabajó en la Secretaría de la Prefactura y después, laboró como tipógrafo en la imprenta “La Económica”, de don Donaciano Carreón, cuyas ideas liberales y revolucionarias influyeron en su formación política. Al estallar la revolución, Don Donaciano vendió a los trabajadores la imprenta, entre ellos al mismo Cárdenas, y se unió a los rebeldes.

En 1913, el joven Lázaro fue delatado a los federales huertistas por haber impreso un manifiesto revolucionario y ante la posibilidad de ser aprehendido, se enlistó en las fuerzas revolucionarias como capitán segundo encargado de la correspondencia (fundamentalmente gracias a su caligrafía) bajo las órdenes del general Guillermo García Aragón, que operaba en Michoacán. A partir de entonces desarrolló una intensa vida militar: con las fuerzas obregonistas presenció en Teoloyucan la rendición del Ejército Federal y combatió al zapatismo en 1914, mismo año en que luchó al lado de Lucio Blanco.

Después, se incorporó a las fuerzas del general José María Maytorena en Sonora, pero al llegar a Cananea y darse cuenta de que Maytorena se había unido a Villa, marchó a Agua Prieta para integrarse a las tropas del general Calles. Cárdenas escribió en sus “Apuntes”:”En marzo de 1915 que me presenté al general Calles y durante la campaña que hicimos en aquel Estado contra Maytorena y Villa, pude apreciar en él al hombre de carácter y firmes convicciones y puse entonces bajo su mando el entusiasmo de mis veinte años”. Ambos iniciaron una entrañable amistad en la que Calles era maestro y líder político del joven Cárdenas. Calles llamaba a Cárdenas con el mote de “Chamaco”. Bajo su mando, Cárdenas actuó contra los indios yaquis sublevados; combatió en Nayarit, Jalisco y Michoacán a los rebeldes villistas de Inés Chávez García. Al triunfo de la revolución constitucionalista regresó a Michoacán, donde persiguió a bandidos que operaban en la región.

Durante el gobierno constitucional de Carranza, Cárdenas fue encargado de pacificar la Huasteca veracruzana, en la que las “guardias blancas”, al servicio de las compañías extranjeras petroleras, asolaban la región. En 1918, alcanzó el grado de coronel.

En 1920, desde la Huasteca, se adhirió al Plan de Agua Prieta, encabezado por los sonorenses Obregón, De la Huerta y Calles, en contra del presidente Carranza, quien pretendía imponer a Bonilla como su sucesor. Tras el asesinato de Carranza en Tlaxcalaltongo, Cárdenas hizo detener y enviar preso a México a Rodolfo Herrero, presunto responsable directo del crimen.

Al triunfo del movimiento de Agua Prieta, el presidente interino, Adolfo de la Huerta, ascendió a Cárdenas al grado de general brigadier. Comisionado en Michoacán, recibió el gobierno interino de su estado natal de manos de Pascual Ortiz Rubio, cargo que desempeñó algunos meses para entregarlo al general Francisco J. Mújica, que había resultado triunfador en las elecciones de septiembre de 1920. Después fue designado jefe militar en el Istmo de Tehuantepec, en donde forjó alianzas y amistades duraderas.

En 1923, durante la revolución "delahuertista", Cárdenas fue herido y hecho prisionero en el combate de Palo Verde. Al ver la gravedad de sus heridas, sus enemigos, los generales sublevados Rafael Buelna y Enrique Estrada (a quien salvaría Cárdenas la vida poco después), generosamente lo enviaron a Guadalajara para que fuera atendido y después liberado. De igual modo, se cuenta que en ese mismo año, Cárdenas dejó escapar al general Francisco J. Múgica, en lugar de asesinarlo como le había ordenado Obregón.

Después fue comandante de la zona militar de las Huastecas. En 1924 fue ascendido a general de brigada y al año siguiente, intervino en el arreglo de diversos problemas surgidos entre los sindicatos y las empresas petroleras extranjeras. Ahí constató los abusos de las compañías extranjeras contra los trabajadores mexicanos y el saqueo irresponsable que realizaban de los recursos petroleros nacionales. Cuando con motivo de la ley petrolera esas empresas acusaron al presidente Calles de “bolchevique” y coludidas con el embajador de Estados Unidos James R. Sheffield, lo amenazaron con una invasión norteamericana a México, Cárdenas recibió órdenes presidenciales de incendiar los pozos petroleros si cumplían sus amenazas.

El 1º de abril de 1928 fue nombrado general de división. Ese mismo año fue postulado como candidato al gobierno del estado de Michoacán y emprendió una intensa campaña pueblo por pueblo y rancho por rancho, a pesar de que era aspirante único al cargo. Desde muy joven mostró una tendencia natural a conocer personalmente los lugares y la gente, y a tejer redes de amistad, favores y protección en donde actuaba, esta conducta le sería de gran utilidad para sus propósitos políticos; así se comportaría como gobernador, secretario de estado, candidato presidencial, presidente y expresidente.

Ejerció el gobierno entre septiembre de 1928 y septiembre de 1932, con algunos periodos de licencia para desempeñar temporalmente otros cargos políticos.

Como gobernador, a cambio de dejar las armas, ofreció amnistía a los cristeros sublevados por la iglesia católica que pretendía impedir la aplicación de los artículos 3º, 27 y 123 de la Constitución, lo que debilitó la rebelión cristera en Michoacán.

Para obtener apoyo popular activo para las reformas sociales que se proponía realizar, se dedicó a escuchar al pueblo, en especial a los grupos más pobres; estimuló la formación de agrupaciones obreras y campesinas; unificó y reorganizó a las fuerzas políticas, e impulsó la creación de la Confederación Regional Michoacana, que agrupó a la mayoría de campesinos y obreros de la entidad; también promovió la organización de los maestros para que se convirtieran en los agentes de la transformación social.

Así inició el reparto agrario, a pesar de la resistencia del presidente Calles, de los hacendados y aun de los propios peones acasillados que temían romper su dependencia del patrón. Además, agilizó los trámites legales de dotación de tierras y estableció créditos agrarios de refacción; pugnó por la jornada laboral de ocho horas, el salario mínimo y la asistencia médica; estableció la obligación de crear escuelas en las haciendas y combatió el fanatismo religioso y el alcoholismo. Por estas acciones revolucionarias a favor de los de abajo, “su prestigio pasó de boca en boca, como un corrido popular”.

En 1929 estalló la rebelión “escobarista” y Cárdenas pidió permiso al Congreso local para incorporarse al ejército; se le dio el mando de una columna y cooperó en la pronta derrota de los sublevados. Recibió un millón de pesos para los gastos de la campaña y al término de ésta, reintegró setecientos mil pesos no utilizados y regresó a su cargo de gobernador.

El 15 de octubre de 1930, dejó la gubernatura de su estado para asumir la presidencia del Partido Nacional Revolucionario (PNR), y dirigir la campaña presidencial del ingeniero PascuaI Ortiz Rubio, quien al año siguiente, lo nombró secretario de Gobernación por poco más de un mes. En octubre de 1931 reanudó sus labores como gobernador de su estado hasta concluir su mandato.

El 25 de septiembre de 1932 contrajo matrimonio con Amalia Solórzano, pese a la plena desaprobación de los padres de la novia.

En enero del siguiente año, fue nombrado secretario de Guerra y Marina en el gobierno de Abelardo L. Rodríguez, que mostró mayor independencia de Calles y un viraje moderado hacia la izquierda.

A finales de 1933, a sugerencia de los callistas que así pretendían comprometer a quien resultara candidato presidencial, el PNR elaboró “un plan de gobierno que constituya un solemne compromiso ante la nación de desarrollar una política social, económica y administrativa, capaz de traducir en hechos los postulados que se proclamaron en los años de la lucha armada…”. Pero el plan resultó mucho más radical de lo que se habían propuesto los callistas, pues llegó a plantear que la revolución mexicana se basa en la doctrina socialista y por lo tanto, persigue el ascenso de la clase obrera y su control de los medios de producción. El 6 de diciembre de ese año, el Plan Sexenal fue aprobado por la asamblea del PNR y Cárdenas rindió protesta como candidato presidencial del mismo partido. Ganó a precandidatos de mayor edad y experiencia como Manuel Pérez Treviño y Carlos Rivapalacio.

Escribe Anatoli Shulgovsky (México en la encrucijada de su historia): “Las finalidades y los esfuerzos de los partidarios de Cárdenas, no se caracterizaban por su unidad, sino que se diferenciaban mucho entre sí. Frecuentemente se apoyaba la candidatura de Cárdenas por la simple razón de oponerse a Calles y sus socios. Esto no tiene base política de principios e ideológica, era una actitud

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